Las teorías de Freud han tenido una gran influencia en la vida cultural del presente siglo, probablemente mucho mayor a la de cualquier otro sistema doctrinal. Paradójicamente, el campo donde ellas han enfrentado más dificultades para lograr su difusión, ha sido en su propio terreno, la Psiquiatría.
Todavía se polemiza en torno al psicoanálisis, aunque muchos de los descubrimientos actuales pueden dividirse en dos grandes grupos: los de orientación exclusiva o muy preferentemente psicoanalítica y los que no aceptan más que algunos fragmentos del psicoanálisis, considerando el resto una “fantasía interpretativa”. A este último grupo, pertenecen todas las escuelas psiquiátricas europeas “oficiales” (universitarias).
En el psicoanálisis, se pueden distinguir dos aspectos: la teoría psicoanalítica del psiquismo humano, normal y patológico, y la técnica psicoanalítica como método psicoterapéutico. Ambas son obras casi exclusivas de la mente portentosa de un sólo hombre, de tal originalidad y agudeza de pensamiento, que fue capaz de elaborarlos en contra de todas las doctrinas y los prejuicios científicos de su época.
Aunque en los últimos decenios, se modificaron y completaron algunos aspectos teóricos y de aplicación práctica de la doctrina, ésta quedó elaborada y expuesta por Sigmund Freud en sus libros, publicados entre 1910 y 1915.
LA TEORÍA PSICOANALÍTICA
La teoría psicoanalítica tiene cinco pilares conceptuales: topográfico, genético, dinámico, económico y estructural.
Los conceptos topográficos: contienen la aportación más importante del psicoanálisis a la psicología moderna; el descubrimiento de que la vida psíquica se divide en estratos consciente, preconsciente y subconsciente. Los contenidos psíquicos del subconsciente tienen un gran influjo sobre la personalidad y la conducta del sujeto. No son directamente aprehensibles (el individuo ignora su vida psíquica subconsciente), pero pueden ser adivinados e interpretados, a través de sus modos de expresión simbólica: los sueños (la “vía real” de exploración del subconsciente, los actos fallidos, las equivocaciones y los olvidos) y los síntomas neuróticos.
Los conceptos genéticos: Freud demostró, que la etiología última de los trastornos de conducta actuales, se derivan en gran medida, de conflictos psíquicos remotos de la primera infancia. Los modos de respuesta y el comportamiento del hombre se estructuran, con la influencia que sobre su constitución biológica van ejerciendo todos los incidentes de su vida.
Su historia entera juega un papel en cada nueva reacción y, los modos de reaccionar varían en el transcurso del desarrollo normal, y este desarrollo puede fijarse en una etapa intermedia o regresar a ella por el efecto de traumas afectivos, dando lugar entonces a los síntomas neuróticos. El análisis de estos síntomas y el estudio de niños normales y neuróticos, permitieron elaborar la teoría psicoanalítica del desarrollo y sus etapas, que se condensan en la teoría del desarrollo de la libido y sus fases; todo niño normal pasa antes de los siete años de edad por tres fases de libido.
La fase oral: que dura desde el parto hasta el año y medio de edad; en ella, las fuentes esenciales de placer se centran en la boca, los labios, la lengua y el estómago. La actividad más placentera es chupar, a la que luego se añade morder. La piel, las sensaciones térmicas y el equilibrio corporal son fuentes secundarias de placer. En esta fase, el niño no se diferencia bien a sí mismo de lo que le rodea, por lo que sus relaciones con los objetos son básicamente autocríticas narcisistas y pre-ambivalentes. En la vida, se manifiestan en los placeres asociados con fumar, beber y actividades sexuales físicas no genitales.
La fase anal: entre el año y medio y los tres años pasa por la fase anal, en la que la mayor fuente de placer se desplaza al ano, el recto y la vejiga, y los mayores placeres sensuales son los asociados con la expulsión de heces y orina, y más tarde con su retención.
La fase fálica o fase genital: abarca desde los tres a los siete años, y con ella se inician las diferencias reactivas de los dos sexos.
- En el niño, se inicia la sensibilidad placentera del pene y pasa por un período de masturbación normal. Simultáneamente se da cuenta de que las niñas no tienen pene y lo interpreta como la consecuencia de una mutilación. Siente una inclinación sexual hacia la madre y, en sus actos de masturbación asocia sus fantasías libidinosas con ella. Sus sentimientos hacia el padre, en el que ve un rival más poderoso, se cargan de celos y hostilidad. La atracción por la madre y la hostilidad y el temor al padre, fueron bautizados por Freud con el nombre de complejos de Edipo y, los sentimientos de culpa por el amor a la madre y deseos de muerte del padre, despiertan la angustia de castración, pues este supone que será el castigo por ellos. El miedo angustioso a la castración y los sentimientos de culpa inhiben sus actividades masturbadoras, que desaparecen juntamente con las más intensas fantasías sexuales, entrando en el período de la latencia.
