Por Lida Prypchan
Esta obra, del novelista ruso Fedor Dostoievski (1821-1881), aunque no es considerada su obra maestro, es, sin duda, una novela que merece ser leída, analizada y admirada por todos nosotros y el mundo entero.
Lo más importante de esta obra es el estudio psicológico del delito y del delincuente: cada latido, cada pensamiento de su protagonista es analizado minuciosamente por el autor.
Argumento de “Crimen y Castigo”
El designio
Un Estudiante, de poderosa inteligencia y vasta cultura-Rodión Raskilnikov-, se halla en San Petersburgo (Rusia), hundido en la más negra pobreza. Al comenzar la novela, sale de su casa y se dirige a la casa de la prestamista Alena Ivanovna, mujer innoble y mezquina, con quien ya ha tenido trato en anteriores apuros pecuniarios.
No es un apuro económico lo que allí le conduce, sino un plan preconcebido. Mientras la vieja va a buscar el dinero, el estudia atentamente las dimensiones, entradas y salidas de la habitación, el lugar de donde la usurera saca las llaves, y de donde, luego, saca la cantidad ofrecida, el ruido de los pasos en el suelo, y hasta el eco de la campanilla. Bajando la escalera, se pregunta cómo pudo ocurrírsele idea tan espantosa. Pero se mete en la taberna, y después de beber unos vasos, la antigua tentación vuelve a atormentarle. En la taberna conoce a Marmeladov, un antiguo funcionario, impenitente borracho cuya situación es la más espantosa que pueda imaginarse: su mujer esta tísica y le odia, sus hijitos no tienen pan que llevarse a la boca; su hija mayor se ha dado a la mala vida para llevar unas monedas a su casa.
Rodión, al regresar a su casa, encuentra una cariñosa carta de su madre. Aunque las noticias son buenas, a él le causan más amargura que satisfacción. Dunia, su hermana, ha sido arrojada de la casa de donde servía como institutriz porque el señor se ha enamorado de ella, y la señora, celosa, la ha puesto de patitas en la calle. Como compensación a esa desdicha, Dunia ha conocido a un hombre: el señor Pedro Petrolice Lugin, individuo perteneciente a la alta curia, que le dobla la edad y además es frio, reservado y altanero, pero está dispuesto a casarse con ella. Dunia accede al casamiento, que no es, claro está, ningún matrimonio por amor.
Rodión comprende lo tremendo del sacrificio de su hermana, y se promete a si mismo que no se llevara a cabo, si él puede evitarlo. Entonces vuelve a su mente aquel proyecto, rechazándolo una y otra vez.
El crimen que el planea no es el de un criminal impulsivo, nato; se trata de un crimen intelectual, realizado en virtud de un razonamiento poderoso, al parecer, pero engañoso, al fin, pues el mal no deja de ser mal, pese a todos los razonamientos. Raskolnikov se dice que Alena Ivanovna es una vieja infame, que no es sostén serian salvadas de la miseria con el dinero de la vieja. Con estas reflexiones Raskolnikov acaba de decidirse: realizara este acto terrible, del que, de antemano, se ha absuelto ya.
El delito es realizado con entera frialdad y preparado sin descuidar detalle. Aislado en su cuartucho confecciona una trenza, y forma con ella un nudo corredizo, que adapta a su paletot. Quiere ejecutar su designio con un hacha, que meterá bajo el paletot. Luego confecciona el objeto que quiere llevar a empeñar y que le daré entrada en casa de la prestamista. Este objeto, que no es más que un trozo de madera al que une una fina placa de hierro, lo envuelve en un papel blanco y lo ata de un modo que resulte difícil suele salir para largo rato a fin de apoderarse del hacha. Se apodera de ella y sale a la calle.
Alena Ivanovna está sola y no desconfía del estudiante, porque lo conoce de otras veces. Mientras ella se esfuerza por deshacer el paquetico, el levanta el hacha y, maquinalmente, lo deja caer sobre la vieja. Raskilnikov toma las llaves y corre a la cómoda en busca del dinero. E inmediatamente le acosa un deseo insano, loco, de dejarlo todo, de huir, huir… En ese momento llega Isabel, hermana de la víctima, y Raskilnikov al ver que esta va a gritar, levanta contra ella el hacha y consuma un segundo asesinato.
