DOSTOIEVSKI Y EL PSICOANÁLISIS

Por Lida Prypchan
Disciplinas ajenas al ámbito de la medicina, como la literatura y el arte, han llamado poderosamente la atención del psicoanálisis. La creación artística refleja el mundo interior del artista y su inconsciente. Así el psicoanálisis analiza la obra de un artista, aplicando los mismos criterios que utiliza para descifrar los sueños de un paciente.

El artista constituye en sí mismo un caso insólito, no solo digno de un profundo estudio, sino que también debe desatar en nosotros admiración. Es un ser distinto, cuya voz interior le exige llevar una vida diferente a la que lleva el hombre común.  Sufrirá y gozará de su tormento, ese imperativo vital que lo hace recorrer caminos insólitos.

Acerca de este punto, Freud opina que lo que hace que el artista escoja caminos diferentes al resto de la gente es la sublimación;  esta es la que encauza la energía de su libido por derroteros diferentes a los habituales con el fin de descargar la conflictividad de sus contenidos psíquicos.

Freud publicó un libro llamado “Psicoanálisis del Arte” en el que presenta los análisis de la obra de 5 artistas; estos son: El Delirio y los Sueños en “La Gradiva” de Jensen;  “Un recuerdo infantil” de Leonardo de Vinci; “El Moisés” de Miguel Angel;  Un recuerdo infantil de Goethe en “Poesía y Verdad”;   y “Dostoievski y el Parricidio”.

En su libro, Freud se declara un profano en materia de arte, un profano que siente mayor atracción por las cualidades de la obra de arte que por sus técnicas.  Le atraen porque se siente subyugado por ellas y lo que le intriga es que se escapan a su comprensión.

Por lo menos, encuentra una explicación ante esta fascinación y es lo que él llama “la intención del artista”.  Al centrarse en el artista, considera que se trata de un neurótico que huye de una realidad poco satisfactoria y se refugia en un mundo fantástico del que, a diferencia del enfermo mental, sabe encontrar el camino de regreso.

Para Freud, la sexualidad del artista influye en gran manera, pero sabe admitir que esta no es la única fuente del arte y que sobre la técnica del arte en sí, el psicoanálisis no ha arrojado ninguna luz.

DOSTOIEVSKI Y EL PARRICIDIO

En la rica personalidad de Dostoievski, Freud distingue 4 facetas: el poeta, el neurótico, el moralista y el pecador.  De estas, las tres últimas son las accesibles para el psicoanálisis ya que ante la primera este rinde las armas.

En cuanto a las tres primeras, Freud estudia varios aspectos de la vida del escritor ruso que son: el considerarlo un criminal, basándose en su producción literaria; su complejo de Edipo y sus ansias de matar al padre, que yacen en su fuero interno, y la reacción que estos deseos producen en él: epilepsia que, en su caso, Freud la define de tipo afectiva.

En un primer momento, Freud está tentado a considerarlo un criminal, pero encuentra una gran resistencia: Dostoievski entraña, a diferencia del criminal, una enorme capacidad de amar y una gran necesidad de amor, es un hombre extremadamente bondadoso y humano, aún en circunstancias en las que se debían sentir el odio y la venganza.  Lo que mueve a Freud a pensar en Dostoievski como un criminal es la elección de sus temas literarios, en la cual prefiere los caracteres egoístas, violentos y asesinos, así como también algunos hechos reales de su vida, uno de los cuales fue el haber abusado sexualmente de una muchacha impúber.  Su instinto de destrucción aparece orientado en su vida contra su propia persona, y crea en él un gran complejo de culpa.

El caso Dostoievski se complica por la presencia de su neurosis.  Freud encuentra que esta es la base de su epilepsia.  Dostoievski utiliza la epilepsia como un medio para redimir sus deseos parricidas.  Este, Dostoievski, es un bisexual – según este estudio – con complejo de Edipo.  Ante tal problema, se plantea dos alternativas: matar al padre para así poder poseer a la madre o desempeñar el rol femenino para conquistar al padre.  Pero ambos lo llevan al mismo callejón sin salida que sería el castigo que recibiría al ser descubierto: la castración.  Estos deseos crean en él un complejo de culpa que se manifiesta en sus ataques epilépticos, en los cuales sentía un estado análogo a la muerte.  Esto lo deduce Freud, basándose, entre otras cosas, en un hecho peculiar: sus ataques comienzan en forma real a los 18 años con el asesinato de su padre.

SU GRAN OBRA: LOS HERMANOS KARAMAZOV

En esta se muestra el parricidio antes nombrado.  Dos hermanos: uno de ellos comete el crimen y, precisamente a este, Dostoievski le atribuye su enfermedad, como queriendo confesar que el neurótico y el epiléptico que en él había era un parricida.

Esta magna obra continúa con el informe ante los tribunales y en ella la famosa burla a la Psicología, que no es más que un encubrimiento de las verdaderas intenciones de Dostoievski.  ¡Su burla es a los tribunales!  No puede ser a la Psicología ya que esta sólo le importa a quién ha deseado en su fuero interno el crimen.

La simpatía de Dostoievski con el delincuente va mucho más allá de la compasión. Para él, el criminal es como un redentor: él toma sobre sí la carga que de lo contrario habrían tenido que soportar los demás.  Es más, uno debe estarle agradecido porque de no haberlo hecho él, sería uno quien hubiese tenido que hacerlo.

En pocas palabras, Freud opina: “existe identificación sobre la base de impulsos asesinos idénticos”.

Es indudable – expresa Freud – que su elección de los temas literarios, la basó en esta identificación y la utilizó para legarnos su confesión poética.

