LA LOCURA A TRAVÉS DE LA HISTORIA

Por Lida Prypchan

Pedro El Cruel, Rey de Portugal

Pedro I, más conocido como Pedro el Cruel, era el hijo de Alfonso IV de Portugal. Pedro fue, sin lugar a dudas, el mejor ejemplo de la criminalidad psicopática: se levantó en armas contra su padre, persiguió a sus hermanos a muerte y terminó envenenando a su propia hija. Cuando su padre, Alfonso IV murió, lo sucedió en el trono.

Pedro era débil e impulsivo, tenía de su padre la altivez de los tímidos y el tartamudeo ceceante de los hipersensibles. Desde niño sufría desvanecimientos y era víctima de paroxismos de furor. Era también magnánimo, justiciero, valiente e incondicional con sus leales. En él florecieron de la misma forma la susceptibilidad, el resentimiento, la carencia de tacto y la ferocidad.

“Era corpulento de cabeza redonda, frente leal, boca ancha, gruesa y franca, y con ojos… ojos grandes y negros, pero risueños en el buen trato, ojos impulsivos y con extremada vivacidad, lo mismo en la rudeza que en la dulzura. Gestos rígidos, paso recio y habla tartamuda…  Toda su expresión era desmedida. Por su sencillez, hacía amigos fácilmente. Nada mesurado y de lealtad áspera, sólo se sentía a gusto entre personas de amplia franqueza”.

El drama comienza a vislumbrarse el mismo día de su boda. En el cortejo de su esposa, la dulce Doña Constanza de Castilla, figura una dama: Inés de Castro, de notable belleza, de la que Pedro El Cruel se prenda desde el primer momento. Inés también corresponde a las solicitudes del Príncipe. Doña Constanza, finge ignorar las relaciones de su marido con su mejor amiga. La hace madrina del hijo que va a nacer. El hijo nace y la madre muere. Desde ese mismo instante, no hay barreras ni disimulos para los enamorados. Don Pedro instala a su concubina en el Palacio de Santa Clara.

Antero Figueiredo observa: “en aquella  época feliz, el rey Pedro daba muestras, sin que nadie supiese por qué, de melancolía y su alma se ensombrecía de repente. Invadido por una tristeza salvaje, era intratable y pasaba por huraño. También, lo más insignificante le levantaba el ánimo o le perturbaba y enfurecía. Descontento y devorado por íntimas aspiraciones no expresadas, vivía en una incertidumbre, como si en su corazón cerrado chocasen sucesivos anhelos próximos a estallar”.

Los años pasan y nacen tres hijos. Don Pedro proyecta en ellos su sucesión, pero por desgracia, su padre, el rey Don Alfonso, no piensa lo mismo. Parece que los hijos de Inés y el abandono que hace Don Pedro del hijo de Constanza, el Príncipe Fernando, reactivan sus sufrimientos infantiles de cuando su padre lo postergó en su afecto por los hijos de una manceba. Por ese motivo, se levantó dos veces en armas contra él. Por ese mismo motivo, fue un obseso de la fidelidad conyugal y dictó severas medidas contra el concubinato; es el motivo por cual tampoco puede Don Alfonso, soportar que su hijo viva con una barragana.

Don Alfonso se identifica con su nieto, el huérfano y abandonado hijo de Constanza, y la imagen de sus hermanos que tanto le hicieron sufrir en su juventud. Por ello decreta la muerte de Inés. Aprovechando la ausencia de su hijo y, comandando personalmente a los verdugos, llega una tarde bruscamente al Palacio de Santa Clara. Los verdugos cayeron como fieras sobre Inés. En presencia de sus hijos, entre gritos, lamentos y maldiciones, le fue cortada la cabeza.

Don Pedro al saber la noticia se vuelve loco. Pasa alternativamente de la crisis de furor a la depresión más profunda. Los desvanecimientos de su juventud se acompañan ahora de convulsiones. Llora desolado como un niño y destroza al mismo tiempo, todo cuanto se encuentra a su paso.

Escribe Figueiredo: “Don Pedro echa espumarajos, los ojos estrábicos anuncian epilepsia, la boca fruncida escupe ira y, de la garganta contraída sale el mismo grito de súplica, cólera, lástima y pasión… Arde su cerebro. El menor ruido es para sus oídos aguda puñalada que le atraviesa la cabeza de lado a lado”.

El remordimiento de haber abandonado a Inés a merced de sus enemigos lo atormenta y, ésta idea brilla en un desequilibrio monstruoso que lo señalará en la historia. “… La fiebre que tuvo el infante a las puertas de la locura y la muerte, le afectó para siempre el cerebro ya tarado que tenía…”

Seguido de sus incondicionales, le declara la guerra a su padre. Las hordas de Don Pedro siembran el terror por donde pasan. Desde Coímbra a Oporto, los árboles se inclinan bajo el peso de los ahorcados. El furor epiléptico no tarda en agotarse. El príncipe cayó en un estado de indiferencia extraña. Padre e hijo se reconcilian. Don Alfonso le concede la alta y baja jurisdicción del reino, para demostrarle su confianza y afecto. El pueblo, sin embargo, se santigua cuando ve a aquel príncipe pasar a galope por sus calles en busca de una imaginaria presa de caza.

Remata a los animales con sus propias manos, provocándose un extraño fulgor en la mirada cuando sus manos se tiñen de sangre. Con el mismo rigor, persigue a cuantos faltan a la ley. Lleva siempre un látigo con el que flagela a los culpables. Asiste a las torturas de los reos y más de una vez sustituye al verdugo. Se muestra inflexible y rígido en la aplicación de la justicia.

A la mujer de un comerciante sorprendido en adulterio, la hace quemar viva en la plaza pública y, al marido lo condena a que corra con los gastos de la ejecución. Hace justicia en la Plaza Mayor, vestido totalmente de negro y rodeado de perros gigantescos. Sus penas son tremendas y varían según el ánimo.

Al sentir que su fin se acerca, el rey Don Alfonso aconseja a los que tuvieron algo que ver con la muerte de Inés, que pongan tierra de por medio entre ellos y su hijo. Tan pronto murió Don Alfonso, Don Pedro da la orden de arrestar a todos los victimarios de Inés. Dos de los asesinos son torturados hasta lo increíble. Finalmente el rey les hace arrancar los corazones todavía vivos y los devora ante el espanto del pueblo que contempla aterrado aquella escena.

Desentierra el cadáver de Inés, lo sienta en el trono y, obliga a toda la realeza a que le rinda homenaje besándole la mano. Su paroxismo de furor y desesperación se alternan con los de alegría patológica. Organiza grandes festines populares donde baila incansablemente hasta caer rendido.

Diez años reinó Don Pedro. A los 47 años dejó este mundo, el fiel amante de Inés de Castro, quien no pudiendo reinar en vida, reinó después de morir. Algunos autores consideran como demente a Pedro el Cruel de Portugal, en tanto que otros le tienen por justiciero y amante del pueblo.

Pedro el Cruel, en opinión de los psiquiatras, es un enfermo mental severo;  muy probablemente esquizofrénico, o en el menor de los casos, psicópata paranoide sanguinario. Su violencia y sus desmayos, les hacen pensar en la participación de un gen epiléptico.

