Por Lida Prypchan
Disciplinas ajenas al ámbito de la medicina, como la literatura y el arte, han llamado poderosamente la atención del psicoanálisis. La creación artística refleja el mundo interior del artista y su inconsciente. Así el psicoanálisis analiza la obra de un artista, aplicando los mismos criterios que utiliza para descifrar los sueños de un paciente.
El artista constituye en sí mismo un caso insólito, no solo digno de un profundo estudio, sino que también debe desatar en nosotros admiración. Es un ser distinto, cuya voz interior le exige llevar una vida diferente a la que lleva el hombre común. Sufrirá y gozará de su tormento, ese imperativo vital que lo hace recorrer caminos insólitos.
Acerca de este punto, Freud opina que lo que hace que el artista escoja caminos diferentes al resto de la gente es la sublimación; esta es la que encauza la energía de su libido por derroteros diferentes a los habituales con el fin de descargar la conflictividad de sus contenidos psíquicos.
Freud publicó un libro llamado “Psicoanálisis del Arte” en el que presenta los análisis de la obra de 5 artistas; estos son: El Delirio y los Sueños en “La Gradiva” de Jensen; “Un recuerdo infantil” de Leonardo de Vinci; “El Moisés” de Miguel Angel; Un recuerdo infantil de Goethe en “Poesía y Verdad”; y “Dostoievski y el Parricidio”.
En su libro, Freud se declara un profano en materia de arte, un profano que siente mayor atracción por las cualidades de la obra de arte que por sus técnicas. Le atraen porque se siente subyugado por ellas y lo que le intriga es que se escapan a su comprensión.
Por lo menos, encuentra una explicación ante esta fascinación y es lo que él llama “la intención del artista”. Al centrarse en el artista, considera que se trata de un neurótico que huye de una realidad poco satisfactoria y se refugia en un mundo fantástico del que, a diferencia del enfermo mental, sabe encontrar el camino de regreso.
Para Freud, la sexualidad del artista influye en gran manera, pero sabe admitir que esta no es la única fuente del arte y que sobre la técnica del arte en sí, el psicoanálisis no ha arrojado ninguna luz.
DOSTOIEVSKI Y EL PARRICIDIO
En la rica personalidad de Dostoievski, Freud distingue 4 facetas: el poeta, el neurótico, el moralista y el pecador. De estas, las tres últimas son las accesibles para el psicoanálisis ya que ante la primera este rinde las armas.
En cuanto a las tres primeras, Freud estudia varios aspectos de la vida del escritor ruso que son: el considerarlo un criminal, basándose en su producción literaria; su complejo de Edipo y sus ansias de matar al padre, que yacen en su fuero interno, y la reacción que estos deseos producen en él: epilepsia que, en su caso, Freud la define de tipo afectiva.
En un primer momento, Freud está tentado a considerarlo un criminal, pero encuentra una gran resistencia: Dostoievski entraña, a diferencia del criminal, una enorme capacidad de amar y una gran necesidad de amor, es un hombre extremadamente bondadoso y humano, aún en circunstancias en las que se debían sentir el odio y la venganza. Lo que mueve a Freud a pensar en Dostoievski como un criminal es la elección de sus temas literarios, en la cual prefiere los caracteres egoístas, violentos y asesinos, así como también algunos hechos reales de su vida, uno de los cuales fue el haber abusado sexualmente de una muchacha impúber. Su instinto de destrucción aparece orientado en su vida contra su propia persona, y crea en él un gran complejo de culpa.
El caso Dostoievski se complica por la presencia de su neurosis. Freud encuentra que esta es la base de su epilepsia. Dostoievski utiliza la epilepsia como un medio para redimir sus deseos parricidas. Este, Dostoievski, es un bisexual – según este estudio – con complejo de Edipo. Ante tal problema, se plantea dos alternativas: matar al padre para así poder poseer a la madre o desempeñar el rol femenino para conquistar al padre. Pero ambos lo llevan al mismo callejón sin salida que sería el castigo que recibiría al ser descubierto: la castración. Estos deseos crean en él un complejo de culpa que se manifiesta en sus ataques epilépticos, en los cuales sentía un estado análogo a la muerte. Esto lo deduce Freud, basándose, entre otras cosas, en un hecho peculiar: sus ataques comienzan en forma real a los 18 años con el asesinato de su padre.
SU GRAN OBRA: LOS HERMANOS KARAMAZOV
En esta se muestra el parricidio antes nombrado. Dos hermanos: uno de ellos comete el crimen y, precisamente a este, Dostoievski le atribuye su enfermedad, como queriendo confesar que el neurótico y el epiléptico que en él había era un parricida.
Esta magna obra continúa con el informe ante los tribunales y en ella la famosa burla a la Psicología, que no es más que un encubrimiento de las verdaderas intenciones de Dostoievski. ¡Su burla es a los tribunales! No puede ser a la Psicología ya que esta sólo le importa a quién ha deseado en su fuero interno el crimen.
La simpatía de Dostoievski con el delincuente va mucho más allá de la compasión. Para él, el criminal es como un redentor: él toma sobre sí la carga que de lo contrario habrían tenido que soportar los demás. Es más, uno debe estarle agradecido porque de no haberlo hecho él, sería uno quien hubiese tenido que hacerlo.
En pocas palabras, Freud opina: “existe identificación sobre la base de impulsos asesinos idénticos”.
Es indudable – expresa Freud – que su elección de los temas literarios, la basó en esta identificación y la utilizó para legarnos su confesión poética.