EL PÁJARO ENJAULADO

Por Lida Prypchan

Hace muchos años la poetisa Muriel Rukeyser dijo “¿Qué sucedería si una mujer contara la verdad sobre su vida?  El mundo se partiría por la mitad”. Rukeyser ayudó a que muchas mujeres se dieran cuenta que estaban atrapadas como pájaros enjaulados, y así ella expresó su necesidad de liberación.

Las jaulas pueden ser las convenciones de la sociedad que evitan que crezcamos para lograr la formación permanente de nuestra personalidad y lograr formas de madurez. También pueden serlo nuestros propios ideales rígidos o estándares perfeccionistas o las restricciones del modo en creemos que debería estructurarse nuestro entorno.

Las posesiones materiales o el deseo tenerlas, la seguridad económica, la fama o la avidez de fortuna son diversos modelos de jaulas; es cualquier estratagema que concebimos y realizamos para llenar el vacío interno en vez de enfrentar los retos que la vida presenta y enriquecer con ello nuestro espíritu. Una jaula es cualquier estructura mental que llega a ser calcificada, rígida, absoluta, que no tiene apertura.

Una jaula común es la que se construye por las proyecciones que nos imponen nuestros padres, parientes y cultura; por ejemplo, muchas damas jóvenes cuando llegan a la adolescencia, enfrentan la necesidad de sus madres – por lo general “pájaros enjaulados”- de convertirlas en el reflejo  de sus propias vidas.

Si la hija es diferente a la madre, ella debe rebelarse para salir de la “jaula” en la cual su madre intenta recluirla. A menudo, cuando la madre es un pájaro enjaulado, la hija se resiste a seguir el ejemplo de su madre, o al menos puede decidir encerrarse en una jaula distinta al modelo materno. La hija de una madre hogareña puede quedarse soltera y ser una mujer profesional de carrera (y encerrarse en la jaula de las posesiones materiales), mientras que la hija de una madre profesional adicta al trabajo, puede escoger la maternidad y la vida hogareña (e interactuar con un entorno menos ajetreado y ambicioso que el de su madre).

Es posible que la jaula que la madre ambicione para su hija consista en los sueños y deseos que ella misma no realizó y que anhela que su hija los realice en representación suya, o que esté hecha de imágenes negativas o ideas que la madre tiene de la hija.

Algunas hijas se rebelan exitosamente y afianzan su independencia con el pasar del tiempo, pero el costo de la relación madre-hija puede ser alto, con tensiones y dolores, con predicciones fatales y con el conflicto como factor predominante. Entonces, no sorprende que algunas hijas se vuelvan tímidas y prefieran permanecer enjauladas.

Las artistas con frecuencia se enfrentan a las limitaciones de las expectativas familiares o trabajan para trascender las restricciones físicas y/o mentales de sus jaulas por medio de sus creaciones.

¿Qué simboliza el pájaro libre?  El pájaro representa la posibilidad del peregrinaje espiritual;  puede guiarnos a la trascendencia. En la tradición hindú, el pájaro simboliza una existencia espiritual más alta. En el arte del antiguo Egipto, el pájaro simboliza el alma de los humanos. En África, los pájaros simbolizan el poder vital. El fénix simboliza la inmortalidad y el renacimiento del alma cuando resurge de sus propias cenizas.

La liberación del pájaro existente en nuestro interior representa la apertura emocional que requerimos para vivir la experiencia espiritual del conocimiento de nosotros mismos.

¿Cómo puede la mujer abrir la puerta de la jaula para liberar su espíritu femenino y emprender el vuelo?  El primer paso en esta transformación es identificar la jaula específica en la cual nos sentimos atrapadas y reconocerla como tal.

Por medio de las imágenes de los sueños podemos llegar a descubrir las características y dimensiones de las jaulas en que estamos atrapadas y reconocer la manera como estamos capturadas y hasta la vía de la liberación. Romper con la negación de que estamos atrapados corresponde a abrir la puerta de la jaula.

Para hacerlo, hay que reconocer que también hay ganancia cuando nos quedamos atrapados. Para algunas mujeres el vivir el síndrome del pájaro enjaulado les puede permitir regodearse con el rol de víctima y de esta manera justificar su propia pasividad y evitan tener que enfrentar los retos del cambio. Debido a que sus jaulas fueron construidas por su padre en el pasado o por su cultura, depende de su decisión quedarse en la jaula.

El acto de abrir la puerta de la jaula requiere valentía y compromiso. Exige la muerte de una vieja identidad y de un renacimiento, con la decisión de volar hacia lo desconocido. Con frecuencia, la puerta de la jaula tiene que abrirse con violencia. A veces toma mucha ira reventar las barreras.

Una vez que hayamos reconocido y expresado nuestra rabia, debemos transformarla antes que se endurezca en el resentimiento, la depresión, la enfermedad o la ansiedad, lo cual puede construirnos otra jaula con barras aún más resistentes.

Una de las tendencias del pájaro enjaulado es EL SECRETO. Se puede esconder la ira hasta de sí mismo, encubrir la propia frustración.

La experiencia del pájaro enjaulado puede enseñarle a la mujer muchas fortalezas secretas como la paciencia y la fuerza interior – cualidades esenciales para todo proceso creativo de crecimiento -, así como la diplomacia, la vulnerabilidad y la dulzura.

El sentido de estabilidad, límites y orden que adquiere el pájaro enjaulado es otra herramienta positiva y necesaria para el crecimiento. Aprender a conocer cuando los momentos adecuados para expresar y contener los sentimientos es esencial para una vida madura y sana.