 

LA IDEA FIJA

Por Lida Prypchan

Situémonos a principios del siglo XV, cuando Francia se encontraba en el caos; sumida en una guerra civil, es invadida por los ingleses en una nueva arremetida en la Guerra de los Cien años. Habiendo ya conquistado el norte de Francia, viene el último y más audaz de los pasos: sitiar la ciudad de Orleans, barrera  protectora en el Valle de La Loira que protegía el sur del país.

El rey Carlos VI, perseguido por crisis psicóticas intermitentes tomaba decisiones catastróficas o simplemente, se quedaba inmóvil, sin hacer ni resolver absolutamente nada. Su entorno se deshace en luchas de poder, generando una guerra civil. Al iniciar la tercera década del siglo, el panorama es el siguiente: del lado inglés muere Enrique V de Inglaterra en 1422, y su hijo, Enrique VI, es un bebé de nueve meses.

Del lado de Francia, Carlos VI, totalmente incapacitado por su enfermedad mental firma un tratado en 1420 reconociendo a Enrique V como su sucesor, también muere en 1422 y Enrique VI es sucesor al trono de Inglaterra y de Francia. Pero lo sucede Carlos VII, a quien su padre en medio de su psicosis había declarado bastardo.

En estas circunstancias, sólo reinaban la desolación y el inconformismo ante el predominio avasallante y acelerado de Inglaterra que devoraba tierras francesas. Únicamente una fuerza extraña y sobrenatural – o alguna de esas cosas que parecen increíbles y hasta infantiles, pero que suceden -, podrían salvar esta situación. Aparece en escena una jovencita de dieciséis años, que dice haber recibido un mensaje divino que le indicaba la urgencia que de ella tenía Francia para salvarse de Inglaterra.

Insólito resulta al percatarse de que se trata de una joven campesina, que no sabe leer ni escribir, que no recibió una educación religiosa sino la de sus padres y del cura de la aldea. Y a pesar de parecer una locura de pies a cabeza, se le permite hablar con Carlos VII. Aún sin conocerlo y habiéndose escondido entre los cortesanos, ella lo reconoce y le proporciona el trato que se merece: lo llama “Delfín” o sea heredero del rey de Francia.

Va vestida de hombre, porque así lo ha resuelto. Y la llaman “doncella” que significa virgen. Es un detalle importante porque en la Edad Media reinaba la idea de que la virginidad de la mujer era un don de pureza extraordinario, que la ponía por encima de los demás mortales. Existe para completar, el significado que en esa época le daban a la virginidad, una leyenda medieval en que se hace un mito del Unicornio porque nadie puede domarlo, con excepción de una virgen pura. Es decir, la virginidad no es sólo pureza sino poder sobrenatural que vence a las bestias indomables.

Ella se presentó ante Carlos VII vestida de hombre y esto también tiene sentido mágico. Este hecho simboliza adquirir las virtudes viriles, lo cual es magia. Una de las formas de la magia consiste en asimilar el ser de otra persona distinta, tomando cosas que le pertenecen. En ella existía una simbiosis de poder masculino y femenino, puro y decidido; un dominante y subyugador encanto sobrenatural. No obstante, hay una duda acerca de las extraordinarias proposiciones de esta joven: ¿es una enviada del diablo o de Dios?

Ante semejante confusión, la jovencita propone tres metas: 1) liberar a Orleans del asedio de los ingleses, 2) penetrar en el territorio dominado por los ingleses y llegar a la población de Reims, que era tradicionalmente el lugar donde los reyes de Francia eran consagrados, para proclamar allí a Carlos VII – quien sería verdaderamente el rey de Francia, esta consagración simbólica tenía un gran valor sentimental para el país – y, 3) arrojar al mar a los ingleses y reunir de nuevo todo el reino de Francia bajo la corona de su rey natural. Carlos VII accede y pone bajo su mando los mejores hombres de su ejército.

Estos experimentados guerreros que la acompañan sienten lo que no han sentido ni sentirán jamás: les parece estar cumpliendo una misión sobrenatural, ¡Sienten que van protegidos por la fuerza de los dioses!  ¿Y qué logran?  Logran cumplir los dos primeros propósitos. Juana de Arco proclama en Reims a Carlos VII como rey de Francia.

Pero sucede algo inesperado: en una lucha, si se quiere, periférica, cae prisionera y, después de una serie de trámites, va a parar a manos de los ingleses quienes, a como dé lugar, tienen que anular la proclamación de Carlos VII. Pretenden, a través de un juicio teológico, demostrar que ella no es una enviada de Dios, sino del diablo y que, por lo tanto, todo lo realizado por ella no tiene validez alguna. Con mucha habilidad, sin aparecer ellos, la entregan al juicio de unos doctores en Teología de la Universidad de París, a cuya cabeza está el célebre obispo Pierre Cauchon. Él y sus secuaces lo que quieren es sencillamente condenarla y borrar del mapa sus logros.

Pero, por más que tratan de confundirla con extrañas y extravagantes preguntas, no lo logran;  ella responde con llaneza y sinceridad. Sin embargo, como se ha decidido desecharla, luego de un proceso de varios meses, la condenan a morir en la hoguera. Entretanto, el Delfín, Carlos VII, no mueve ni un dedo por quien ha hecho tanto por él. No intenta rescatarla, está sumido en la quietud más absoluta. Juana de Arco, completamente abandonada, es llevada al suplicio. Varios de los soldados ingleses que presencian el martirio lloran.

En 1456, Carlos VII resuelve hacer un proceso de rehabilitación y se comprueba la gran injusticia cometida contra Juana de Arco. En 1920, el Papa Benedicto XV la canoniza y la proclama Santa Juana de Arco.

Juana de Arco es una figura que, casi más que a la historia, pertenece a la leyenda y que es tal vez la gloria más pura de Francia y casi seguramente la más conmovedora figura de la historia. Pienso que la vida de Juana de Arco nos lega un mensaje de profundo patriotismo, humanidad y hasta lástima por la suerte que le deparó finalmente el destino.

Cuando leo sobre héroes y observo la cantidad de injusticias que con ellos se han cometido, se afianza más en mí la idea de que nada de lo proveniente de la humanidad es completo:
1) Cuando hay héroes, hombres sacrificados y bondadosos, la humanidad, a la hora de la verdad, les da la espalda (por ejemplo: Simón Bolívar ¡tanto sacrificio para morir de esa manera!) o
2) Cuando, por lo explicado en el aparte 1, un país o a veces hasta la humanidad entera decide no soñar con convertirse en héroe.
En otras palabras, ¿Quién hoy en día quiere ser un héroe?  ¿Quién tiene la valentía de sacrificar incluso la propia vida por un objetivo noble?

EL MÉDICO DEL DESNUDO ESPANTO

Por Lida Prypchan

La angustia como sufrimiento representa una crisis existencial,
un cuestionamiento del significado de nuestra vida

 

Los enfermos del estómago frecuentemente tienen estados de ánimo
típicamente emotivos, angustiosos, desagradables, amargos 

La angustia como sufrimiento representa una crisis existencial, un cuestionamiento del significado de nuestra vida. Los enfermos del estómago frecuentemente tienen estados de ánimo típicamente emotivos, es decir, son angustiosos, desagradables, amargos.

La mente puede afectar de un modo sorprendente el cuerpo. A este respecto, son frecuentes los dos siguientes casos: 1) existen individuos que, a causa de la angustia comienzan a sufrir molestias imaginarias, pero que ellos perciben como reales y, 2) hay otro tipo de individuos con determinadas características en su personalidad que ocasionan una enfermedad real en sus cuerpos.