Después ya no piensa en robar, sino en ponerse a salvo. Cierra bien la puerta, lava cuidadosamente el hacha y se quita las manchas de sangre de las botas. Su instinto, ahora superior a su razón, lo lleva a ocultarse en un piso desalquilado de la misma casa, y luego a huir, con fingida serenidad. Raskolnikov llega al fin a su cuartucho, a tiempo de devolver el hacha al desván de la portería. Y alcanza por ultimo la seguridad de su lecho, donde se tiende a descansar.
El Castigo
En principio no es remordimiento, sino miedo terrible de ser descubierto, lo que de su mente las huellas del crimen cometido. Los obreros que pintaban el piso desalquilado, donde él se oculto, después de cometer el crimen, son detenidos y acusados del asesinato. Su amigo Razumikin y su criada cuidan de él. Gracias a ellos no muere si se delata en su delirio. Sin embargo, hay una cosa cierta en sus temores: la intromisión en su vida de Porfirio Petrovich, juez de instrucción del distrito y pariente lejano de Razumikin. A todas estas, Razumikin qu4e no sabe que fue su amigo Rakolnikov quien cometió el crimen, se obstina en salvar de las garras de la justicia al pintor de fachadas que acusan del homicidio, y esto le lleva a estrechar sus relaciones con su pariente el juez.
Dos nuevos acontecimientos le dan un leve impulso de vida. El borracho Marmeladov, al que conoció en la taberna, ha sido atropellado por un coche, y él se encarga de llevarlo al antro de su casa. Donde muere. Raskolnikov se deshace de todo cuanto posee por ayudar, en su pobreza, a aquella familia desdichada. Con este los suyos, y se enamora de ella tiernamente. El otro acontecimiento es la llegada de su madre y de su hermana a San Petersburgo. Razumikin se enamora locamente de Dunia, la hermana de Rodión, Porfirio Petrovich abriga sobre el crimen lo que se llama convicción moral, ya que ha encontrado un artículo de Rodión, llamado “Acerca del Crimen”, publicado por el a su salida de la Universidad, en el que divide a los hombres en ordinarios y extraordinarios; los primeros deben vivir en la obediencia; los segundos tienen derecho a prescindir de todas las leyes y violarlas si se oponen al pleno desarrollo de su personalidad. ¿Se considera Rodión ese hombre extraordinario en quien era legítimo hasta el crimen? Porfirio se dedica a averiguarlo y Raskolnikov a desorientarle. Raskolnikov llega a portarse de una manera tan extraña, que le toman por loco.
Un día Porfirio Petrovich le presenta a un detenido que se confiesa autor del asesinato. La bestial alegría que se pinta en el rostro de Rodión ¿no es un dato más para Profirio? Raskolnikov no puede más con el acoso, con el peso de su secreto, y se lo cuenta todo a Sonia. Esta al principio no le cree. Luego le hiere la evidencia. Lo abraza y le jura que iré con él a la cárcel… porque naturalmente, ella espera que se delate y vaya a espiar su crimen. El duda y teme, pero a través de un largo proceso psicológico llega a la conclusión, de que lo que le aconseja Sonia es lo mejor. Y el mismo corre a la delegación de la policía, donde se entrega.
La Expiación
Rodión es conducido a Siberia. Sonia lo acompaña. Dunia y Razumikin se casan y ocultan a la madre la tragedia de su hijo; al fin, la pobre muere.
Sonia era tan feliz y aquella dicha ofrecía una sorpresa tan grande para ella, que hasta casi la asustaba. ¡Siete anos, solo siete años! En la felicidad de las primeras horas, poco falto para que una y otro consideraran aquellos siete años como siete días. Pero aquí comienza otra historia: la historia de la lenta renovación de un hombre, de su paso gradual de un mundo a otro.