Por nuestra calidad de seres humanos, vivimos la paradoja de la necesidad de libertad e independencia y el deseo de seguridad y de protección. Podemos aceptar limitaciones, sin por ello vivir dentro de una jaula de normas sofocantes. Todos tenemos partes encarceladas de nosotros mismos. Todos somos pájaros enjaulados hasta cierto punto.

Tenemos que adoptar roles diferentes. Llevar ropas distintas para cada ocasión para poder vivir dentro de una sociedad. Jung llama a esta adaptación necesaria del ego “la máscara que utilizamos para enfrentarnos al mundo”.

Debemos aprender a ponernos la máscara que refleje de manera más fidedigna lo que somos en vez de lo que otras personas quieren que seamos. Las partes de nosotros que no están desarrolladas, necesitan ser expresadas. Si nos reducimos a un solo papel o a una sola identidad nos trasformamos en nuestros propios carceleros. Es aquí cuando está dispuesta a emerger “la loca” que llevamos dentro.

Referencias Bibliográficas

  • Florenzano R. Técnicas de Psicoterapias Dinámicas. 2da Edición. Editorial Universitaria. Santiago de Chile. 1991.

CLASIFICACIÓN ARQUETIPAL DE LA LOCURA FEMENINA

Por Lida Prypchan

Linda Leonard, analista junguiana, en su libro “La Locura Femenina” hace un estudio de las diferentes manifestaciones de la locura en la mujer. En cada capítulo de su libro Leonard describe el retrato de algún personaje femenino que ejemplifica una faceta diferente de la locura en la mujer a quien ella denomina “la loca”.

Un arquetipo es una energía universal o patrón de experiencia en la mente humana. Para describir cada patrón la autora sustrae ejemplos universales o arquetipos de la literatura, del cine, de la mitología, de los cuentos de hadas; da testimonios de mujeres de la historia que son parte de nuestra herencia cultural colectiva.

Las mujeres de la historia, escribe Leonard, captan nuestra imaginación porque ya vivieron ciertos patrones que quizás nosotros estemos tratando de cambiar. Los personajes del cine, de la literatura y de la mitología revelan la dinámica universal que todos debemos confrontar en nuestras vidas.

Leonard plantea que la necesidad de entender cómo nuestras madres pueden hacer una actuación de su locura es importante, teniendo como premisa que si no entendemos a nuestras madres, no nos entendemos a nosotros mismos.

Así se hace necesario entender el lado de la madre que hemos ignorado, que rechazamos o que tememos, debido a que ésta es la primera faceta que hemos experimentado de lo femenino. La locura de nuestras madres es lo más propenso a ser internalizado cuando somos niños. Hasta cierto punto no podemos hacer más que llegar a ser como nuestras madres.

La cultura occidental contemporánea ha reprimido la energía psicológica y el arquetipo de “la loca”. Se adhiere al orden y al control y enfatiza la represión de los sentimientos genuinos en favor de las formulas racionales del éxito. Evita el pensamiento profundo y la reflexión, y favorece las solucione superficiales, fáciles y rápidas.

La “loca” reta todos estos atributos del “status quo” de las autoridades patriarcales tradicionales, y muy especialmente reta al Juez de nuestra psique, la parte racional, controladora de nuestra mente que quiere mantenerse en el poder a toda costa y a tiempo completo.

Esencialmente, el patriarcado encarna los principios occidentales del pensamiento racional lineal, con su énfasis en el orden, la abstracción y el juzgar desde una posición superior. Por otra parte, lo femenino, en la forma como lo concibe Leonard, es parte de la dimensión humana y es una manifestación existente tanto en el hombre como en la mujer; sucede lo mismo con lo masculino.

Lo femenino enfatiza el cuidado, la respuesta, la receptividad y las relaciones. Los valores e intereses femeninos se centran en el proceso de la interacción humana y se manifiestan en mujeres y hombres.

Lo masculino enfatiza la separación, la autonomía, los principios, los derechos y la jerarquía. Las inseguridades masculinas surgen por medio de la intimidad, mientras que las inseguridades femeninas surgen por medio de la soledad.

Tradicionalmente, se culpa a las madres de enfermar a los hijos. La madre en sí misma es una mujer herida, a menudo limitada física o emocionalmente, impedida y frustrada por condiciones culturales disfuncionales. Nuestras madres tienen enorme influencia en la manera como captamos el mundo ya que son los primeros seres humanos de quienes dependemos y su dolor es transferido a sus hijos e hijas, por generaciones, hasta que esa herida sea confrontada y tratada de manera consciente.

Las fuentes de las historias del libro de Linda Leonard “Encuentro con la Locura Femenina” surgen de los puntos de vista de las hijas, debido a que cada madre ha sido también una hija.

Leonard plantea la siguiente clasificación arquetipal de la locura femenina:

  • “La Santa o Muy Buena Madre”
  • La Reina de Hielo
  • La Dama Dragón
  • La Madre Enferma
  • El Pájaro Enjaulado
  • La Musa
  • La Amante Rechazada
  • La Señora de las Bolsas
  • La Reclusa
  • La Revolucionaria, y
  • La Visionaria

 

Referencias Bibliográficas

  • Leonard L. La Locura Femenina: Un Reto Interior para el Espíritu Femenino. Centro de Estudios Junguianos. Caracas. 1999.