Un ejemplo típico del segundo caso es la “úlcera gástrica”, una enfermedad psicosomática. De estas explicaciones inferimos los dos objetivos de este artículo: 1) la angustia y 2) las enfermedades psicosomáticas.

La Angustia o La Nada

Un hombre siente malestar. Consulta al médico. Después de realizarle varias evaluaciones físicas, el médico le dice: “Usted no está enfermo, lo que siente es un malestar imaginario”. Tras estas palabras, le aconseja distraerse, o le recomienda ejercicios de voluntad, como “tenga bríos”, y lo remite a un psiquiatra. El hombre intenta sobreponerse, pero los malestares físicos y la angustia, solos o acompañados de tristeza, continúan y posiblemente con mayor intensidad.

Finalmente se decide y consulta un psiquiatra. Este, en el curso de las entrevistas, le enseñará a percibir las muchas maneras en que la angustia puede manifestarse. Pero ¿qué es la angustia?  ¿En qué se diferencia del miedo?

La angustia es: “el estado de espíritu del individuo en el que percibe y siente que su existencia está amenazada por la ruina, que puede hundirse con todo y convertirse en nada”. Se interpretaría de la siguiente manera: cuando nacemos venimos de la nada y cuando morimos nos dirigimos hacia la nada. Lo más esencial de  la angustia, es el miedo a la muerte, esa nada a la que nuestra finitud nos conduce.

A este estado se le ha llamado “angustia existencial”, de la cual se deriva la “angustia psicológica”, que puede ser normal o patológica. La “angustia existencial” – la cual también es llamada el “Desnudo Espanto” – expresa la conciencia íntima de la propia finitud. La “angustia psicológica” es el extraño método por el cual el individuo llega a padecer malestares imaginarios que, en verdad, siente como reales.

La angustia se diferencia del miedo, en que el miedo es producido por una amenaza real, mientras que la angustia es una amenaza desconocida, ilocalizable e indefinible. La angustia es el eco de la nada. La nada significa negar. La angustia como sufrimiento representa una crisis existencial, un cuestionamiento del significado de nuestra vida.

Las Enfermedades Psicosomáticas: la Úlcera Gástrica

Una gran cantidad de personas padece malestares gastrointestinales. Sin duda alguna, entre estos malestares gastrointestinales, las úlceras en el estómago y el duodeno representan las formas más relevantes. Estas patologías, según los especialistas, amenazan con convertirse en una auténtica epidemia.

El panorama a nivel mundial es el siguiente: si se comparan las dos guerras mundiales, se observa que en el ejército inglés, por dar un ejemplo, el número de licencias a causa de úlceras gástricas, fue treinta y tres veces más elevado, lo que demuestra un aumento pavoroso. Después de la guerra en América, se contaban registrados seis millones y medio de casos de úlcera. En 1945, había un caso de úlcera clínicamente diagnosticado por cada treinta habitantes;  todos los países de Europa del Norte ofrecen el mismo espectáculo y, en Suecia aumentó de una manera alarmante esta enfermedad especialmente en los niños.

La úlcera gástrica es una enfermedad particularmente notoria en la vida familiar y social debido a la frecuencia de las recaídas (60 %) y por ser una “enfermedad que se presenta en los mejores años”; se apodera del hombre en la edad en que debería encontrarse en la plenitud de sus facultades físicas y psíquicas. Se sabe que los indios y los javaneses no conocen tal enfermedad, mientras siguen su ritmo de vida habitual, pero en cuanto se incorporan a la civilización occidental comienzan a padecerla.

Es del dominio público que los enfermos del estómago – los viejos dispépticos que sufren de acidez, meteorismos,  digestiones lentas y pesadas – muestran frecuentemente estados de ánimo típicamente emotivos: angustiosos, desagradables, amargos. Desde hace algunos decenios se ha venido estudiando científicamente esta patología.

Fueron los estadounidenses fuertemente embebidos en el psicoanálisis quienes, junto a Alexander y French, estudiaron por primera vez los factores psicológicos que estaban involucrados en las personas que padecían úlceras. Según ellos estas personas, en su infancia fueron niños afectivamente insatisfechos, necesitados de lactancia y cuidados, a quienes se les ha dicho demasiado a menudo: “debes ser laborioso, hábil, trabaja, de otro modo, no harás nada en la vida”.

Su misma conciencia considera la necesidad de protección como una debilidad, el infantil deseo pasivo de recibir amor y calor es rechazado como una deficiencia del carácter y, se busca compensación a través de una vida activa, esforzada, con evidentes deseos de dominación…  aunque a veces bajo el aspecto de la entrega filantrópica.

El tipo de persona más frecuente, en estos casos de úlcera, es el ambicioso, el agresivo, el ávido que quiere acaparar el prestigio, la estima y el afecto que le negaron en la infancia. Sin embargo, detrás de esta fachada late su más profundo y secreto deseo: ser protegido, amado, mimado (hasta amamantado se ha llegado a decir, recordando la dieta de leche que se le da a las personas que padecen esta enfermedad).

El conflicto inconsciente entre: la “necesidad de dependencia y ayuda” violentamente reprimido y, el “espíritu de revalidación y autoafirmación excesivamente proclive a nuevas empresas, cargos y responsabilidades”, serían el catalizador de los impulsos nerviosos que, provocando la hipersecreción y la contracción gástrica, daría lugar a una úlcera gástrica. Estas personas ven por todas partes peligros, insidias, rivales contra los cuales deben abatirse, hasta que el dolor los paraliza y los obliga a reposar sobre las espinas de su irreflexión. En todo caso, y tomando en cuenta las infinitas variantes y excepciones que toda vida humana presenta, las personas con úlcera muestran un planteamiento equivocado de su existencia.

El novelista italiano Votaliano Brancati,  en su obra Paolo II Caldo, dice: “Si suprimiésemos todas las consecuencias patológicas de la imprudencia, la pereza, el exagerado sentido del honor, la idolatría, el dinero, la ambición del poder, el espíritu de venganza, el fraude en los negocios, la desesperación, no quedaría casi lugar para el sufrimiento físico. Se puede decir, que si no existiese en la Tierra el mal moral, el mal físico se retiraría de tal modo, que nuestro mundo sería irreconocible”.

“LO INCREÍBLE” EL FIN DEL ORGULLO

Por Lida Prypchan

Indudablemente Venezuela es el país de lo increíble. El primer hecho que lo demuestra, y que se ajusta como anillo al dedo demostrando la afirmación anterior, es cómo los creadores del programa “Lo Increíble” presentan hechos insólitos de todos los países menos del nuestro, teniendo Venezuela un vasto repertorio en esta materia.

Sin ir muy lejos, tenemos un buen ejemplo: las telenovelas. Los argumentos de sus guiones son tan increíbles que  limitan con el absurdo.

“¿Qué pasó con Jackeline?” es una muestra de ello. Otra mujer ocupa su lugar en el hogar. La protagonista – la verdadera esposa – sufre un accidente en el que queda desfigurada. Se somete a una operación y para su suerte, la convierten en una preciosa muñeca. Mientras tanto el esposo de Jackeline, aunque la nota extraña, no se imagina lo que está sucediendo. Al cabo de un tiempo, se enamora de otra mujer que es precisamente Jackeline, pero que ahora se llama Melisa Vidal. ¡Es increíble!  ¿O no?