¿NO TENDRÁ CURA ESTA MELANCOLÍA?

Por Lida Prypchan

Nota Introductoria:
¿Qué es para ustedes una crítica literaria?  ¿Será acaso un juicio objetivo con bases establecidas?
¿O será en cambio, una opinión salpicada de subjetividad?
Para mí es lo segundo: una opinión personal y por lo tanto, subjetiva.

Contenido:

Guillermo Loreto Mata es un escritor venezolano que un buen día se preguntó: ¿Estará escrito ya todo? ¿Qué podría hacer yo con todas estas ideas sobre una cantidad de temas que me han apasionado desde joven? Se planteó seriamente buscar una forma de plasmar sus preocupaciones, pero el asunto era cómo expresar estas ideas de manera original, en un modo en que nadie antes lo hubiese hecho.

Como era de esperar, la solución resultó más simple de lo que él mismo pensaba. Estaba a dos centímetros de su vista, de sus ojos: preguntarse, responderse en forma de preguntas, y fue así – supongo yo – que creó su libro. El profesor Loreto le habrá preguntado a muchos – después que finalizó su libro y luego de publicado – qué les había parecido. Sin embargo, esa repuesta sólo él la siente dentro de sí. Puede que muchos hayan negado la importancia de este libro y si a él le parece bueno, que cumple una función, eso basta.

Lo digo porque me han elogiado mis peores artículos, mientras que los mejores me los han pisoteado, es precisamente por esto que digo que lo único que importa es si uno está o no satisfecho con lo que ha escrito en un determinado momento.

El profesor Loreto Mata hace de su libro un verdadero tratado de filosofía: se plantea la muerte, la felicidad, la amistad, la enemistad, la tristeza, el amor, el odio, en fin…

Ahora quisiera pedirle algo a usted, profesor Loreto, antes que me golpee la tristeza. ¿Me responderá Ud. estas preguntas? Ya que no sólo necesitamos que nos interrogue con su libro, sino que nos dé respuestas. Las preguntas son las siguientes:

  • ¿Cuál es la finalidad de su libro?
  • ¿Por qué tanta tristeza en algunas de sus preguntas?
  • Y ¿por qué después les resta importancia con otra pregunta?
  • ¿Qué es lo que fundamentalmente motiva su vida?
  • ¿Para usted qué es el amor?
  • ¿Qué piensa de la soledad?
  • En su libro hace muchas preguntas sobre el suicidio: ¿Le apasiona el tema, le aterra o es que piensa que la vida es un suicidio progresivo y obligado?
  • ¿Le preocupan mucho los niños? Lo refleja cuando se pregunta: ¿Qué pensarán de nosotros esos niños?
  • Dígame: ¿Qué piensa de la educación en Venezuela?
  • ¿Qué piensa sobre la frase “la educación empieza por casa”?
  • Y le ruego me responda por último, ¿No tendrá cura esta melancolía que sienten los grandes hombres, los hombres que tienen sensibilidad?

EL PADRE DE LAS LENGUAS MUERTAS 2300 ¡QUÉ PRODIGIO DE MUNDO!

Por Lida Prypchan

Estamos en el año 2300. ¡Qué prodigio de mundo! – exclamaría con entusiasmo y estupefacción mi tatarabuelo. En el presente, el ser humano se dedica por entero – en cuerpo y alma – a la cultura y a la ciencia, a la investigación y a la creación.

Además el hombre actual carece de lo que llamo “pasiones estériles”: la envidia, el rencor, el odio y otros tantos sentimientos denigrantes que abundaban en el pasado.

Un grupo de 200 hombres, contando con la concretización del Túnel del Tiempo y de la sustancia cristalita que los hace invisibles para todos excepto para sus camaradas, fueron seleccionados para llevar a cabo una investigación histórica en la Venezuela del año 1982. Dicha investigación consistía en averiguar el uso dañino o benéfico que se le daba a la palabra.

Una vez finalizada esta investigación el informe con sus resultados tenía que ser presentado ante la Asociación de Escritores que conmemoraba el mes del idioma.

Partieron los 200 exploradores y al cabo de 15 días sólo regresaron 70. Ellos se entrevistaron con el director de la investigación y le expresaron su satisfacción en relación a la Venezuela del año ‘82. Para su suerte habían presenciado la vida de personas cuyas metas eran el respeto, la comunicación, la sinceridad, la lealtad y el amor.

El director, al quedarse solo, se preguntó: ¿Y qué sucedió con el resto de los exploradores?  Para averiguarlo decidió embarcarse en el Túnel del Tiempo.

Al llegar al lugar de estudio encontró a sus camaradas muertos, con caras de espanto, horror, desprecio y asco. Tomó las riendas del asunto y comenzó a observar el uso que le daban a la palabra estos seres que habían sido observados por los exploradores que habían perecido.

¡Semejante espectáculo!  Casi no lo podía creer. Ahora comprendía por qué sus hombres habían muerto tan desilusionados de sus antecesores. Se dio cuenta de que en el año 1982, algunos hombres escudándose a través de la palabra eran capaces de lo peor: injurias, calumnias, mentiras, sobornos, engaños, fraudes, filfas, maulerías, mangancias, burlas, estafas, señuelos, embelecos y trucos sucios.

En uno de los hogares en que se encontraba se posesionó de unas tijeras y les cortó las lenguas a esas personas.

Retornó a su casa, preparó el informe y al tenerlo listo lo presentó ante la Asociación de Escritores. Después de escucharlo y llenos de júbilo lo condecoraron con un titulo jamás antes creado. Desde ese día lo llamaron “El padre de las lenguas muertas”.