EL ESCRUTADOR DE ALMAS

Por Lida Prypchan

Lo que más admiro del señor J. M. es su capacidad para escrutar el alma de quienes lo rodean. Al primer contacto, una mirada, unas cuantas frases, un apretón de manos y ya J. M. sabe quién es la otra persona.

Siempre le digo que debería trabajar en en el Servicio Administrativo de Identificación. En medio de nuestras conversaciones, su usual escudriñamiento de almas llega a tan alto nivel, que me quita las palabras de los labios, nos reímos y él rápidamente entiende de qué me estoy riendo.

Otra de sus cualidades es su gran capacidad para cultivar la amistad. Sin embargo, muy al contrario de lo que se pueda pensar de un hombre tan perceptivo – que debería ser cariñoso, demostrativo y empalagoso – él en cambio es parco al punto de parecer a veces poco diplomático.

Uno no debe escribir acerca de los muertos, porque así se uno se adhiere a la mala costumbre, ya generalizada, de reconocer las virtudes ajenas cuando el referido ya no puede regocijarse por ello. Por eso, mucho antes del encuentro del señor J. M. con la otra vida, le rindo este cálido homenaje, no sólo porque se lo merece, sino porque es necesario acabar con el mito según el cual los seres humanos valemos más cuando estamos varios metros bajo tierra.

Lo interesante es escribir acerca de un ser vivo, cuya personalidad  llamativa nos inspire, manteniendo en secreto la verdadera identidad del sujeto en cuestión; de lo contrario, sería adulación y nada más, lo que estaría alejado de mi real intención, que es el culto a la nobleza; la adulación no tiene cabida en las personas que aman la inocencia.

 

LAS MUJERES Y LA NOVELA

Por Lida Prypchan

La Cólera

El título puede tener diversos significados para nosotros, tales como: las mujeres y su modo de ser  o las mujeres y las novelas que escriben o las mujeres y las fantasías que se han escrito sobre ellas o quizás, estos tres sentidos están unidos de manera inextricable y, es éste último el modo en que ella enfoca el tema.

Pero ella -así nos lo advierte- no llega a ninguna conclusión específica, ni nos entrega, como solemos esperar de una conferencista, una semilla de verdad pura para que la guardemos entre las hojas de nuestros apuntes; lo que hace, es darnos su opinión acerca de un punto sin demasiada importancia -como lo expresa ella- al mencionar que, una mujer debe tener dinero y una habitación con un pestillo en la puerta, para poder escribir novelas o poemas, lo cual, como ven, deja sin resolver el gran problema de la verdadera naturaleza de la mujer y de la novela.

En su libro, lo que hace es mostrarnos cómo llegó a esta conclusión. No nos dice ninguna verdad, porque está consciente de que cualquier cuestión o tema relativo a los sexos se presta a controversia.

El tema  lo plantea desde varios puntos de vista, pero en líneas generales lo desarrolla de la siguiente manera:

  1. Se plantea varias interrogantes al inicio y, decide investigar qué dicen los hombres sobre las mujeres en sus libros. Al leerlos, encuentra que estos escriben con acaloramiento y pasión acerca de la inferioridad mental y física de las mujeres.
  2. Se devuelve al siglo XVI, la época de Isabel I de Inglaterra, época de tan fructífera literatura en que la mujer no escribió nada. Se plantea, entonces, cómo vivía la mujer en aquél siglo y la controversia que existía en la cual, aunque no escribiera novelas ni poesías, la mujer era el personaje principal en las novelas de grandes poetas y escritores, mostrándola como una persona importante con personalidad y carácter.
  3. El tercer punto se trata de: ¿qué le hubiese sucedido a una mujer con talento si hubiese querido ser artista en el siglo XVI?
  4. Antes de concluir el tema, habla de la importancia que tiene para el trabajo creativo que el artista sea hombre o mujer, lo que implica una mente andrógina, basándose en una afirmación de Coleridge.

Lo primero que hace Virginia Woolf es proponer un sinnúmero de preguntas: ¿por qué un sexo es tan próspero y el otro tan pobre?  ¿Qué efecto tiene la pobreza en la novela?  ¿Cuántos libros se escriben al año sobre las mujeres?  ¿Cuántos están escritos por hombres?  ¿Por qué atraen las mujeres mucho más el interés de los hombres, que los hombres el de las mujeres?  Para responder estas preguntas, buscó los libros que los hombres escribían acerca de las mujeres.

En ellos hablaban sobre la inferioridad mental y física de las mujeres. Pero lo que halló en esos libros fue, que de manera consistente había presente en todos ellos un elemento de acaloramiento, el cual se manifestaba de diversas formas: sátira, resentimiento, curiosidad,  reprobación y cólera. Pero ¿por qué estaban descontentos?  Teniendo en cuenta que en la época en que fueron escritos Inglaterra estaba bajo el control del patriarcado: suyos eran el poder, el dinero y la influencia.

Cuando estos autores escribían sobre la inferioridad de la mujer, lo que les preocupaba era su propia superioridad. La vida para ambos sexos es ardua y difícil y quizá lo más importante, para poder enfrentarnos a ella, sea la confianza en nosotros mismos. Y ¿cómo engendrar esta cualidad tan valiosa?  Pensando que los demás son inferiores a los creadores literarios.

De ahí, la enorme importancia que tiene para un patriarca, que debe conquistar, que debe gobernar, el creer que la mitad de la especie humana es, por naturaleza, inferior a él. Durante todos estos siglos, las mujeres han sido espejos, dotados del mágico poder de reflejar una silueta de hombre, del tamaño doble del natural. Sin este poder, los Superhombres y los Dedos del destino nunca habrían existido.