“La Heredera”, indiscutiblemente, se lleva el primer premio. Una joven, Cristina Zambrano, que no sabía hacer nada sino jugar con muñecas, de pronto, de la noche a la mañana, decide encargarse de una empresa que está en quiebra. ¿No es esto “increíble”?  También decide operarse una pierna pues tiene un defecto y así, sin muchas complicaciones, como por arte de magia, se cura y ya no tiene ningún defecto. Por otra parte, una muchacha con un complejo de inferioridad e inutilidad tan grande como el que ella tiene ¿Cómo se va a deshacer de esas carencias tan fácilmente?

Pero, afortunada o desafortunadamente, esto no es lo más increíble que puede suceder en una telenovela  venezolana. La autora de “La Heredera” se las ingenia para que Cristina regrese al lado de Alfredo Méndez. Y al volver a su lado, después de la forma como él se comportó con ella, indica que la telenovela nunca tuvo que llevar por título “La Heredera” sino “El fin del orgullo”, “La arrastrada”, o cualquier otro nombre que esté más acorde con lo que la actuación de la mujer hace pensar.

Las o los autores de las telenovelas venezolanas conocen mucho al pueblo. Conocen muy bien la psicología de las personas que habitan en Venezuela. Saben que el masoquismo impera en Venezuela. Escuchan los gritos de ansiedad de los televidentes que imploran una alta dosis de emociones fuertes. Por eso en “La Heredera” vemos tantas escenas trágicas, violentas e increíbles, que si sucedieran en la vida real, estos casos merecerían ser analizados por un psiquiatra.

COMPITIENDO CON MARÍA BRAUN

Por Lida Prypchan

Seguramente María tenía la misma opinión que yo acerca del matrimonio. No me refiero a María Braun, aquella cuyo matrimonio duró un día y una noche. De la María que quiero hablarles es de otra: una vecina a quien veía desde el balcón de mi casa, durante mis noches de insomnio.

Ella y su novio se daban los besos más dulces y eróticos que yo haya visto en mi vida. Entre ellos había química, pero también física y matemática. Digo matemática porque desde que ella lo conoció se volvió amante del dinero, un ser apegado a las cosas terrenales.

Juntos, aparte de compartir deliciosos besos, preparaban exquisitos bizcochos y tortas; también vendían ropa: ella femenina y él camisetas para hombres, además él dictaba clases de Dibujo Técnico y ella de Puericultura en algún liceo de la ciudad. Digo que entre ellos había física porque un día de tormenta ella indignada se subió al techo y quería tomar con sus manos un cable de alta tensión.

Otra de las razones por las que considero su amor matemático, era porque él, de lunes a viernes, llegaba a la casa de ella religiosamente a cinco para las ocho de la noche, hora en que tomaba un cafecito negro, de ocho a nueve practicaban las lecciones que al día siguiente iban a dictar en el liceo, de nueve a diez veían la Dama de Rosa, de diez a once veían una de las mejores comedias venezolanas del momento, Roberta, y de once de la noche a una de la mañana se encerraban en un cuarto cuya ventana daba al callejón.

Las malas lenguas decían que allí él le daba clases de Quiromancia y Grafología pero mi intuición me dice que eran de Astrología, pues algunas mañanas en que la encontré me dijo: “Ayer por la noche vi las estrellas”.

Debía ser una sensación espectacular. Lo interesante es que cuando él le propuso matrimonio, ella se fue a España a comprar su ajuar. Eso sucedió el ocho de julio de 1977 y ésta es la fecha en que no ha regresado. Muchas especulaciones a este respecto hizo la gente de la cuadra, pero lo cierto fue que ella más nunca regresó, ni siquiera para venir a saludar a su ex novio.

Después de varios años me envió una carta en la que me escribía: “Decidí no casarme. Mi temperamento no es para estar aprisionada con un hombre el cual no sé si voy a amar por el resto de mis días. Si me hubiese propuesto concubinato, el asunto hubiese cambiado, pero matrimonio no, porque éste es la tumba del amor, no he visto papel que transforme más a las personas. Con la cotidianidad la relación amorosa se convierte en un asunto doméstico y yo no quiero que mi vida sea un asunto doméstico”.

LA INTUICIÓN

Por Lida Prypchan

“Un factor realmente valioso es la intuición”
Albert Einstein

 

La palabra intuición tiene acepciones ligeramente diferentes. La definen como una súbita comprensión o esclarecimiento de una situación, una idea luminosa que brota a menudo en el consciente y, que se nos puede ocurrir cuando no estamos pensando conscientemente sobre un sujeto determinado; pero también son intuiciones, aquellas que se nos ocurren de repente, cuando conscientemente consideramos un problema.

Acerca de esto, el príncipe Kropotin escribió: “Siguieron meses de pensar intensamente, con el fin de encontrar alguna significación en todo ese caos de observaciones dispersas, hasta que un día, y de repente, todo se volvió claro y comprensible como si hubiera sido iluminado con un rayo de luz…      No hay muchas alegrías en la vida que se igualen a la alegría del nacimiento de una generalización, que viene a iluminar la mente después de un largo período de paciente investigación”.

Algunas veces las intuiciones se presentan durante el sueño. Otto Locur, profesor de Farmacología de la Universidad de Gras, cuenta que una noche se despertó con una brillante idea, buscó papel y lápiz, y escribió algunas anotaciones. Al levantarse en la mañana se dio cuenta de que había tenido una inspiración durante la noche; sin embargo, por más que lo intentó, no pudo descifrar lo que había escrito.

Todo ese día en el laboratorio, trató de recordar la idea y entender sus anotaciones, pero fue en vano. Todavía a la hora de acostarse, no había sido capaz de recordar nada, pero durante esa noche y para su alegría, se despertó de nuevo con el mismo destello de inspiración; esta vez, se preocupó de anotar todo cuidadosamente antes de irse a dormir. El día siguiente, se dirigió a su laboratorio y en uno de los experimentos más simples, nítidos y definitivos en la historia de la Biología, comprobó la mediación química de los impulsos nerviosos.

La mayoría de los científicos están familiarizados con el fenómeno de la intuición. En un cuestionario hecho por los químicos americanos Platt y Baker, el 33 por ciento informó tener ayuda frecuente de la intuición, el 50 por ciento sólo ocasionalmente y, el 17 por ciento informó no tener ninguna ayuda. Estos últimos, no comprenden lo que es una intuición y, creen que sus ideas solo se derivan del pensar consciente. Puede que alguna de esas opiniones esté basada en un examen insuficiente del proceso de trabajo de nuestra propia mente.

No se debe pensar tampoco, que todas las intuiciones son correctas. Desgraciadamente las intuiciones, como productos de una mente humana falible, no son siempre correctas.

Psicología de la intuición

Las circunstancias más características de una intuición son las siguientes: un período de trabajo intenso sobre el problema, acompañado por el deseo de solucionarlo; abandono del trabajo, con dedicación en algo diferente y aparición súbita de la idea, a menudo acompañada de cierta sensación de certeza. Con frecuencia se siente regocijo y, tal vez sorpresa, de que esa idea no se le haya ocurrido a uno antes.