Con voz firme e invulnerable ánimo, el presidente de dicha Asociación expresó para llevar el acto a su fin: “Señores, estamos seguros ahora de poder realizar de nuevo una investigación histórica sin el obstáculo y la intromisión de lenguas viperinas que merecen estar muertas”.

EL LÍMITE DE LA PACIENCIA

Por Lida Prypchan

Una y otra vez María tenía que soportar la decepción de ver salir de casa las joyas
que elaboraba su marido por encargo de quienes las podían pagar

 

El montaje de piedras preciosas era la especialidad de un joyero – un hombre enfermizo – llamado Kassim.  Él tenía una esposa joven, bella y apasionada, pero lastimosamente de origen callejero. María – ese era su nombre – había aspirado a un enlace prominente, pero después de esperar y esperar, llegada la edad apropiada aceptó a Kassim como esposo, temerosa de no lograr el anhelado matrimonio. Soñaba casarse con un hombre de fortuna, pero sus sueños tuvieron que esfumarse.

En amargo se convirtió su corazón y su diario quehacer consistía en observar con mirada fija el oficio de su esposo y luego, seguir con la vista tras los vidrios de las ventanas al transeúnte de posición más elevada que la suya que podía pagar el trabajo encargado a su marido.

La mayor decepción matrimonial de María era ver salir de casa las joyas que elaboraba su marido por encargo de personas afortunadas que podían pagarlas.

¡Ella deseaba con intensidad extrema lucir las joyas que su esposo – el artista – elaboraba!  Kassim trabajaba incluso los domingos y al acostarse le daban accesos de tos y sentía fuertes puntadas en un costado. A ella nada de eso le importaba. Disfrutaba probándose los encargos que le hacían al marido.

Su reacción a menudo, era encerrarse en su habitación a llorar. Kassim escuchaba sus sollozos; entraba en la habitación para repetirle una y otra vez “hago cuanto puedo por ti”. El desaliento de María empeoraba con sus palabras y Kassim se reinstalaba en su banco de trabajo.

De tanto escuchar sus sollozos, cansado, ya ni se levantaba del banco para consolarla. Como escape Kassim se dedicaba más y más a su labor. Por suerte él contaba con su trabajo. María posaba su mirada cada vez más fijamente en las manos de su esposo y él tranquilo y mudo seguía.

De cuando en cuando María lo insultaba y como respuesta Kassim le decía: “¿No eres feliz conmigo, María?”  Y su mujer le respondía: ¿Y quién puede ser feliz contigo?

Su pasión por los inmensos brillantes aumentaba con el tiempo. Diálogos deseosos se desarrollaban entre ellos en torno a las prendas preciadas por ella. Cuando finalizaba la tarea, María que esperaba ansiosa, se probaba las joyas y al obtener de su consorte las mismas palabras de siempre salía corriendo a su habitación a llorar.

Un día dio rienda suelta a sus deseos locos de exhibirlas y sin el consentimiento de su esposo se adornó con unas joyas encargadas y las llevó sobre ella para una gala en el teatro. Kassim con angustia le suplicaba que no lo hiciera, que reflexionara, que iba a perder sus clientes de confianza, ya no creerían en su honestidad.

Al regresar del teatro María colocó la joya sobre el velador. Kassim desconfiado la tomó, fue al taller y la guardo bajó llave; ella, rabiosa, le preguntó si la consideraba una ladrona. Como respuesta él le dijo que sólo había sido imprudente. María durmió pero su marido no.

Un día le entregaron como encargo para montar, el solitario más admirable que hubiera pasado por sus manos. María casi enloqueció cuando lo vio. Se encaprichó con el brillante y le suplicaba a Kassim que lo montara para ella. Él después de muchas súplicas le dijo: “Si, es para ti; espera un poco que pronto estará listo”.

A las dos de la mañana el joyero terminó de montar el solitario. Se dirigió a la habitación y su esposa dormía plácidamente boca arriba, regresó al taller. Ya en la habitación nuevamente, observó el seno casi descubierto de su esposa y con una descolorida sonrisa apartó un poco más el camisón parcialmente desprendido. El rostro adquirió una dureza de piedra y hundió el solitario entero en el corazón de su mujer.

¡Brusca apertura de ojos seguida de lenta caída de parpados!  ¡Nada más!  Desequilibrada, la joya tembló un instante. Quedó inmóvil el solitario y, cerrando tras de sí la puerta, el paciente Kassim se retiró.

EL ANIMAL QUE LLEVA EL NOMBRE DE HOMBRE

Por Lida Prypchan

“Quien poseyendo los rudimentos de la misantropía quisiera perfeccionarse en ella, debe frecuentar la escuela de Swift:
aprenderá así a dar a su desprecio 
por los hombres la intensidad de una neuralgia”
E.M. Cioran (Silogismos de la Amargura)

 

Al referirnos a misántropos y misóginos no podemos olvidar al escritor satírico irlandés Jonathan Swift.

Fue misántropo porque despreció más que nadie el género humano y, paradójicamente, se sentía poseído por una frenética necesidad de justicia. A esta contradicción se debe su frase: “Siempre he detestado todas las naciones, profesiones o comunidades, y solo puedo amar a los individuos. Detesto y odio especialmente el animal que lleva el nombre de hombre, pese a que amé con todo mi corazón  a Juan, Pedro, Tomás, etc.”.