¡Los espejos son imprescindibles para toda acción violenta o heroica!

Reina en la literatura, esclava en la realidad

El segundo planteamiento que Woolf hace, se basa en “las novelas nunca escritas por mujeres en el siglo XVI”. En la Inglaterra del siglo XVI, en la época de Isabel I, las mujeres no escribieron ni una sola palabra de aquella maravillosa literatura, mientras que un hombre de cada dos, tenía disposición para la canción o el soneto. Pero, a pesar de no haber escrito nada, ardían como faros en las obras de todos los poetas y los escritores de esta época.

En realidad, si la mujer no hubiera existido, se la imaginaría uno como una persona importantísima, polifacética, tan grande como el hombre. Pero esta era la mujer de la creación literaria. En realidad, a la mujer de esa época la encerraban con llave, le pegaban y la zarandeaban por la habitación.

De todo esto, emerge un ser muy extraño, mixto; algunas de las palabras más inspiradas, los pensamientos más profundos  salen, en la literatura, de sus labios; en la vida real, sabía leer, apenas escribir y era propiedad de su marido.

El final de una mujer genial en el siglo XVI

Pero ¿qué le habría sucedido a una mujer con talento en el siglo XVI?  Virginia Woolf dice: “Se habría negado a contraer matrimonio con el joven escogido por sus padres; se habría escapado de su casa y habría ido a Londres, habría llegado a la puerta del teatro y habría expresado al director sus ansias de aprender a actuar, y éste se le habría reído en la cara. Una mujer con genio y talento, nacida en ese siglo, al tropezar con tantas dificultades, se habría vuelto loca y hasta suicidado o acabado sus días en alguna casa solitaria en las afueras del pueblo, medio bruja, medio hechicera, objeto de temor y burlas.

Una mujer con talento para la poesía, digamos, era una mujer desgraciada, en lucha contra sí misma, porque las circunstancias y, todos sus instintos propios, eran contrarios al estado mental que se requiere para liberar lo que se tiene en el espíritu.

La obra de creación y la mente andrógina

Antes de concluir con el tema Las Mujeres y la Novela, Virginia Woolf se refiere a la obra creativa y se vale de una afirmación de Coleridge: “las grandes mentes son andróginas, es decir, en el caso del hombre una mente masculina con elementos femeninos y, en el caso de la mujer una mente femenina con elementos masculinos”.

Quizás una mente masculina o femenina pura no pueden crear. En cambio, cuando se efectúa esta fusión, es cuando la mente queda fertilizada por completo y usa todas sus facultades. Desde luego, Coleridge quiso decir con esta frase que la mente andrógina es sonora y porosa; que transmite la emoción sin obstáculos; que es creadora por naturaleza, incandescente e indivisa. Pero si el que escribe es un hombre o una mujer a secas, puede considerar su labor como funesta o mortal, porque cuando se escribe con esta parcialidad consciente, está condenado a morir. Por brillante y eficaz, poderoso y magistral que parezca, un día o dos, se marchitará al anochecer.

Y cerrando el tema Las Mujeres y la Novela, dice su autora: “Hay que tener 500 libras al año y, una habitación propia para poder escribir novelas o poemas. Y lo digo, porque la libertad intelectual depende de cosas materiales y la poesía depende de la libertad intelectual”.

EL MACHISMO EN VENEZUELA

Por Lida Prypchan

El machismo es un tema en Venezuela sobre el que pocos osan tratar. Tal vez sea, porque es un tema comprometedor, que involucra el pensamiento y comportamiento de cada uno. Pero a pesar de todo, hay que reconocer que es un tema importante, ya que tiene un hondo significado nacional.Vemos en la prensa, en la vida diaria, en cualquier sitio donde uno se desenvuelva – universidad, trabajo, etc. – que se habla del “macho” y se exaltan sus proezas y sus aparentes y engañosas virtudes: audacia, viveza, arrogancia y fuerza. También es evidente que las leyes, la organización social, el pensamiento político y religioso, conocen mejor que nadie el famoso machismo.

Según estudios el “macho”, definiéndolo como un supuesto hombre superdotado sexualmente, no ha existido nunca, ni puede existir; es, para decirlo más claramente, un mito creado y se refiere exclusivamente a una conducta socio-cultural. Lo que sí existe es el “machismo”,  porque es éste el sello más particular de nuestra sociedad, el trasfondo de las más variadas manifestaciones sociales, culturales y políticas.

¿Qué es el macho?

El destacado sexólogo venezolano Carrera Damas, en sus estudios sobre la realidad o mito de la superdotación sexual del hombre, dice: “El hombre no ha sido, ni podrá ser, un superdotado sexualmente como muchos creen, porque tiene barreras biológicas, que no le permiten hacer con su sexo lo que ellos quisieran. Es más, si se compara con la mujer, el hombre es notoriamente inferior, y no porque éste sea más activo, sino porque su sexualidad está disminuida por linderos biológicos”.

Por ejemplo, el hombre después de haber alcanzado el orgasmo y la eyaculación, debe esperar media hora o quizás más, para un nuevo coito satisfactorio. Puede tener un coito diario, y alcanzar de 6 a 10 coitos en un día, una que otra vez, considerándolo como una “proeza”,  mientras que una mujer puede tener muchos orgasmos en cadena (se han señalado casos de 50 orgasmos en un sólo coito)  y de 20 o más cópulas diarias, que no son posibles para la generalidad de los hombres.

