Por Lida Prypchan
Si ha habido algo criticable en las telenovelas del canal 9 venezolano – Venevisión – es el vil empobrecimiento de la imagen, representada por mujeres venezolanas, del género femenino.
Tal es el caso de la telenovela “La Heredera”, realizada en el año 1982. Haciendo un análisis simplemente de los primeros actores podemos darnos cuenta de ello.
Hilda Carrero, que hace el papel de Cristina, es una joven con un defecto físico en una pierna. Y aunque este defecto físico no debería incidir en su estructura mental, así sucede. Da la impresión que el defecto que padece corre hacia arriba hacia su cabeza, imposibilitándole pensar como una persona inteligente. Es inaudito que una mujer haya aceptado representar un papel tan denigrante.
Cristina es ingenua, se subestima, no se dice qué estudia o qué lee, o si tiene o no una carrera universitaria y si desea progresar, superarse, desarrollarse en el plano intelectual. No, nada de eso está destinado a una mujer. Su rol es pasivo hasta lo indecible. Tiene dos primitas por las que se deja apabullar.
No se la observa dando una opinión ni teniendo una conversación interesante con alguien. Sólo vive para jugar con muñequitos, para hablar con su abuelita, para pensar en un mequetrefe y para construir castillos en el aire, que no existen ni existirán nunca.
El caso de Eduardo Serrano es bastante diferente: es un abogado irresistible (así lo demuestra), que después de jugar con los sentimientos de la prima de Cristina, la abandona para comprometerse con Cristina ya que le interesa su fortuna. Lo presentan como un galán, hacen de él un mito sin base.
Sin base puesto que no posee las cualidades para conquistar a una verdadera mujer. Primero y principal no se puede decir que este actor tiene belleza física porque su sonrisa inspira más bien ganas de llorar; segundo, su papel consiste en engañar a las mujeres, es un simple vividor. Sus opiniones son absurdas para nuestro tiempo. Se comporta como un cavernícola vestido con trajes actuales. ¡Es un verdadero desastre!
Y por último quisiera comparar esta telenovela venezolana con una telenovela brasileña que transmitieron en ese mismo año los días miércoles en el ya desaparecido canal estatal venezolano Televisora Nacional – también conocida como TVN o Canal 5 – titulada Una mujer llamada Malú. A pesar de haber tenido unos momentos menos estelares que otros, eso no impidió que esa telenovela fuese motivo de orgullo para la mujer.
Sumado al hecho que la primera actriz trabaja muy bien, su papel es progresista. Se trata de una socióloga que se divorcia, que sufre esta incómoda y desagradable experiencia vital, pero que sale adelante. Sale adelante porque tiene madera para ello: tiene personalidad, ideas propias, firmeza en el carácter, le encanta progresar y mira la vida como un mar de posibilidades para su desarrollo como persona. Y no por ser antinacionalista digo esto. Cuando algo tiene calidad, la tiene y ya está.