Fue misógino, en su vida privada se evidencian deplorables complicaciones sentimentales en las cuales él evidenciaba incapacidad de comprometerse emocionalmente: tres mujeres se disputan su amor y se destrozan entre sí, terminando como siempre terminan estas historias: ninguna se queda con él, ninguna lo perdonará jamás y él se queda más solo que un cactus en el desierto. También se le considera el creador del nombre femenino Vanessa, seudónimo que él adjudicó a una joven amante.

Además de misántropo y misógino, fue el iniciador del humor negro (termino introducido por André Breton).

Swift, en efecto, tiene todo el derecho a aparecer como el inventor de la broma feroz y fúnebre. En su escrito “Pensamientos sobre diversos temas morales y entretenidos” encontré cinco magníficas frases que nos revelan su versatilidad como humorista y sátiro.

La primera es una frase sobre los celos: “Los celos, como el fuego, pueden acortar los cuernos, pero les hacen oler mal”.

La segunda es sobre el matrimonio: “Venus, una hermosa y excelente dama, era la diosa del amor;  Juno, una arpía terrible, la diosa del matrimonio, y siempre fueron mortales enemigas”.

La tercera es sobre la pobreza: “Pregunté a un hombre pobre cómo vivía y me respondió: como un jabón, disminuyendo siempre”.

La cuarta es sobre los entierros: “Quien camine atento por las calles verá, sin duda, las caras más alegres en los carruajes enlutados”.

Y la quinta frase no se las puedo transcribir; sólo les diré que es una pregunta sobre las iglesias.

Jonathan Swift nació en Dublin el 30 de noviembre de 1667 y murió en la misma ciudad el 19 de octubre de 1745. Fue poeta, hombre de ingenio, crítico, sacerdote, brillante escritor de panfletos políticos y, sobre todo, el más grande sátiro de la lengua inglesa.

En este sentido debemos reconocer nuestra indiferencia al permitir que “Los viajes de Gulliver” se convirtiera en un clásico de la literatura infantil. Esta obra constituye una crítica implacable, misantrópica y pesimista de la sociedad de su tiempo. En ella se muestra la ridiculez del hombre ahogado en la trivialidad y el vicio.

La sátira es una caricatura verbal que distorsiona deliberadamente la imagen de una persona, institución o sociedad. Su método tradicional es exagerar las características que se consideran típicas de la personalidad de la víctima y simplificar todo aquello que no sea relevante para sus propósitos. En el fondo, la sátira es la manifestación de una utopía.

En Swift, por ejemplo, observamos el elemento utópico en su frenética necesidad de justicia. No nos extrañará, además, ver la semejanza, en cuanto a fundamentos, entre Swift y Tomás Moro (el autor de “Utopía”).

En el siglo XX, cuando la utopía parecía haber desaparecido, fue publicado la novela “Un mundo feliz” de Aldous Huxley, que resultó ser una sátira excepcional sobre el alienado hombre de nuestros días, condicionado por la tecnología, desorientado, que vive semidespierto durante la noche y semidormido durante el día, superficial, poco comunicativo, que se agrupa con otros porque solo no es nadie, carente de ideales, y los socialmente conocidos como “cultos” por lo general son unos imitadores que se masturban porque Henry Miller se masturbaba y que se ahogan en alcohol porque Hemingway era un borracho.

Se dice que en sus últimos años Swift perdió la razón. Probablemente terminó siendo un loco que perdió todo menos la razón.

EL PRÍNCIPE QUE MURIÓ DE AMOR

Por Lida Prypchan

“La pasión no puede comprenderla quien no la experimenta”.
Dante Alighieri

 

Uno debería apartarse del amor cuando ha muerto la pasión. La pasión motiva la atracción, el acercamiento, la compenetración, sin ella no hay complicidad en las miradas. Por lo general, las relaciones pasionales son escasas. Porque tanta emoción en la vida de una persona acaba por perturbar de alguna manera. Debe ser por esto que encontramos tantas parejas aferradas a la costumbre y a la calma.

La pasión no solo se refiere al plano sentimental sino también al resto de actividades del quehacer humano: la pasión por el arte, por la comida, por los pájaros, por el trabajo…   Esto me hace recordar la creencia según la cual quien se frustra en el amor busca su compensación en el trabajo.

No hay que olvidar, al referirnos a este tema, la teoría de Freud sobre Leonardo Da Vinci, cuando decía que debido al hecho de no dar rienda suelta a su sexualidad quedaba en él acumulada una energía que utilizaba en sus creaciones artísticas y científicas. Sin embargo yo creo que se rinde mejor en el trabajo cuando se está satisfecho sentimentalmente.

La razón sería la siguiente: el hombre depende de su estado de ánimo. La soledad puede ser su amiga en muchos momentos pero uno necesita compañía humana, dialogar, entregarse, recibir caricias y darlas. Si este aspecto de nuestra vida está satisfecho el ánimo mejora porque hay nuevos deseos, deseos de producir, deseos de satisfacer las inquietudes.

El príncipe que murió de amor se refiere a la vida del hermano de Doña Juana La Loca, el príncipe don Juan quien se casó con la archiduquesa Margarita. Sucedió en una época conservadora. La duquesa tardó en reunirse con su novio un año por retraso del barco, y al llegar ya estaba dada la orden -la dio la madre del príncipe – de no tocarse mutuamente ni siquiera la mano para saludarse.

Una vez casados tal fue la eficacia de la prohibición, que al unirse lo hicieron con tanto afán e insistencia que los médicos vieron peligrar la salud del príncipe, y le aconsejaron como único remedio la separación temporal de los cónyuges incontinentes.