La psicología de este fenómeno no ha sido completamente entendida. Existe un acuerdo general – aún cuando no universal – respecto a la probabilidad que las intuiciones sean producto de las actividades subconscientes de la mente, la cual ha seguido considerando el problema, aún cuando tal vez la mente consciente no le preste atención.

El concepto de psicología de la intuición, antes expuesto, nos provee una explicación para la importancia de:

  1. La libertad de otros problemas y las preocupaciones competitivas.
  2. La ayuda que representan los períodos de descanso, al permitir la aparición de las intuiciones, porque estos mensajes del subconsciente no pueden ser recibidos por la mente consciente, si está constantemente ocupada o demasiado fatigada.

Existen varios casos de generalizaciones famosas, que se les han ocurrido a personas cuando se encontraban enfermas en una cama. Einstein refiere que su profunda generalización, al relacionar el espacio y el tiempo, se le vino a la mente mientras se encontraba enfermo.

Baker afirma que el momento ideal es cuando se está en la bañera y sugiere, que fue esta condición favorable la que ayudó a Arquímedes a descubrir su famoso principio y no el hecho de notar que su cuerpo flotaba. Los efectos favorables, tanto de la cama como del baño, se deben probablemente, a que no existen elementos de distracción y, al hecho de que todas las circunstancias ayudan a la fantasía.

Diversas personas han hecho notar la influencia favorable de la música; sin embargo, no todo el mundo está de acuerdo con esto. Algunas formas de música ayudan a las intuiciones: el goce de la música es muy parecido emocionalmente, al que se deriva de una actividad mental creadora, y la música apropiada induce cierta predisposición anímica, adecuada al pensamiento creador.

¡No hay nada mejor que la música para inspirarnos al escribir un poema!

Siempre y cuando ese tipo de música sea el ajustado para hacernos sentir en un estado de subconsciencia. Varias veces me ha sucedido, que he escrito un poema y, cuando pasados unos días lo vuelvo a leer, no me explico cómo pude escribir aquello: aflora la irrealidad del subconsciente.

Influye también el gran estímulo emocional que mucha gente experimenta cuando lleva a cabo un descubrimiento o tiene una intuición brillante. Probablemente, esta reacción emocional está relacionada con la cantidad de esfuerzo mental y emocional que se dedicó al problema. También contribuye a formar esa reacción, la liberación súbita de todas las frustraciones, que han estado asociadas con el trabajo en el problema en particular. A este respecto, es muy interesante anotar la afirmación de Claude Bernard: “Aquellos que no conocen el tormento de lo desconocido, no pueden obtener la alegría del descubrimiento”.

La sensibilidad emocional, es un valioso atributo para un científico; en todo caso, el científico notable debe ser considerado como un artista creador, y es totalmente erróneo pensar que el científico es un hombre que simplemente sigue las leyes de la lógica y los experimentos. Algunos de los grandes maestros del arte de la investigación, han poseído además talento artístico de otro tipo.

Tanto Einstein como Planck, fueron, además de músicos, amantes de la música: la que todo lo comprende. Pasteur y Bernard desde temprana edad, mostraron facilidades para la pintura y la literatura respectivamente. Sin necesidad de ir muy lejos, en Valencia, Venezuela, el Dr. Guillermo Mujica Sevilla, fue jefe de Cátedra de Histología en la U.C. anatomopatólogo, pedagogo, persona cultísima, amante de la literatura y la música, especialmente de la ópera; hombre sereno, tuvo tiempo para todo y para todos.

EL ESPEJO Y LA MÁSCARA

Por Lida Prypchan

El Alto Rey libró la batalla de Clontarf. En vista de su triunfo, habló con el poeta para que cantara su victoria y su loa. Le dijo: ¿quisieras que ambos nos hiciéramos inmortales? ¿te crees capaz de llevar a cabo lo que te he pedido? El poeta, tras una afirmación, lo puso al tanto de los largos estudios que hizo durante doce inviernos, lo docto que era en las disciplinas de la métrica. Satisfecho y cansado del discurso del poeta, el Rey dijo: dentro de un año recitarás tu loa ante la corte y el colegio de poetas. Esmérate, pues, y verás como la recompensa no será indigna de tus inspiradas vigilias. Cumplido el plazo, se presentó el poeta ante la corte y el colegio de poetas.

El poeta declamó su loa con seguridad y de memoria, sin omitir palabra ni letra por él tan bien limitadas. Mientras recitaba el poeta, el Rey lo aprobaba con la cabeza y todos lo secundaron imitándolo. Terminó su declamación y el Rey tomó la palabra: -Acepto tu labor. Te has guiado por los clásicos, es decir, de desaparecer su obra, podrías con la tuya sustituirla. Has manejado con destreza todo lo que hay referente a materia poética, incluyo aquí las rimas, los metros, la docta retórica. Todo está bien, mi querido poeta, pero nada ha pasado. ¿Qué quiero decirte con esto? me preguntarás. ¡En los pulsos no corre más a prisa la sangre! ¡Nadie profirió un grito de batalla, nadie opuso el pecho a los vikingos! ¡Y para finalizar déjame decirte y darte algo! Lo que he de decirte es: Te daré un año para que prepares otra loa. Como signo de nuestra aprobación, este espejo de plata. El poeta sólo dijo: doy gracias y comprendo.

Cada quien interpretará a su manera la recompensa que le dio el Rey al poeta. Por mi parte, puedo decir que lo interpreté como un llamado a la reflexión que le hizo el Rey al poeta. Algo así como decirle: mírate en ese espejo. Te doy un año para que mires hacia tus adentros y luego vuelvas. Por el desarrollo posterior de este relato, lo analicé de esa forma. Continuemos con el fantástico relato borgiano.

Pasó el año y se presentó el poeta ante la corte y el colegio de poetas. A diferencia de la vez anterior, no lo repitió de memoria sino que lo leyó con visible inseguridad, omitiendo pasajes como si no los entendiera o no quisiera profanarlos. Lo increíble de su loa, en ese momento, fue que leía como si estuviera en la batalla. Vivía con emoción su loa. El Rey habló: esto supera lo anterior y lo aniquila. Esto es digno de los doctos. Este único ejemplar, lo custodiaremos en un cofre de marfil. Te daremos un año más ya que esperamos una obra todavía más alta. Como prenda de nuestra aprobación toma esta máscara de oro. Al igual que la primera vez, el poeta respondió: doy gracias y he entendido.

La interpretación que di a esta segunda etapa del relato fue que el poeta alcanzó el nivel de sentir la batalla en sí, por sí misma, y al hacerlo empezaba a entrar en el alma del Rey, quien había logrado un triunfo espléndido en sus tácticas. Le daba una máscara y custodiaba en un cofre de marfil una obra que sólo debía conocer la corte, el colegio de poetas y el poeta. ¡Toma esta máscara para que ocultes el secreto que conoces ahora. ¡Dejaste de ser un poeta que limó palabra tras palabra, ahora entraste por las puertas que casi nadie entra: el entender mi alma!

