LA MADRE ENFERMA

Por Lida Prypchan

Muchas mujeres heredan a una mujer “loca” interior que ha torturado a sus madres y que las han hecho enfermar. Algunas veces, la enfermedad es física y la madre es una inhabilitada y no puede estar activa. Ciertas madres inválidas, sin embargo, usan su dolencia como un poder para atar emocional y psicológicamente a sus hijas.

La enfermedad materna puede ser emocional y, como resultado, reflejarse en una crisis nerviosa o una demencia o puede estar relacionada con una adicción al alcohol y/o a las drogas. En muchas de estas enfermedades, el ego materno está fragmentado. Ella arroja a su hija a la confusión porque vive en el caos. Vive dividida y trata de separar a los miembros de la familia para poder ser el centro.

Necesita a su hija para verse reflejada en ella y poder sentirse segura y centrada. La hija de este tipo de madre siente que debe ser ultra cuidadosa ya que le han hecho sentir culpable e insegura y tiene miedo del problema de salud de su madre o de su condición nerviosa. Y peor aún, vive con el miedo de terminar enloquecida, adicta o enferma como su madre.

Todos nosotros, hasta cierto punto, sufrimos las heridas de la locura materna. La reconciliación con la madre es esencial para nuestra curación; sin embargo, comúnmente no es posible reconciliarse con la madre real, debido a que ella puede estar atrapada en su propia locura, imposibilitada para escuchar; puede que esté muy enferma o que haya muerto.

En estos casos puede ayudar escribir una carta a la madre, ya que en la escritura se puede aportar curación de las heridas internas. Otra manera de restaurar la armonía con nuestras madres es por medio del ritual. Por ejemplo, un grupo de mujeres que se reunían una vez a la semana para trabajar el tema de lo femenino, decidió dedicar un día para hacer ciertas ceremonias, pensando que con ello podían soltar la ira acumulada que sentían hacia sus madres.

Cada mujer se hizo pasar por su madre, se vistió tal como ella lo hacía y trató de contar su vida. De esta manera estas hijas se dieron cuenta que sabían muy poco sobre sus madres. Al hablar imitando la voz de sus madres, tomaron conciencia sobre cuán atrapadas podrían encontrarse.

Al oír los mensajes de la niñez, “no refunfuñes”, “haz lo que esperamos de ti”, pudieron percatarse de lo duro que había sido liberarse del control de la generación anterior. El ritual ayudó a estas hijas a soltar el dolor y la ira, pero no de la manera que ellas esperaban.

Todo esto les dio la ocasión de ofrendar en sacrificio los recuerdos soterrados y las proyecciones dirigidas a la madre. Al encontrarse así con sus “madres locas” la mayoría de estas mujeres aumentaron su nivel de compasión hacia sus madres y estuvieron listas para sanar su madre interior.