La madre de don Juan estuvo en desacuerdo alegando: “no deben separar los hombres lo que Dios ha unido”. Aparentemente consumido en los excesos físicos del amor, el príncipe muere a los pocos meses. Por supuesto que ésa no fue la causa de la muerte ya que el instinto se agota por su propia saciedad antes de que pueda producir daño.

Este acontecimiento marcó a su padre Don Fernando quien antes de cualquier matrimonio aconsejaba tener templanza para no morir como su hijo. La vida y muerte de Don Juan no se convirtieron en leyenda porque uno cree que el entusiasmo amoroso satisfecho no puede tener efectos letales.

Uno debería apartarse del amor cuando ha muerto la pasión. Pero también apartarse cuando la pasión conduce a la muerte: porque hay pasiones que matan.

Sea como sea, todo esto explica porqué las pasiones cuando se viven duran poco: porque conducen a los extremos.

CRIMEN Y CASTIGO Obra de Fedor Dostoievski

Por Lida Prypchan
Esta obra, del novelista ruso Fedor Dostoievski (1821-1881), aunque no es considerada su obra maestro, es, sin duda, una novela que merece ser leída, analizada y admirada por todos nosotros y el mundo entero.
Lo más importante de esta obra es el estudio psicológico del delito y del delincuente: cada latido, cada pensamiento de su protagonista es analizado minuciosamente por el autor.

Argumento de “Crimen y Castigo”

El designio
Un Estudiante, de poderosa inteligencia y vasta cultura-Rodión Raskilnikov-, se halla en San Petersburgo (Rusia), hundido en la más negra pobreza.  Al comenzar la novela, sale de su casa y se dirige a la casa de la prestamista Alena Ivanovna, mujer innoble y mezquina, con quien ya ha tenido trato en anteriores apuros pecuniarios.

No es un apuro económico lo que allí le conduce, sino un plan preconcebido.  Mientras la vieja va a buscar el dinero, el estudia atentamente las dimensiones, entradas y salidas de la habitación, el lugar de donde la usurera saca las llaves, y de donde, luego, saca la cantidad ofrecida, el ruido de los pasos en el suelo, y hasta el eco de la campanilla.  Bajando la escalera, se pregunta cómo pudo ocurrírsele idea tan espantosa.  Pero se mete en la taberna, y después de beber unos vasos, la antigua tentación vuelve a atormentarle.  En la taberna conoce a Marmeladov, un antiguo funcionario, impenitente borracho cuya situación es la más espantosa que pueda imaginarse: su mujer esta tísica y le odia, sus hijitos no tienen pan que llevarse a la boca;  su hija mayor se ha dado a la mala vida para llevar unas monedas a su casa.

Rodión, al regresar a su casa, encuentra una cariñosa carta de su madre.  Aunque las noticias son buenas, a él le causan más amargura que satisfacción.  Dunia, su hermana, ha sido arrojada de la casa de donde servía como institutriz porque el señor se ha enamorado de ella, y la señora, celosa, la ha puesto de patitas en la calle.  Como compensación a esa desdicha, Dunia ha conocido a un hombre: el señor Pedro Petrolice Lugin, individuo perteneciente a la alta curia, que le dobla la edad y además es frio, reservado y altanero, pero está dispuesto a casarse con ella.  Dunia accede al casamiento, que no es, claro está, ningún matrimonio por amor.

Rodión comprende lo tremendo del sacrificio de su hermana, y se promete a si mismo que no se llevara a cabo, si él puede evitarlo.  Entonces vuelve a su mente aquel proyecto, rechazándolo una y otra vez.

El crimen que el planea no es el de un criminal impulsivo, nato;  se trata de un crimen intelectual, realizado en virtud de un razonamiento poderoso, al parecer, pero engañoso, al fin, pues el mal no deja de ser mal, pese a todos los razonamientos.  Raskolnikov se dice que Alena Ivanovna es una vieja infame, que no es sostén serian salvadas de la miseria con el dinero de la vieja.  Con estas reflexiones Raskolnikov acaba de decidirse: realizara este acto terrible, del que, de antemano, se ha absuelto ya.

El delito es realizado con entera frialdad y preparado sin descuidar detalle.  Aislado en su cuartucho confecciona una trenza, y forma con ella un nudo corredizo, que adapta a su paletot.  Quiere ejecutar su designio con un hacha, que meterá bajo el paletot.  Luego confecciona el objeto que quiere llevar a empeñar y que le daré entrada en casa de la prestamista.  Este objeto, que no es más que un trozo de madera al que une una fina placa de hierro, lo envuelve en un papel blanco y lo ata de un modo que resulte difícil suele salir para largo rato a fin de apoderarse del hacha.  Se apodera de ella y sale a la calle.

Alena Ivanovna está sola y no desconfía del estudiante, porque lo conoce de otras veces.  Mientras ella se esfuerza por deshacer el paquetico, el levanta el hacha y, maquinalmente, lo deja caer sobre la vieja.  Raskilnikov toma las llaves y corre a la cómoda en busca del dinero.  E inmediatamente le acosa un deseo insano, loco, de dejarlo todo, de huir, huir… En ese momento llega Isabel, hermana de la víctima, y Raskilnikov al ver que esta va a gritar, levanta contra ella el hacha y consuma un segundo asesinato.

Después ya no piensa en robar, sino en ponerse a salvo.  Cierra bien la puerta, lava cuidadosamente el hacha y se quita las manchas de sangre de las botas.  Su instinto, ahora superior a su razón, lo lleva a ocultarse en un piso desalquilado de la misma casa, y luego a huir, con fingida serenidad.  Raskolnikov llega al fin a su cuartucho, a tiempo de devolver el hacha al desván de la portería.  Y alcanza por ultimo la seguridad de su lecho, donde se tiende a descansar.