Pasó el año, la tercera vez que se presentaba el poeta ante la corte y el colegio de poetas. En esta oportunidad, el poeta no traía manuscrito alguno con él. Los centinelas del palacio se dieron cuenta inmediatamente de esto. No sin estupor, el Rey lo miró; casi era otro. Y esta es la frase, para mi forma de ver, más bella del relato: “algo, que no era el tiempo, había surcado y transformado sus rasgos. Los ojos parecían mirar muy lejos o haber quedado ciegos”. El poeta le rogó al Rey que hablara unas palabras con él. Le preguntó el Rey, cuando ya estaba despejada la cámara: ¿has ejecutado la oda? El poeta respondió con tristeza: “Si, ojalá Cristo Nuestro Señor me lo hubiera prohibido”. ¡No me atrevo a repetirla! El Rey le dijo: te doy el valor que necesitas. El poeta dijo el poema. Era una sola línea. No queriendo pronunciarla en voz alta, Rey y poeta la paladearon. Ambos se miraron muy pálidos. El Rey comenzó a nombrar todas las maravillas que había visto y concluyendo le dijo: estas son maravillas, pero no se comparan con tu poema. ¿Qué hechicería te lo dio? El poeta respondió: en el alba, me recordé diciendo una palabra que al principio no comprendí. Estas palabras son un poema y sentí que había cometido un pecado, quizá el que no perdona espíritu. Le dijo el Rey: el que ahora compartimos los dos. El de haber conocido la belleza, que es un don vedado a los hombres. Ahora nos toca expiarlo. Te daré ahora el tercero y último regalo y le puso en la diestra una daga. Del poeta sabemos que, al salir de ahí, se dio muerte con la daga regalada por el Rey, y de este sabemos que es un mendigo que recorre los caminos de Irlanda, que fue su reino, y que no ha repetido nunca el poema.

Esta tercera y última etapa de este relato, fue la que más me confundió, la observé así como el llegar a lo más profundo del cuento, el quitar ramas y más ramas para encontrar el fruto. Lo interpreté como que el poeta había conocido lo más negro y lo más bello de la vida del Rey o la vida en sí. Y fue así como librada la batalla de Clontarf, un Rey y un poeta quedaron reducidos a una sola palabra.

EL PSICOANÁLISIS DE FREUD

Por Lida Prypchan

Las teorías de Freud han tenido una gran influencia en la vida cultural del presente siglo, probablemente mucho mayor a la de cualquier otro sistema doctrinal. Paradójicamente, el campo donde ellas han enfrentado más dificultades para lograr su difusión, ha sido en su propio terreno, la Psiquiatría.

Todavía se polemiza en torno al psicoanálisis, aunque muchos de los descubrimientos actuales pueden dividirse en dos grandes grupos: los de orientación exclusiva o muy preferentemente psicoanalítica y los que no aceptan más que algunos fragmentos del psicoanálisis, considerando el resto una “fantasía interpretativa”.  A este último grupo, pertenecen todas las escuelas psiquiátricas europeas “oficiales” (universitarias).

En el psicoanálisis, se pueden distinguir dos aspectos: la teoría psicoanalítica del psiquismo humano, normal  y patológico, y la técnica psicoanalítica como método psicoterapéutico. Ambas son obras casi exclusivas de la mente portentosa de un sólo hombre, de tal originalidad y agudeza de pensamiento, que fue capaz de elaborarlos en contra de todas las doctrinas y los prejuicios científicos de su época.

Aunque en los últimos decenios, se modificaron y completaron algunos aspectos teóricos y de aplicación práctica de la doctrina, ésta quedó elaborada y expuesta por Sigmund Freud en sus libros, publicados entre 1910 y 1915.

LA TEORÍA PSICOANALÍTICA

La teoría psicoanalítica tiene cinco pilares conceptuales: topográfico, genético, dinámico, económico y estructural.

Los conceptos topográficos: contienen la aportación más importante del psicoanálisis a la psicología moderna; el descubrimiento de que la vida psíquica se divide en estratos consciente, preconsciente y subconsciente. Los contenidos psíquicos del subconsciente tienen un gran influjo sobre la personalidad y la conducta del sujeto. No son directamente aprehensibles (el individuo ignora su vida psíquica subconsciente), pero pueden ser adivinados e interpretados, a través de sus modos de expresión simbólica: los sueños (la “vía real” de exploración del subconsciente, los actos fallidos, las equivocaciones y los olvidos) y los síntomas neuróticos.

Los conceptos genéticos: Freud demostró, que la etiología última de los trastornos de conducta actuales, se derivan en gran medida, de conflictos psíquicos remotos de la primera infancia. Los modos de respuesta y el comportamiento del hombre se estructuran, con la influencia que sobre su constitución biológica van ejerciendo todos los incidentes de su vida.

Su historia entera juega un papel en cada nueva reacción y, los modos de reaccionar varían en el transcurso del desarrollo normal, y este desarrollo puede fijarse en una etapa intermedia o regresar a ella por el efecto de traumas afectivos, dando lugar entonces a los síntomas neuróticos. El análisis de estos síntomas y el estudio de niños normales y neuróticos, permitieron elaborar la teoría psicoanalítica del desarrollo y sus etapas, que se condensan en la teoría del desarrollo de la libido y sus fases; todo niño normal pasa antes de los siete años de edad por tres fases de libido.

La fase oral: que dura desde el parto hasta el año y medio de edad; en ella, las fuentes esenciales de placer se centran en la boca, los labios, la lengua y el estómago. La actividad más placentera es chupar, a la que luego se añade morder. La piel, las sensaciones térmicas y el equilibrio corporal son fuentes secundarias de placer. En esta fase, el niño no se diferencia bien a sí mismo de lo que le rodea, por lo que sus relaciones con los objetos son básicamente autocríticas narcisistas y pre-ambivalentes. En la vida, se manifiestan en los placeres asociados con fumar, beber y actividades sexuales físicas no genitales.

La fase anal: entre el año y medio y los tres años pasa por la fase anal, en la que la mayor fuente de placer se desplaza al ano, el recto y la vejiga, y los mayores placeres sensuales son los asociados con la expulsión de heces y orina, y más tarde con su retención.

La fase fálica o fase genital: abarca desde los tres a los siete años, y con ella se inician las diferencias reactivas de los dos sexos.

  • En el niño, se inicia la sensibilidad placentera del pene y pasa por un período de masturbación normal. Simultáneamente se da cuenta de que las niñas no tienen pene y lo interpreta como la consecuencia de una mutilación. Siente una inclinación sexual hacia la madre y, en sus actos de masturbación asocia sus fantasías libidinosas con ella. Sus sentimientos hacia el padre, en el que ve un rival más poderoso, se cargan de celos y hostilidad. La atracción por la madre y la hostilidad y el temor al padre, fueron bautizados por Freud con el nombre de complejos de Edipo y, los sentimientos de culpa por el amor a la madre y deseos de muerte del padre, despiertan la angustia de castración, pues este supone que será el castigo por ellos. El miedo angustioso a la castración y los sentimientos de culpa inhiben sus actividades masturbadoras, que desaparecen juntamente con las más intensas fantasías sexuales, entrando en el período de la latencia.
  • En las niñas, la situación conflictiva básica parte del descubrimiento de su falta de pene (complejo de envidia del pene), cuya ausencia reprocha a la madre, de la que se despega afectivamente, volcando toda su inclinación amorosa hacia el padre (durante algún tiempo se denominó a este conflicto “complejo de Electra”, pero el nombre ha dejado de utilizarse, refiriéndose al problema como “situación edípica en la mujer”). Despierta la sensibilidad del clítoris, en el que se ejercen las maniobras de masturbación, que luego desaparecen, con todas las tensiones emocionales y las fantasías de la situación edípica, ante el temor de perder el cariño de los padres, entrando así la niña en su fase de latencia. La fase de latencia abarca desde los siete hasta los doce años. La resolución del conflicto edípico y el desarrollo del superego (normas morales, conceptos del bien y del mal, escala de valores, etc.) apagan las tendencias sexuales y aparecen los impulsos agresivos.