- En las niñas, la situación conflictiva básica parte del descubrimiento de su falta de pene (complejo de envidia del pene), cuya ausencia reprocha a la madre, de la que se despega afectivamente, volcando toda su inclinación amorosa hacia el padre (durante algún tiempo se denominó a este conflicto “complejo de Electra”, pero el nombre ha dejado de utilizarse, refiriéndose al problema como “situación edípica en la mujer”). Despierta la sensibilidad del clítoris, en el que se ejercen las maniobras de masturbación, que luego desaparecen, con todas las tensiones emocionales y las fantasías de la situación edípica, ante el temor de perder el cariño de los padres, entrando así la niña en su fase de latencia. La fase de latencia abarca desde los siete hasta los doce años. La resolución del conflicto edípico y el desarrollo del superego (normas morales, conceptos del bien y del mal, escala de valores, etc.) apagan las tendencias sexuales y aparecen los impulsos agresivos.
En esta fase, se realizan grandes avances y esfuerzos en el terreno del aprendizaje y, se inician las relaciones sociales fuera del ambiente familiar (grupos de amigos, escuela). Aparece por primera vez, la admiración de individuos no pertenecientes a la familia. Con la pubertad y los impulsos instintivos derivados de su turbulencia hormonal, se rompe el equilibrio de la fase de latencia y aparecen nuevos conflictos, que duran toda la adolescencia (hasta los veinte años), con triunfos alternantes de las tendencias instintivas del superego o el sentido de la realidad.
En el plano espiritual, es una fase tormentosa, con posiciones extremas de idealismo, romanticismo, anhelo de conocimientos y actitudes de rebeldía. ¡Bienaventurados nosotros los jóvenes que de nuestros sueños vivimos, aunque sólo sea en una etapa de nuestra vida! Dios quiera, que muchos de nosotros vivamos eternamente realizando esos sueños y el idealismo, aunque nos proporcione tormento y también nos depare grandes alegrías.
Los conceptos dinámicos: envuelven el perpetuo conflicto entre las tendencias instintivas, que piden apremiantemente su satisfacción, y las “fuerzas contrainstintivas” (el principio de la realidad y el superego), que se oponen a esta demanda de placer. El individuo puede renunciar a su gratificación instintiva, a cambio de salvar su seguridad o autoestima. La vida es un campo de batalla en el que luchan continuamente el principio del placer y el principio de la realidad.
Los conceptos estructurales: suponen una serie de hipótesis de división de la psique humana. Independientemente de los tres estratos anteriormente descritos, consciente, preconsciente y subconsciente, dentro de la persona hay tres grupos de estructuras psicodinámicas: el ello, el ego y el superego. El ello, se nutre de todas las tendencias instintivas, su base original es somática y se moldea con las influencias ambientales. El ello, opera en el plano del subconsciente y responde automáticamente al principio de placer; sus tendencias instintivas buscan la satisfacción inmediata, pese a la realidad y sus consecuencias. El ego o el yo, es el sistema de control de la estructura psíquica. Organiza y sintetiza el pensamiento, la memoria y el juicio, las palabras, las ideas, el sentido del tiempo y el espacio. El ego, obedece al principio de realidad, lo que significa que es capaz de posponer y sacrificar la obtención de un placer presente, con el fin de lograr uno mayor en el futuro. El superego, se estructura en una etapa más tardía del desarrollo, en la fase genital, a expensas de la resolución del conflicto edípico, de las facetas de valoración de los padres y, los castigos y las recompensas procedentes de ellos. Contiene las normas éticas, los ideales y la escala de valores.
Valoración Crítica Del Psicoanálisis:
En este avispero polémico, existen todo tipo de opiniones y, casi siempre, expresadas con extremismo y apasionamiento:
- El psicoanálisis por su duración, precio, nivel mental relativamente elevado que del enfermo exige y, número de personas capacitadas para ejercerlo, ha de reservarse para algunos casos especiales.
- El psicoanálisis se extralimita de la misión puramente curativa que todo tratamiento ha de tener, e intenta una transformación total de la personalidad de acuerdo con sus criterios sectarios, lo que además de inútil es moralmente discutible.
- El psicoanálisis permitirá un conocimiento del subconsciente, pero no cura ningún enfermo, siendo su extraordinaria duración lo que permite que en estos tres años acaezcan remisiones espontáneas, falsamente interpretadas como éxitos de la técnica analítica.
- Las restantes psicoterapias y los tratamientos biológicos, son los que curan los casos de remisión espontánea. Únicamente, el psicoanálisis tiene auténtica eficacia terapéutica, tanto en neurosis como en psicosis.
Hay un poco de verdad en cada uno de estos apasionados puntos de vista.