El Castigo
En principio no es remordimiento, sino miedo terrible de ser descubierto, lo que de su mente las huellas del crimen cometido.  Los obreros que pintaban el piso desalquilado, donde él se oculto, después de cometer el crimen, son detenidos y acusados del asesinato.  Su amigo Razumikin y su criada cuidan de él.  Gracias a ellos no muere si se delata en su delirio.  Sin embargo, hay una cosa cierta en sus temores: la intromisión en su vida de Porfirio Petrovich, juez de instrucción del distrito y pariente lejano de Razumikin.  A todas estas, Razumikin qu4e no sabe que fue su amigo Rakolnikov quien cometió el crimen, se obstina en salvar de las garras de la justicia al pintor de fachadas que acusan del homicidio, y esto le lleva a estrechar sus relaciones con su pariente el juez.

Dos nuevos acontecimientos le dan un leve impulso de vida.  El borracho Marmeladov, al que conoció en la taberna, ha sido atropellado por un coche, y él se encarga de llevarlo al antro de su casa. Donde muere.  Raskolnikov se deshace de todo cuanto posee por ayudar, en su pobreza, a aquella familia desdichada.  Con este los suyos, y se enamora de ella tiernamente.  El otro acontecimiento es la llegada de su madre y de su hermana a San Petersburgo.  Razumikin se enamora locamente de Dunia, la hermana de Rodión,  Porfirio Petrovich abriga sobre el crimen lo que se llama convicción moral, ya que ha encontrado un artículo de Rodión, llamado “Acerca del Crimen”, publicado por el a su salida de la Universidad, en el que divide a los hombres en ordinarios y extraordinarios;  los primeros deben vivir en la obediencia;  los segundos tienen derecho a prescindir de todas las leyes y violarlas si se oponen al pleno desarrollo de su personalidad.  ¿Se considera Rodión ese hombre extraordinario en quien era legítimo hasta el crimen?  Porfirio se dedica a averiguarlo y Raskolnikov a desorientarle.  Raskolnikov llega a portarse de una manera tan extraña, que le toman por loco.

Un día Porfirio Petrovich le presenta a un detenido que se confiesa autor del asesinato.  La bestial alegría que se pinta en el rostro de Rodión ¿no es un dato más para Profirio?  Raskolnikov no puede más con el acoso, con el peso de su secreto, y se lo cuenta todo a Sonia.  Esta al principio no le cree.  Luego le hiere la evidencia.  Lo abraza y le jura que iré con él a la cárcel… porque naturalmente, ella espera que se delate y vaya a espiar su crimen.  El duda y teme, pero a través de un largo proceso psicológico llega a la conclusión, de que lo que le aconseja Sonia es lo mejor.  Y el mismo corre a la delegación de la policía, donde se entrega.

La Expiación
Rodión es conducido a Siberia.  Sonia lo acompaña.  Dunia y Razumikin se casan y ocultan a la madre la tragedia de su hijo;  al fin, la pobre muere.

Sonia era tan feliz y aquella dicha ofrecía una sorpresa tan grande para ella, que hasta casi la asustaba.  ¡Siete anos, solo siete años!  En la felicidad de las primeras horas, poco falto para que una y otro consideraran aquellos siete años como siete días.  Pero aquí comienza otra historia: la historia de la lenta renovación de un hombre, de su paso gradual de un mundo a otro.

DANTE Y LA DIVINA COMEDIA

Por Lida Prypchan

El gran agente del progreso en el mundo es el dolor y el ser descontento
que quiere desenvolverse y no encuentra un medio fácil para ello
Renán

 

Hace más de seiscientos años, un florentino alejado de su tierra y al final de la jornada de una vida plena de amarguras, luchas y desgracias, escribió una de las obras más extraordinarias del ingenio humano.  Este hombre fue Dante Alighier y la obra es “La Divina Comedia”.

La Divina Comedia produjo un verdadero deslumbramiento, un deslumbramiento de una luminosidad que fue más allá de las lindes de lo que se creía alcanzable por la inteligencia humana.  Dante, quien dejó esta obra antes de morir, alcanzó una glorificación extraordinaria.  Las sucesivas generaciones en estos seis siglos han ido encontrando cada vez nuevos motivos para considerarlo un ser sobrenatural.

Pero esta visión que se tiene de él no coincide con la del Dante real porque, después de todo, fue un hombre y un hombre que tomó parte en las pugnas y las luchas de su época, que amó, sufrió, desesperó e hizo todo, no solamente como lo hacemos todos los demás hombres, sino con la intensidad con que tenía que hacerlo y sentirlo un ser dotado de ese don extraordinario que le hizo crear aquella obra casi sobrehumana.

Dante nace en 1265 y muere en 1321, es decir, nace en el momento en que la Edad Media parece llegar a sus frutos más maduros y en el que comienza a asomar el vasto movimiento espiritual que va a constituir más tarde el Renacimiento.

Pertenece a una familia acomodada, pero no de la nobleza.  Es procedente de Florencia, ciudad tradicionalmente culta y sensible al tiempo y los cambios.  Cuando estaba muy joven pierde a sus padres.