En esta fase, se realizan grandes avances y esfuerzos en el terreno del aprendizaje y, se inician las relaciones sociales fuera del ambiente familiar (grupos de amigos, escuela). Aparece por primera vez, la admiración de individuos no pertenecientes a la familia. Con la pubertad y los impulsos instintivos derivados de su turbulencia hormonal, se rompe el equilibrio de la fase de latencia y aparecen nuevos conflictos, que duran toda la adolescencia (hasta los veinte años), con triunfos alternantes de las tendencias instintivas del superego o el sentido de la realidad.

En el plano espiritual, es una fase tormentosa, con posiciones extremas de idealismo, romanticismo, anhelo de conocimientos y actitudes de rebeldía. ¡Bienaventurados nosotros los jóvenes que de nuestros sueños vivimos, aunque sólo sea en una etapa de nuestra vida! Dios quiera, que muchos de nosotros vivamos eternamente realizando esos sueños y el idealismo, aunque nos proporcione tormento y también nos depare grandes alegrías.

Los conceptos dinámicos: envuelven el perpetuo conflicto entre las tendencias instintivas, que piden apremiantemente su satisfacción, y las “fuerzas contrainstintivas” (el principio de la realidad y el superego), que se oponen a esta demanda de placer. El individuo puede renunciar a su gratificación instintiva, a cambio de salvar su seguridad o autoestima. La vida es un campo de batalla en el que luchan continuamente el principio del placer y el principio de la realidad.

Los conceptos estructurales: suponen una serie de hipótesis de división de la psique humana. Independientemente de los tres estratos anteriormente descritos, consciente, preconsciente y subconsciente, dentro de la persona hay tres grupos de estructuras psicodinámicas: el ello, el ego y el superego. El ello, se nutre de todas las tendencias instintivas, su base original es somática y se moldea con las influencias ambientales. El ello, opera en el plano del subconsciente y responde automáticamente al principio de placer; sus tendencias instintivas buscan la satisfacción inmediata, pese a la realidad y sus consecuencias. El ego o el yo, es el sistema de control de la estructura psíquica. Organiza y sintetiza el pensamiento, la memoria y el juicio, las palabras, las ideas, el sentido del tiempo y el espacio. El ego, obedece al principio de realidad, lo que significa que es capaz de posponer y sacrificar la obtención de un placer presente, con el fin de lograr uno mayor en el futuro. El superego, se estructura en una etapa más tardía del desarrollo, en la fase genital, a expensas de la resolución del conflicto edípico, de las facetas de valoración de los padres y, los castigos y las recompensas procedentes de ellos. Contiene las normas éticas, los ideales y la escala de valores.

Valoración Crítica Del Psicoanálisis:

En este avispero polémico, existen todo tipo de opiniones y, casi siempre, expresadas con extremismo y apasionamiento:

  1. El psicoanálisis por su duración, precio, nivel mental relativamente elevado que del enfermo exige y, número de personas capacitadas para ejercerlo, ha de reservarse para algunos casos especiales.
  2. El psicoanálisis se extralimita de la misión puramente curativa que todo tratamiento ha de tener, e intenta una transformación total de la personalidad de acuerdo con sus criterios sectarios, lo que además de inútil es moralmente discutible.
  3. El psicoanálisis permitirá un conocimiento del subconsciente, pero no cura ningún enfermo, siendo su extraordinaria duración lo que permite que en estos tres años acaezcan remisiones espontáneas, falsamente interpretadas como éxitos de la técnica analítica.
  4. Las restantes psicoterapias y los tratamientos biológicos, son los que curan los casos de remisión espontánea. Únicamente, el psicoanálisis tiene auténtica eficacia terapéutica, tanto en neurosis como en psicosis.

Hay un poco de verdad en cada uno de estos apasionados puntos de vista.

LA MONA LISA Y LA VIRGEN CON EL NIÑO Y SANTA ANA: LEONARDO DA VINCI III

Por Lida Prypchan

En dos documentos anteriores presenté igual número  de análisis de la personalidad de Leonardo Da Vinci, basados en frases encontradas en su diario y en un recuerdo infantil decisivo en su desarrollo anímico. En esta ocasión, presento la consecuencia de sus recuerdos infantiles.

De la mano de Leonardo salieron dos obras pictóricas que sintetizan sus sentimientos: una de ellas es La Gioconda, mejor conocida como La Mona Lisa, obra en la que Leonardo plasma una sonrisa llena de sensualidad que le recuerda a la madre, sonrisa, que a partir de la creación de este cuadro, jamás desaparecerá en las posteriores realizaciones pictóricas de él.

La Mona Lisa dejó anonadados a los hombres del Renacimiento y esa enigmática sonrisa sigue fascinando a los hombres de la actualidad. Al presente nadie ha descifrado los pensamientos de La Mona Lisa. Sin embargo, ¡cuántos poetas y novelistas han tenido que ver con ella en el momento de grandes inspiraciones!

A propósito de La Mona Lisa el historiador alemán del arte Richard Muther escribió: “tan pronto aparece, sonríe seductoramente y deja perder en la lejanía una mirada fría y sin alma. Todo en este cuadro, incluso el paisaje, parece sumergido en una densa y ardorosa sensualidad”.

Por otro lado, son muchos los críticos que opinan que, la Mona Lisa de Da Vinci, es la reproducción más perfecta de la antítesis que domina la vida erótica de la mujer: la reserva y la seducción.

Se han dado otras interpretaciones a esa obra. La escritora austríaca Marie Herzfeld, en su monografía titulada Leonardo Da Vinci dice: “los rasgos de la Mona Lisa yacían, desde mucho tiempo atrás, en el alma de Leonardo”.

Es muy posible que la madre de Leonardo tuviera esta misma sonrisa; gesto que había caído en el olvido y que reencontró en los labios de la Gioconda. En este cuadro, Leonardo recuerda a su madre, encuentra la expresión sonriente que perdió en la infancia y, la plasma en su obra.

LA VIRGEN CON EL NIÑO Y SANTA ANA

El segundo cuadro que sintetiza los sentimientos de L. Da Vinci es La Virgen con El Niño y Santa Ana. Es la obra de Leonardo más inmediata cronológicamente a la Gioconda. Es muy posible también, que el recuerdo de su madre le impulsase a crear una glorificación de la maternidad representando a la Virgen María con el Niño Jesús y Santa Ana. En este cuadro los dos rostros femeninos muestran la sonrisa “leonardesca”.

Sobre este cuadro, algunos críticos han dicho: “sólo Da Vinci ha podido pintarlo, ya que allí se encuentra la esencia de su vida”.

Se observan dos mujeres y un niño. El niño es, por supuesto, Leonardo, y las dos mujeres son las dos madres que él tuvo; desde que nació hasta los 5 años, permaneció con su verdadera madre y, desde los 5 hasta la adolescencia, vivió con el padre y con la esposa del padre, es decir, Donna Albiera.