Por ello, en lugar de escribir sobre el macho, debería haber escrito sobre la hembra. Pero la solución no está en ponerse a discutir ni a compararse en el aspecto sexual. El machismo no es sólo un problema de prioridades sexuales sino que, en cualquier esfera que la mujer se mueva, encuentra cierta discriminación y subestimación por el hecho de ser mujer, como si los únicos que tuvieran derecho a pensar, crear y activar la sociedad, fuesen los hombres. Se nos encasilló históricamente en el rincón “del sexo débil”,  porque son pocas las mujeres que se han destacado en el plano científico, literario y artístico.

En cualquier actividad donde participen ambos sexos podría resultar ofensivo que una mujer le gane a un hombre en un deporte o que se destaque en los estudios más que ellos. La mujer se da rápidamente cuenta, sobre todo si es inteligente, que al hombre le molesta estar con  una mujer que piense, que no sólo quiera vivir para su marido, sino que también desee realizarse profesionalmente.

Es más, probablemente en Venezuela aún existen hombres que prohíben a su mujer que trabaje, para que se muera de aburrimiento en su casa con sus hijos, que no tenga la oportunidad de respirar un aire o ambiente diferente a las cuatro paredes de su casa.

Por otra parte y, para reafirmar lo que antes digo, vemos como en materia socioeconómica, política y legal, todo ha sido elaborado para justificar y hacer efectivo el predominio del hombre. Vemos, por ejemplo, la otrora establecida prepotencia de las leyes: “La mujer debe obedecer a su marido, debe seguirlo  a donde vaya, porque es él quien representa el hogar y fija el domicilio”, gracias a la evolución del marco legal venezolano este concepto perdió vigencia.

En cuanto a la forma de actuar del macho, y más particularmente  del macho latinoamericano, éste se caracteriza por ser un hombre que se siente seguro, dominador, amo, llevándose a la mujer como si robara ganado; da la impresión que quisiera marcar su dominio. Decide casarse, pero se la pasa diciendo que la mujer con que se casó “lo atrapó”;  establece su hogar porque necesita quien le lave, le planche y le cocine, es decir, necesita una sirvienta para que lo cuide como lo cuidó su madre, y acostarse con él cuando así lo disponga.

La mujer no es compañera, no es ni siquiera mujer, pues no toma en consideración sus deseos o necesidades; pareciera que la mujer ideal es la que ve por los ojos de su esposo y padece sólo los problemas de él, porque según su criterio, ella no debería tener problemas porque es mantenida y, se olvida que la felicidad no se mide por el dinero, sino con la consideración, respeto, mutua comprensión y realización de ambos.

Además, la mujer para complacer el ego de su macho, debe dar la impresión de no haber conocido a otro hombre en su vida, ni haber sentido jamás el más mínimo disfrute sexual, porque caerá en la desconfianza por parte de él o en los más feos epítetos.

Para que el machismo desaparezca, es necesario que exista un cambio social radical.

 

UNA ESPELUZNANTE PROFECÍA: “1984”

Por Lida Prypchan

George Orwell (1903-1950), seudónimo de Eric Blair, ensayista y novelista, nacido en India y educado en Inglaterra, después de algunos libros de relatos casi documentales y de la sátira política “Rebelión en la granja” (1945) que trata sobre la corrupción que engendra el poder, publicó en 1949, un año antes de morir, su novela más popular: “1984”, una ficción de carácter político que es la alucinante visión del futuro sometido a un gobierno totalitario, obra que ha tenido enorme resonancia en todos los países.

Orwell nos presenta en su escalofriante profecía, al mundo del futuro dividido en tres grandes estados totalitarios: Oceanía, Eurasia y Estasia o Asia Oriental. Obviamente, se refiere a la distribución del globo en tres vastos dominios de influencia política, cuyas directrices están centralizadas en Washington, Moscú y Pekín.

El escritor, en su ensayo en forma de novela – o novela en forma de ensayo – tiene como protagonista a Winston Smith, habitante de Oceanía, un hombre de 39 años de edad que está en contra del poder monstruoso, manipulador y aplastante de un sistema político que prohíbe la oposición, carece de elecciones, concentra la autoridad en una persona (figura carismática) respaldada por un partido único y, que refuerza su poder con la propaganda y el control de la información y de los medios de comunicación social.

Se trata, en pocas palabras, del aniquilamiento del individualismo y del poder para  homogeneizar el comportamiento de las masas para que sean fácilmente manipulables. Homogeneizar por  medio del terror: es la base de este tipo de régimen. Es un estado policíaco, que ha llegado a apoderarse de la vida y la conciencia de todos sus súbditos, interviniendo en las esferas más íntimas de los sentimientos humanos.

¿Oposición?  Está prohibida. Para ello, la fructífera imaginación de Orwell, escenifica una potencia como lo es Oceanía, en la que por doquier se encuentra la “telepantalla” que constituye un tipo de vigilancia audiovisual. El más mínimo susurro es captado por ella, cualquier ligera expresión de desdén que emerge como producto del desacuerdo con el régimen, es acaparada y tomada muy en serio por ésta.

Resulta inadmisible querer burlarla, es decir, es imposible no estar bajo su vigilancia. La autoridad está concentrada en un partido único y, el representante es El Gran Hermano, de quien hay – en muchos y estratégicos lugares – cartelones que contienen su enorme rostro; es uno de esos dibujos realizados de tal manera, que los ojos siguen a los transeúntes donde quiera que vayan. Y al pie de este sugestivo cartelón, versa la siguiente e hipnotizante sentencia: “El Gran Hermano te vigila”.

