EL MÉDICO DEL DESNUDO ESPANTO

Por Lida Prypchan

La angustia como sufrimiento representa una crisis existencial,
un cuestionamiento del significado de nuestra vida

 

Los enfermos del estómago frecuentemente tienen estados de ánimo
típicamente emotivos, angustiosos, desagradables, amargos 

La angustia como sufrimiento representa una crisis existencial, un cuestionamiento del significado de nuestra vida. Los enfermos del estómago frecuentemente tienen estados de ánimo típicamente emotivos, es decir, son angustiosos, desagradables, amargos.

La mente puede afectar de un modo sorprendente el cuerpo. A este respecto, son frecuentes los dos siguientes casos: 1) existen individuos que, a causa de la angustia comienzan a sufrir molestias imaginarias, pero que ellos perciben como reales y, 2) hay otro tipo de individuos con determinadas características en su personalidad que ocasionan una enfermedad real en sus cuerpos.

Un ejemplo típico del segundo caso es la “úlcera gástrica”, una enfermedad psicosomática. De estas explicaciones inferimos los dos objetivos de este artículo: 1) la angustia y 2) las enfermedades psicosomáticas.

La Angustia o La Nada

Un hombre siente malestar. Consulta al médico. Después de realizarle varias evaluaciones físicas, el médico le dice: “Usted no está enfermo, lo que siente es un malestar imaginario”. Tras estas palabras, le aconseja distraerse, o le recomienda ejercicios de voluntad, como “tenga bríos”, y lo remite a un psiquiatra. El hombre intenta sobreponerse, pero los malestares físicos y la angustia, solos o acompañados de tristeza, continúan y posiblemente con mayor intensidad.

Finalmente se decide y consulta un psiquiatra. Este, en el curso de las entrevistas, le enseñará a percibir las muchas maneras en que la angustia puede manifestarse. Pero ¿qué es la angustia?  ¿En qué se diferencia del miedo?

La angustia es: “el estado de espíritu del individuo en el que percibe y siente que su existencia está amenazada por la ruina, que puede hundirse con todo y convertirse en nada”. Se interpretaría de la siguiente manera: cuando nacemos venimos de la nada y cuando morimos nos dirigimos hacia la nada. Lo más esencial de  la angustia, es el miedo a la muerte, esa nada a la que nuestra finitud nos conduce.

A este estado se le ha llamado “angustia existencial”, de la cual se deriva la “angustia psicológica”, que puede ser normal o patológica. La “angustia existencial” – la cual también es llamada el “Desnudo Espanto” – expresa la conciencia íntima de la propia finitud. La “angustia psicológica” es el extraño método por el cual el individuo llega a padecer malestares imaginarios que, en verdad, siente como reales.

La angustia se diferencia del miedo, en que el miedo es producido por una amenaza real, mientras que la angustia es una amenaza desconocida, ilocalizable e indefinible. La angustia es el eco de la nada. La nada significa negar. La angustia como sufrimiento representa una crisis existencial, un cuestionamiento del significado de nuestra vida.

Las Enfermedades Psicosomáticas: la Úlcera Gástrica

Una gran cantidad de personas padece malestares gastrointestinales. Sin duda alguna, entre estos malestares gastrointestinales, las úlceras en el estómago y el duodeno representan las formas más relevantes. Estas patologías, según los especialistas, amenazan con convertirse en una auténtica epidemia.

El panorama a nivel mundial es el siguiente: si se comparan las dos guerras mundiales, se observa que en el ejército inglés, por dar un ejemplo, el número de licencias a causa de úlceras gástricas, fue treinta y tres veces más elevado, lo que demuestra un aumento pavoroso. Después de la guerra en América, se contaban registrados seis millones y medio de casos de úlcera. En 1945, había un caso de úlcera clínicamente diagnosticado por cada treinta habitantes;  todos los países de Europa del Norte ofrecen el mismo espectáculo y, en Suecia aumentó de una manera alarmante esta enfermedad especialmente en los niños.

La úlcera gástrica es una enfermedad particularmente notoria en la vida familiar y social debido a la frecuencia de las recaídas (60 %) y por ser una “enfermedad que se presenta en los mejores años”; se apodera del hombre en la edad en que debería encontrarse en la plenitud de sus facultades físicas y psíquicas. Se sabe que los indios y los javaneses no conocen tal enfermedad, mientras siguen su ritmo de vida habitual, pero en cuanto se incorporan a la civilización occidental comienzan a padecerla.

Es del dominio público que los enfermos del estómago – los viejos dispépticos que sufren de acidez, meteorismos,  digestiones lentas y pesadas – muestran frecuentemente estados de ánimo típicamente emotivos: angustiosos, desagradables, amargos. Desde hace algunos decenios se ha venido estudiando científicamente esta patología.

Fueron los estadounidenses fuertemente embebidos en el psicoanálisis quienes, junto a Alexander y French, estudiaron por primera vez los factores psicológicos que estaban involucrados en las personas que padecían úlceras. Según ellos estas personas, en su infancia fueron niños afectivamente insatisfechos, necesitados de lactancia y cuidados, a quienes se les ha dicho demasiado a menudo: “debes ser laborioso, hábil, trabaja, de otro modo, no harás nada en la vida”.

Su misma conciencia considera la necesidad de protección como una debilidad, el infantil deseo pasivo de recibir amor y calor es rechazado como una deficiencia del carácter y, se busca compensación a través de una vida activa, esforzada, con evidentes deseos de dominación…  aunque a veces bajo el aspecto de la entrega filantrópica.

El tipo de persona más frecuente, en estos casos de úlcera, es el ambicioso, el agresivo, el ávido que quiere acaparar el prestigio, la estima y el afecto que le negaron en la infancia. Sin embargo, detrás de esta fachada late su más profundo y secreto deseo: ser protegido, amado, mimado (hasta amamantado se ha llegado a decir, recordando la dieta de leche que se le da a las personas que padecen esta enfermedad).

El conflicto inconsciente entre: la “necesidad de dependencia y ayuda” violentamente reprimido y, el “espíritu de revalidación y autoafirmación excesivamente proclive a nuevas empresas, cargos y responsabilidades”, serían el catalizador de los impulsos nerviosos que, provocando la hipersecreción y la contracción gástrica, daría lugar a una úlcera gástrica. Estas personas ven por todas partes peligros, insidias, rivales contra los cuales deben abatirse, hasta que el dolor los paraliza y los obliga a reposar sobre las espinas de su irreflexión. En todo caso, y tomando en cuenta las infinitas variantes y excepciones que toda vida humana presenta, las personas con úlcera muestran un planteamiento equivocado de su existencia.

El novelista italiano Votaliano Brancati,  en su obra Paolo II Caldo, dice: “Si suprimiésemos todas las consecuencias patológicas de la imprudencia, la pereza, el exagerado sentido del honor, la idolatría, el dinero, la ambición del poder, el espíritu de venganza, el fraude en los negocios, la desesperación, no quedaría casi lugar para el sufrimiento físico. Se puede decir, que si no existiese en la Tierra el mal moral, el mal físico se retiraría de tal modo, que nuestro mundo sería irreconocible”.