Vivió con el padre y la madrastra, ya que este matrimonio no pudo tener hijos y, en vista de la belleza y la poderosa inteligencia del niño, Donna Albiera permitió que Leonardo entrara en la familia. Leonardo sintió, el grave dolor de su verdadera madre, la indignación que padecía al ver que le quitaba su hijo, precisamente la misma mujer que la despojara antes, del hombre que amaba.

En la composición, las dos mujeres ocupan diferentes posiciones: una, le tiende los brazos y, la otra, lo mira relegada, con esa sonrisa leonardesca tan enigmática e indescifrable. La madre, es representada en la figura de Santa Ana y Leonardo, como para apaciguar el corazón adolorido por la doble trampa que le tendió el destino, pone en su rostro y en especial en sus labios una bienaventurada sonrisa. Lo hizo así, ya que perseguía un determinado objetivo: encubrir y negar la envidia que la infeliz Catalina, su verdadera madre, sintió al verse obligada a ceder su hijo a la noble rival, así como antes le había cedido el hombre amado.

Con respecto a este cuadro, Freud dice: “es difícil delimitar las figuras de Santa Ana y la Virgen María. Se trata de imágenes oníricas mal condensadas, que aunque artísticamente podría ser considerado un defecto de composición, no es así, ya que lo que perseguía Da Vinci, era fundir sus dos madres en una sola y única figura”.

Oscar Pfister quiso profundizar más en Leonardo, en relación a cómo interpretar este cuadro y tras largos estudios, llegó a la conclusión que se trataba de un rompecabezas inconsciente ya que, después de largo tiempo, observando y estudiando este cuadro, halló que “en las vestiduras extrañamente plegadas y difícilmente delimitables de la Virgen María, había encontrado el contorno del buitre.”

En cualquiera de los casos, y en relación a las opiniones expuestas acerca de Leonardo, es indudable la poderosa influencia que constituyó su infancia, la presencia de una madre a la que glorificó y, la ausencia del padre que en ningún sitio lo nombra, su desconocido padre.

UN RECUERDO INFANTIL: LEONARDO DA VINCI II

Por Lida Prypchan
En el artículo “MÁS ALLÁ DEL AMOR Y EL ODIO: LEONARDO DA VINCI I”, expuse algunos rasgos de la personalidad de Leonardo Da Vinci. En el citado escrito expongo que Leonardo, ese ser enigmático de la época renacentista, sentía una gran repulsión por el sexo. Cité algunas frases de las que este artista se valía, para mostrarse tal cual era. Todo esto forma parte de un estudio psicoanalítico que realizó Freud.

En esta oportunidad, presentaré otro de los aspectos del análisis freudiano sobre Leonardo, esta parte es mucho más interesante que la anterior, pues Freud considera que un recuerdo infantil de Leonardo revela la idea obsesiva que el ingenioso artista llevó consigo durante toda su vida.

Como sabemos, Leonardo, era un estudioso de la Naturaleza y, en una oportunidad en que se hallaba realizando una investigación acerca del vuelo de los buitres, en medio de sus anotaciones, relató uno de sus recuerdos infantiles, el cual dice así: “hallándome en la cuna, se me acercó un buitre, me abrió la boca con su cola y me golpeó con ella, repetidamente, entre los labios”.

Ante semejante relato, Freud se plantea dos cuestiones: ¿Es posible que alguien tenga recuerdos de la época de la lactancia? ¿Es el contenido del relato un exceso inverosímil y fabuloso? A la primera pregunta se responde: no es imposible que un individuo conserve recuerdos de la época de la lactancia, pero tampoco puede considerarse como cosa demostrada. Y ante la segunda pregunta dice: no se trata de un recuerdo infantil, sino de una fantasía ulterior transferida por él a su niñez.

Sin embargo lo que buscaba Freud, no era averiguar si se trataba de una fantasía o si el contenido de la experiencia vivida era real o irreal. Lo que pretendía, era desmenuzar lo relatado, palabra por palabra, para hallar el verdadero significado de lo que Leonardo narraba, a propósito de estar estudiando los buitres.

Debido a que Leonardo era un hombre con un interés ilimitado por el conocimiento – y por lo tanto, leía cuanto llegaba a sus manos – Freud supone que esa gran base que el artista poseía en conocimientos había sido un factor influyente en la realización, o más bien, la creación de la extraña fantasía infantil. La encontró extraña, porque el contenido era un hecho inverosímil y concluyó, en primer lugar, que el relato, una vez traducido al lenguaje psicoanalítico, tenía una orientación erótica.

Antes de continuar con las impresiones de Freud, es necesario referir algunos hechos importantes en la vida de Leonardo. Leonardo, fue hijo natural, algo que para su época no era considerado socialmente como una mácula grave. Su madre, Catalina, mantiene relaciones con Piero Da Vinci, pero al nacer Leonardo, Piero, abandona a Catalina con su hijo y, se casa con Donna Albiera.

Los primeros 5 años de la vida de Leonardo, transcurren al lado de la madre abandonada, que trata a su hijo, proporcionándole las caricias que ella seguía necesitando de Piero y, las que ella considera que, Ser Piero, tendría que darle a su hijo. Es tratado, pues, como hombre, por carecer ella de un esposo que la acompañara en su tierna función de madre. Esto despierta en Leonardo, una sexualidad precoz, que reprime. Su represión lo lleva al punto de sustituir a la madre, pensando como ella, escoge modelos eróticos de su mismo sexo. Este hecho, hace que Freud, llegue a la conclusión que, debido a las tiernas caricias de la madre y la ausencia de padre, Leonardo reprime el amor que todo hijo siente por su madre, de forma erótica, sustituyéndose a ella y, convirtiéndose así en homosexual.

Ahora bien, continuando con el recuerdo o la fantasía infantil de Leonardo: Freud, retrocede hacia la antigüedad. Busca qué significado tenía el buitre. Encuentra que este animal era para los egipcios la diosa de la maternidad. Se ganó esta consideración, ya que existía la creencia que dentro de la especie de los buitres sólo había hembras.

¿De ser cierta esta afirmación cómo sería el proceso de la fecundación?  Es la pregunta que nos plantearíamos intuitivamente. Se decía que llegada determinada época del año, los buitres hembras quedaban inmóviles en el aire, abrían la vagina y eran fecundadas por el viento. Freud, en vista de la leyenda de los buitres, concluye que el conflicto que Leonardo vivió en sus primeros años y, sus excesivas ansias de conocimiento, lo hicieron llegar a convencerse, que él era una de esas crías de buitres, que sólo tenía madre pero no padre.

Freud, por un momento se olvida de la antigüedad y regresa al contenido de la fantasía infantil de Leonardo. Si releen al principio de este artículo el relato de su fantasía, podrán darse cuenta de algo: es un relato puramente sexual. Él concluye que la cola del buitre, viene a significar el miembro sexual de un hombre, que Leonardo cubre con la imagen de la cola de un buitre; a continuación, relata un fellatio, es decir, un acto sexual en el que el miembro viril es introducido en la boca de la persona utilizada para lograr la satisfacción activa.

El acto descrito anteriormente, acto considerado por la sociedad burguesa como una de las más repugnantes perversiones sexuales, pierde su carácter repulsivo para la mujer enamorada y además, todos los que estupefactos y llenos de asco fruncen el ceño, se quedarían asombrados al saber el inocentísimo origen de esta actividad; no es sino la transformación de una actividad que de chiquitos nos encantaba: tomar leche del seno de nuestra madre.