Por supuesto, poseen otras maneras de coartar a su ya adormecida masa: la policía del pensamiento. Una preparadísima propaganda, basada en los instintos irracionales del hombre, que nos hace recordar el estilo propagandístico de Hitler y el control de los medios de comunicación social.

Y cuando este poderoso monstruo de terror, no logra la sumisión de las masas, proceden por medio de la tortura a practicar el “lavado de cerebro”. La tortura es única para cada individuo, porque la telepantalla ha ido espiando los gustos y disgustos de cada individuo y, de esta manera, conoce a la perfección cuál es la forma de causar dolor o la sensación más desagradable, para así conseguir su objetivo: que el individuo termine adorando al Gran Hermano, el mismo que antes odiaba.

Como es de suponerse, el protagonista Winston Smith, está en contra de ese régimen de mentiras y terror. Sueña con pertenecer a un grupo de revolucionarios y poder vivir libre. El régimen le tiende una trampa haciéndole creer que entra a formar parte de una organización revolucionaria. El protagonista y una aliada, su compañera, son espiados por la telepantalla y la policía del pensamiento, y un buen día son capturados.

Juntos caen en las redes de hierro de la policía del pensamiento y de los magos de la tortura – los mismos que les dieron engañosamente acceso al grupo de revolucionarios – quienes les lavan el cerebro con ideas y corriente eléctrica para salir idiotizados, sin más remedio que rendirle culto a El Gran Hermano.

“1984”, no es una novela para pasar distraídamente las horas muertas. Los problemas sociológicos que Orwell plantea en su novela, son dignos de meditarse con detenimiento.

EL DISCRETO ENCANTO DE LA CLANDESTINIDAD

Por Lida Prypchan

Artículo sobre la película “El Diputado” o “La Vida Inmoral de un Hombre Público
Dirigida por Eloy de la Iglesia,
y protagonizada por Luisa San José y José Sacristán

 

Acompañado por la misma de siempre (la soledad), está el diputado Roberto Orbea pensando. Un hecho transcendental  logra hacerlo madurar en horas, más de lo que maduraría en 20 años. Éxtasis y desesperación le son proporcionados por la clandestinidad: pertenece a un grupo subversivo y es homosexual.

Sus primeros contactos homosexuales suceden en los recovecos del metro, en medio del hacinamiento carcelario y en los retretes públicos. En el seno del Partido Socialista español, conoce a Carmen con quien contrae matrimonio, previa comprensión por parte de ella de sus experiencias homosexuales.

Han pasado muchos años, hay rumores de que será elegido Secretario General del partido; en esa misma época cree que su homosexualidad quedó  encajonada en aquellos escondites de la sordidez, pero conoce a una pandilla de chicos que son homosexuales por pasta (que en lenguaje coloquial español significa dinero y no se refiere al espagueti).

Uno de los chicos, por amor a la pasta, es contratado por el grupo político gobernante para enamorar a Roberto; desean desprestigiarlo. Todo se complica, porque el joven se enamora y se hace amigo de Carmen, con quien también hizo el amor, y los tres  forman una gran espaguetada. Al darse cuenta las personas que lo contrataron de que el chico no les sirve para los fines que se han propuesto, lo asesinan en el apartamento de Roberto.

Buenas fueron las actuaciones de Roberto y el chico (Juan); por otra parte, Carmen es un personaje interesante, no sólo por su excelente actuación sino además, por su mensaje de complicidad y solidaridad con Roberto.

Las escenas que me parecieron más significativas:

En primer lugar: aquella en que Roberto se imagina en el banquillo de los acusados, comenzando a relatar sus inicios como homosexual, siendo él mismo su abogado defensor;

En segundo lugar: aquella en que presentan una retahíla de oficinistas (hijos de la burocracia), leyendo a la velocidad del rayo los antecedentes penales de Roberto, los interrogatorios y sus respuestas, mientras él nos guía, dando sus impresiones (o sea una visión retrospectiva de los acontecimientos);

En tercer lugar: unas orgías en las que se dictan clases magistrales de felatio, con una música de fondo tan ingenua, que resulta un chiste cruel.

La imagen muy nítida, el audio perfecto, el trabajo de cámara es muy bueno sin llegar a ser excelente y, la fotografía igual.

De las cosas bellas: la comprensión entre Roberto y Carmen. Es necesario agregar, en cuanto a la clandestinidad sexual de Roberto, que resulta interesante el hecho que no había lugar para críticas pues a Carmen siempre le habló con la verdad. En cuanto al resto de la gente, él no tenía por qué andar con un letrero en la frente que dijera “homosexual”, ni darle explicaciones a nadie sobre lo que hacía con su vida.

Evidentemente era bisexual; en cuanto a su homosexualidad: ¿habría que criticarla o aprobarla?  Mi opinión: ni lo uno ni lo otro. Lo criticable sería las nefastas consecuencias que esta acarreó: la muerte de un joven y el derrumbamiento político de Roberto.

La clandestinidad tuvo sus encantos para Roberto y lamentablemente, él no pudo evadir sus trampas, pero se merece admirar en él la honestidad con su esposa. Triste sería, que fuese uno de esos que profieren discursos que luego sus actos niegan. Esto trae a mi recuerdo, a un señor muy “honorable”,  que es sumamente estricto como padre, que se jacta de  ser muy buen padre y esposo y, tiene una amante y dos hijos abandonados. ¡Un honorable hipócrita!

