EL PADRE DE LAS LENGUAS MUERTAS 2300 ¡QUÉ PRODIGIO DE MUNDO!

Por Lida Prypchan

Estamos en el año 2300. ¡Qué prodigio de mundo! – exclamaría con entusiasmo y estupefacción mi tatarabuelo. En el presente, el ser humano se dedica por entero – en cuerpo y alma – a la cultura y a la ciencia, a la investigación y a la creación.

Además el hombre actual carece de lo que llamo “pasiones estériles”: la envidia, el rencor, el odio y otros tantos sentimientos denigrantes que abundaban en el pasado.

Un grupo de 200 hombres, contando con la concretización del Túnel del Tiempo y de la sustancia cristalita que los hace invisibles para todos excepto para sus camaradas, fueron seleccionados para llevar a cabo una investigación histórica en la Venezuela del año 1982. Dicha investigación consistía en averiguar el uso dañino o benéfico que se le daba a la palabra.

Una vez finalizada esta investigación el informe con sus resultados tenía que ser presentado ante la Asociación de Escritores que conmemoraba el mes del idioma.

Partieron los 200 exploradores y al cabo de 15 días sólo regresaron 70. Ellos se entrevistaron con el director de la investigación y le expresaron su satisfacción en relación a la Venezuela del año ‘82. Para su suerte habían presenciado la vida de personas cuyas metas eran el respeto, la comunicación, la sinceridad, la lealtad y el amor.

El director, al quedarse solo, se preguntó: ¿Y qué sucedió con el resto de los exploradores?  Para averiguarlo decidió embarcarse en el Túnel del Tiempo.

Al llegar al lugar de estudio encontró a sus camaradas muertos, con caras de espanto, horror, desprecio y asco. Tomó las riendas del asunto y comenzó a observar el uso que le daban a la palabra estos seres que habían sido observados por los exploradores que habían perecido.

¡Semejante espectáculo!  Casi no lo podía creer. Ahora comprendía por qué sus hombres habían muerto tan desilusionados de sus antecesores. Se dio cuenta de que en el año 1982, algunos hombres escudándose a través de la palabra eran capaces de lo peor: injurias, calumnias, mentiras, sobornos, engaños, fraudes, filfas, maulerías, mangancias, burlas, estafas, señuelos, embelecos y trucos sucios.

En uno de los hogares en que se encontraba se posesionó de unas tijeras y les cortó las lenguas a esas personas.

Retornó a su casa, preparó el informe y al tenerlo listo lo presentó ante la Asociación de Escritores. Después de escucharlo y llenos de júbilo lo condecoraron con un titulo jamás antes creado. Desde ese día lo llamaron “El padre de las lenguas muertas”.

Con voz firme e invulnerable ánimo, el presidente de dicha Asociación expresó para llevar el acto a su fin: “Señores, estamos seguros ahora de poder realizar de nuevo una investigación histórica sin el obstáculo y la intromisión de lenguas viperinas que merecen estar muertas”.