A los nueve años asiste a una fiesta dada por un rico comerciante llamado Portinaria, en su palacio de Florencia, y entre flores, luces y músicas, Dante no tenía ojos sino para admirar la gentil y bella figura de una niña: la hija de Portinaria llamada Beatriz.  ¿Era acaso un lazo misterioso y simpático entre dos corazones y una especial influencia del cielo o era más bien, como algunas veces la experiencia nos lo demuestra, que en medio de la armonía de la música y la alegría del bullicio, dos corazones juveniles fácilmente se inflaman y se encuentran en un común afecto?  “¡Qué nos importa!  Lo cierto es que Dante, en edad tan temprana, quedó sumiso y esclavo del amor…”

Sin embargo, Beatriz nunca será de Dante: se casa con otro hombre y muere a los veinticuatro años.  Ella muere y Dante confiesa más tarde que había pensado hacer por aquella mujer lo que ningún hombre había hecho por ninguna otra, que dirá de ella lo que jamás se ha dicho de ninguna y  es lo que hace en La Divina Comedia, la cual es la glorificación más extraordinaria de una mujer que nunca antes se había hecho en la Historia Universal.

Se casa con otra mujer y tiene hijos, lleva una vida aparentemente normal y se involucra en la vida política de su tiempo y su ciudad.  La lucha política de su tiempo consistía en que el Imperio Romano había desaparecido y, en sucesivas tentativas, príncipes germanos habían tratado de resucitar dicho Imperio, es decir, crear la unidad política de Europa en torno a una corona de la cual dependieran los demás reinados y principados en calidad de vasallos.

Frente a esa pretensión imperial, se alzaba la idea papal, que consistía en que el Papa debía ser tanto el señor espiritual como el temporal, y que los reyes y el Emperador debían ser ejecutores de la voluntad del Papa.  Esa pugna divide toda la Edad Media en dos grandes partidos: “El de los güelfos, que eran los papistas, y el de los gibelinos, que eran los partidarios del Emperador”.

Según Dante ambos podían mandar: el Papa en el plano religioso y los emperadores y los reyes en sus respectivas jurisdicciones.  Pero este equilibrio era un poco difícil e idealista ya que ambos partidos querían el poder absoluto.

Dante pertenecía a una fracción más liberal dentro del partido güelfo, pero a fines del siglo XIII, en Florencia, una serie de conmociones políticas hacen subir un gobierno de tipo democrático, en el cual Dante desempeña algunas funciones, como la de ir con una embajada ante un Papa de muy fuerte personalidad, el Papa Bonifacio VIII.

Bonifacio VIII y Dante se encuentran frente a frente.  No se entienden, la idea de Bonifacio VIII de predominio papal absoluto está en contradicción con la de Dante y, entre tanto, el Papa logra que su gente predomine en Florencia.  A Dante no le queda otro remedio que huir y marchar al exilio, el cual será largo: en Rávena, la ciudad donde murió.

La primera cosa importante que Dante hace al concebir esta obra monumental es escribirla en lengua vulgar, la lengua que el pueblo hablaba, lengua menospreciada por la gente culta de su época.

Concibe su poema como un resumen de todos los conocimientos humanos;  también va a destilar en este poema todo lo sobrenatural y lo sobrehumano, el mundo de los muertos, la historia, las visiones de la religión y, junto a esto, todos los recuerdos y los mitos del mundo clásico.

Va a hacer un viaje que consiste en pasar a través del Infierno, el Purgatorio y el Cielo.  Tres cantos escritos en estrofas de tres versos, que es lo que se llama “la tersa rima dantesca”.

Dice, al comienzo de su poema, que un día, en mitad del camino de su vida, se encontró que había perdido la vía derecha y se había extraviado en una selva oscura, donde lo amenazan, simbólicamente, tres figuras que representan las pasiones humanas y allí viene a su encuentro Virgilio, el gran poeta del mundo latino, y le va a acompañar como guía en el viaje a través del Infierno y el Purgatorio.

Allí tenemos los círculos superpuestos por donde van las almas del Purgatorio, que están en preparación para poder pasar definitivamente al cielo y encima, en la parte alta, tenemos la visión del Paraíso, donde están las almas de los bienaventurados, los santos, las potencias, los arcángeles y, por último, como coronación final, la visión de la Divinidad.

Todo esto, sobrehumano y gigantesco, es lo que Dante narra en su poema.  Virgilio es la inteligencia que lo acompaña a través del infierno y el Purgatorio, pero en la frontera del Purgatorio viene a él Beatriz, que es la que ha enviado a Virgilio a buscarle y que se convierte casi en una mensajera de la Divinidad.

Otra cosa importante en la obra de Dante es su preocupación por la fama, el renombre.  Esto se debe a que para Dante ya había comenzado la idea renacentista que el hombre debía destacarse por algo, el horror a ser mediocre y ese horror era lo que lo llevaba a preferir destacarse, incluso por el mal, antes que permanecer en esa indiferencia estable e indistinguida.  A este respecto, en la Divina Comedia hay una parte en la que Dante se encuentra con los grandes poetas del mundo antiguo: Homero, Ovidio y Lucano, quienes lo rodean y lo reciben como a su igual.  Con eso Dante está diciendo: “Yo sé que soy uno de los seis o siete grandes espíritus que la humanidad ha tenido y, algún día, los demás lo han de saber también”.

¡Qué lástima que a muchos de los grandes hombres no se les reconoció su obra en vida, sino después de muertos!  A Dante, la muerte lo apartó de lo único que pudiese haberle causado felicidad por unos momentos: ver en la humanidad el aporte que él había dado con tan maravillosa obra.

La vida de este hombre sensible, cuyo espíritu vive aun entre los que lo conocen, se puede resumir con una sola y triste palabra: dolor.

Sus dos grandes amores: Florencia y Beatriz, fueron dos males que le causaron bien y dos cosas buenas que le causaron mal y a ellas les dedicó su existencia por completo.