 

UN PASEO POR LA CARRETERA

Por Lida Prypchan

Mentiría si dijera que conozco la razón por la cual la Sra. A. se dirigió hacia la carretera; luego me comentó que manejar la tranquilizaba, que le permitía ordenar sus pensamientos. ¿Qué había motivado ese paseo?  Intuí que de algo importante se trataba, algo como un cambio de vida. Es una ilusión esa frase que dice: “sigo siendo el mismo”. Uno nunca es el mismo, cambios diarios se producen imperceptiblemente y, cada siete años hay cambios transcendentales en la forma de sentir y pensar.

Lo que esa noche la Sra. A. experimentó, se sumó a la crisis que para ese momento vivía. Las casualidades no existen; el hecho que no podamos comprender el modo en que se entretejen ciertas situaciones no quiere decir que ellas existan. Por alguna razón, la Sra. A. debió buscar aquel lugar en la carretera. No podía ser una visión lo que experimentó la Sra. A. al presenciar aquel espectáculo.

En la carretera, a pesar de ser vieja y solitaria, no había precipicios: tierras planas sin ninguna vegetación la rodeaban, era recta e invitaba a quedarse dormido. La Sra. A. circuló sin inconvenientes; la naturaleza la acompañaba y se estaba preparando el amanecer, el color del cielo era un gris oscuro que se convertía en gris más claro y luego en azul intenso.

Durante esa transformación detuvo su carro, sentía sueño y deseaba tocar la tierra, tomó precauciones al estacionarse, se bajó y sus pies no tocaban tierra pues el suelo estaba cubierto por una cantidad enorme de cadáveres; con miedo pensó en introducirse en su automóvil y marcharse, pero una cara conocida entre los cadáveres la detuvo: era la de su esposo.

La impresión frenó su llanto, de inmediato comenzó a ver otros rostros conocidos: de su madre, de su padre, de sus hermanos, de sus compañeros de clase, de sus hijos, de sus vecinos, de sus compañeros de trabajo, de sus mejores amigos, de sus enemigos, de su suegra.

¿Qué significaba todo esto? ¿Acaso la condición sine qua non de éstas muertes era el haber estado en contacto en algún momento con ella?  ¿Pero…  podía suceder una locura semejante?

Con prisa se dirigió a su casa y allí no encontró a nadie, tampoco encontró a los vecinos y en casa de su suegra nadie respondía el teléfono, no tenía punto de referencia, todo su mundo, su círculo de acción había desaparecido. Ahora se daba cuenta de lo absurdo de su antiguo pensar, cuando se decía que se sentía sola, antes nunca estuvo sola, ahora sí que estaba sola.

 

UN ABISMO ENTRE LOS DOS

Por Lida Prypchan

Cada día, cada vez con más frecuencia, se encontraban con esa sombra, con esa puerta. Entre ellos dos, Aristóbulo y Elisa, estaba esa sombra, esa puerta, y un abismo negro y oscuro como la muerte a solas.

Elisa le dijo, luego de una relación de más tres meses “entre tú y yo hay un abismo”. Pero luego se erigió esa puerta entre ellos; más que una puerta parecía una muralla, ahí estaba siempre ella, firme y en actitud arrogante. Aristóbulo, decidió un día patear con todas sus fuerzas la puerta que los separaba.

Elisa intentó en más de una ocasión saltar el abismo, e incluso, en algunos de sus ratos de esparcimiento, seguía haciéndolo. En esos momentos el corazón se agitaba en su pecho al punto que llegó un día a romperle la blusa – al punto de ponerse morada -; se subía las mangas, se ajustaba la correa, rezaba unas cuantas oraciones y se lanzaba con pasión. Pero al instante se percataba que había hecho otro salto en vano.

Maldecía a su profesora de educación física por no haberla enseñado a saltar como era debido. Un buen día logró hacerlo y estando del otro lado se preguntó: ¿eso era todo?  Y luego se percató que el asunto no era saltar el abismo, sino borrarlo, hacerlo desaparecer.

Compró un mapa y unos días más tarde, se dio cuenta que necesitaba hacer desaparecer el abismo que llevaba Aristóbulo dentro de sí y que lo apartaba de ella y necesitaba también hacer desaparecer el que llevaba ella dentro de sí misma….  Tomó lápiz y papel, y describió con lujo de detalles la situación de dicho abismo, y movió cielo y tierra para lograr finalmente hacerlo desaparecer. La cuestión era complicada.

Y para vencer en semejante contienda, tenía que enfrentar sus propios pensamientos y esto significaba borrar esa idea de su mente. Mientras más quería olvidarlo…   más lo recordaba…   y cuando al fin empezaba a olvidarlo Aristóbulo le refrescaba la memoria: “recuerda mi amor que entre tú y yo hay un abismo”, le decía; no había forma ni manera de desembarazarse de ese pensamiento absurdo,  fue tanto así, que se acostumbró a vivir con la idea del abismo entre ellos dos.

Posteriormente, ya ella no recordaba con precisión, cuándo se levantó esa muralla entre ellos dos. ¡Ay qué sufrimiento el de esos dos!  Aristóbulo fue el primero en darse cuenta de la presencia de la muralla, y el primero, obviamente, en tratar de pasar al otro lado de la misma y sin embargo, cuando ya estaba a punto de pasarla la resistencia le falló, seguramente porque fumaba mucho, y cayó al suelo deprimido. La muralla cada día se hacía más alta, ladrillos y más ladrillos se le sumaban…     y ambos, a veces juntos, a veces cada quien por su lado, intentaban realizar la hazaña de traspasarla, pero parecía  imposible.