Y HAY PEQUEÑAS ALEGRÍAS

Por Lida Prypchan

La apatía y la insensibilidad como denominador común de la sociedad actual

 

La apatía y la insensibilidad son características de nuestro tiempo. Gran parte de la población vive en ese estado. Se percibe en todas partes un clima de insatisfacción y los síntomas más claros de este vacío son la nostalgia por tiempos pasados, esa evocación de viejos momentos.

Entonces aparecen hombres con sus opiniones: unos dicen que carecemos de fe, otros afirman que carecemos de arte. Pero más sabio fue aquel que dijo: “padecemos de carencia de alegría. Y la alegría, el anhelo de una vida superior, la jovialidad, se ve entorpecida por tener como principio y fundamento de nuestro estilo de vida la prisa. Tenemos tanta prisa o mejor dicho la prisa se ha apoderado tanto de nosotros, que ha absorbido hasta nuestras escasas parcelas de ocio.

Y los que creen contar con esos pequeños momentos de ocio, tarde o temprano se encontrarán pasándolos de una manera tan apresurada que no los diferenciarán de los intervalos de trabajo. El lema de nuestra época es: “Más cantidad, más celeridad”…

La consecuencia lógica es el aumento constante del placer y la disminución progresiva de la alegría. Este placer deja su marca en los hombres: rostros enfebrecidos y ojos vidriosos. Y ¿quién tiene la receta universal contra esta situación tan deplorable?  Afortunada o desafortunadamente, nadie. Pero una vieja máxima sí puede dejarnos algún beneficio. La máxima reza así: “El disfrute moderado, es doble disfrute. Y no desatienda las pequeñas alegrías”.

La moderación y la capacidad de goce suponen volver a las cosas que en la vida moderna están atrofiadas. Estas cosas son: una cierta provisión de serenidad, amor y poesía. Lo que sucede con las pequeñas alegrías es que están desparramadas en la vida cotidiana y nuestros sentidos embotados no llegan a percibirlas.

Es a través de nuestros ojos, esa fuente inexhausta de delicias, que tenemos nuestro contacto diario con la naturaleza. Deberíamos intentar, al encontrarnos con algo bello, detenernos para admirarlo y empaparnos de esa belleza. De hacerlo, esa dicha nos duraría todo el día.

Poco a poco y sin esfuerzo, el ojo sería el mediador de diversas sutiles sensaciones. A medida que los vayamos educando podremos, por medio de ellos, captar la gracia innumerable del diario vivir. El resto vendría solo. Lo importante es lograr abrir los ojos.

Cosas preciosas se ven cuando uno está dispuesto a observar, cuando se siente ternura a través de la naturaleza. Son las pequeñas alegrías y no las grandes, las que nos renuevan día a día.

LA HEREDERA

Por Lida Prypchan
Si ha habido algo criticable en las telenovelas del canal 9 venezolano – Venevisión – es el vil empobrecimiento de la imagen, representada por mujeres venezolanas, del género femenino.

Tal es el caso de la telenovela “La Heredera”, realizada en el año 1982. Haciendo un análisis simplemente de los primeros actores podemos darnos cuenta de ello.

Hilda Carrero, que hace el papel de Cristina, es una joven con un defecto físico en una pierna. Y aunque este defecto físico no debería incidir en su estructura mental, así sucede. Da la impresión que el defecto que padece corre hacia arriba hacia su cabeza, imposibilitándole pensar como una persona inteligente. Es inaudito que una mujer haya aceptado representar un papel tan denigrante.

Cristina es ingenua, se subestima, no se dice qué estudia o qué lee, o si tiene o no una carrera universitaria y si desea progresar, superarse, desarrollarse en el plano intelectual. No, nada de eso está destinado a una mujer. Su rol es pasivo hasta lo indecible. Tiene dos primitas por las que se deja apabullar.

No se la observa dando una opinión ni teniendo una conversación interesante con alguien. Sólo vive para jugar con muñequitos, para hablar con su abuelita, para pensar en un mequetrefe y para construir castillos en el aire, que no existen ni existirán nunca.

El caso de Eduardo Serrano es bastante diferente: es un abogado irresistible (así lo demuestra), que después de jugar con los sentimientos de la prima de Cristina, la abandona para comprometerse con Cristina ya que le interesa su fortuna. Lo presentan como un galán, hacen de él un mito sin base.

Sin base puesto que no posee las cualidades para conquistar a una verdadera mujer. Primero y principal no se puede decir que este actor tiene belleza física porque su sonrisa inspira más bien ganas de llorar; segundo, su papel consiste en engañar a las mujeres, es un simple vividor. Sus opiniones son absurdas para nuestro tiempo. Se comporta como un cavernícola vestido con trajes actuales. ¡Es un verdadero desastre!

Y por último quisiera comparar esta telenovela venezolana con una telenovela brasileña que transmitieron en ese mismo año los días miércoles en el ya desaparecido canal estatal venezolano Televisora Nacional – también conocida como TVN o Canal 5 – titulada Una mujer llamada Malú. A pesar de haber tenido unos momentos menos estelares que otros, eso no impidió que esa telenovela fuese motivo de orgullo para la mujer.

Sumado al hecho que la primera actriz trabaja muy bien, su papel es progresista. Se trata de una socióloga que se divorcia, que sufre esta incómoda y desagradable experiencia vital, pero que sale adelante. Sale adelante porque tiene madera para ello: tiene personalidad, ideas propias, firmeza en el carácter, le encanta progresar y mira la vida como un mar de posibilidades para su desarrollo como persona. Y no por ser antinacionalista digo esto. Cuando algo tiene calidad, la tiene y ya está.