Aristóbulo, a ratos lloraba como un niño, impotente por no tener su juguete deseado. Luego de llorar, secándose las lágrimas y sonándose las narices decía: “la vida nos presenta algunas veces, desafíos tan complicados como éste ¡a quién se le ocurre! ¡quién hubiera pensado que mi destino iba a consistir en luchar contra una muralla y saltar un abismo! ¡esto es peor que Martín Valiente, el ahijado del diablo!

Esta pareja fue tratada por un equipo de reconocidos psiquiatras, quienes confesaron sentirse incapaces para resolver su conflicto. Uno de estos psiquiatras, se interesó por el caso y cuentan, que se precipitó en el abismo que separaba a Aristóbulo y Elisa. También un policía investigó el asunto a profundidad  y hasta llegó a pasar al otro lado de la muralla, pero desgraciadamente no pudo regresar.

Aristóbulo, desde que conoció a Elisa, sabía que había algo en ella que le decía que nunca podrían compenetrarse. Pero…    fueron inútiles estas ideas de advertencia, desde un primer momento él fue víctima de la magia de Elisa. Era atractiva como el peligro y desafiante como una navaja, pero a la vez tierna y conmovedora cuando le tocaban la fibra más sensible de su ser.

Al poco tiempo llegaron los celos, un poco más tarde la ironía, y más lueguito apareció la ira, maldad, el rencor, los insultos, hasta que un día, loco sin saber lo que hacía, la mató a besos…    y él se lanzó por el abismo, porque en vista de que no pudo con su enemigo, se unió a él.

 

REPOSANDO SOBRE EL MONTE DE VENUS

Por Lida Prypchan

«Hay un principio bueno
que creó el orden, la luz y el hombre,
y uno malo que creó el caos, las tinieblas y la mujer»
Pitágoras


«Todo cuanto ha sido escrito por los hombres
acerca de las mujeres debe considerarse  sospechoso,
pues ellos son juez y parte a la vez»
Poulain de la Barre

 

Son incontables las páginas que los hombres han escrito sobre la mujer: poemas, novelas, ensayos, canciones y películas y, en la mayoría de esos trabajos se encuentran entremezclados los más variados sentimientos: desprecio, admiración, despecho, amor, envidia, ternura y crueldad.

Me pregunto, si la razón por la cual los hombres han escrito tanto acerca de la mujer, es porque no quieren hablar de sí mismos o porque no tienen nada interesante que decir acerca de su género. Se ha expuesto más sobre la mujer como motivo literario, que sobre el importante asunto de la existencia de Dios.

Por cierto, la Biblia ha sido, en parte, una de las promotoras del machismo ¿no dice allí que provenimos de una costilla masculina? Además, la ya antigua mala reputación femenina proviene de Eva, quien tentó al ingenuo e influenciable Adán a pecar. La Biblia no es sólo “la máxima invención de la literatura fantástica” como acertadamente expresó Jorge Luis Borges, sino que también es uno de los documentos más machistas que la historia posee. De hecho, al escoger los apóstoles, no llamaron a concurso a doce mujeres sino a doce hombres. Y, aunque la Iglesia católica se empecine en no hablarnos del  género de Dios, la verdad es que en los libros escolares de catecismo lo dibujan como un hombre barbudo sobre una nube.

La mujer, como objeto de estudio, es un tema bastante trillado. Día a día se observa como muchas conversaciones terminan en lo que se podría denominar el mono tema. Y, como de paso nos encanta ponerle extraños nombres a las cosas más simples, para no aburrirnos del sempiterno asunto, inventamos términos como por ejemplo machismo, hembrismo, feminismo, mujer-objeto, hombre-objeto, masturbación vaginal y masturbación peneana y otros términos que están por inventarse. ¡Gracias a Dios!

Elisa Lerner, conocida escritora venezolana, tuvo la valentía de enfrentarse al tan trillado tema de la mujer, escribiendo un interesante y polémico libro llamado “Crónicas Ginecológicas”, en el cual reúne veintisiete artículos escritos entre 1979 y 1983 que aparecen publicados en 1984 y, que tratan sobre la mujer (la latinoamericana, en especial) y sus relaciones con el mundo.

En ese libro se van desarrollando temas como la participación de la mujer en el arte, la política, su enfrentamiento con el machismo, el feminismo, la historia, etc. Como puede observar el lector, Elisa Lerner intentó abarcar demasiados temas.

Por ejemplo, Virginia Woolf  le dedicó ciento cincuenta páginas a un sólo asunto: la importancia para una escritora, de tener una habitación propia y condiciones económicas mínimas para poder escribir novelas, y toma como punto de referencia a las escritoras inglesas del siglo pasado.

A este respecto, escribió E. Lerner: “las narradoras inglesas del siglo XIX, por antonomasia, fueron hijas solteronas y hacendosas, cuyo sueño crepuscular o nocturno fue la literatura”. Virginia Woolf no escribió acerca de las relaciones que una escritora puede tener con los hombres. Lo que sucede, es que ese no fue el tema que se planteó V. Woolf, de habérselo planteado, su libro hubiese tenido quinientas o seiscientas páginas, como sucedió con Simone de Beauvoir, quien sí se puso este tema como motivo de estudio, y efectivamente le dedicó ochocientas páginas.

En las “Crónicas Ginecológicas”, su autora nos demuestra su capacidad como escritora poseedora de argumentos que sabe desarrollar con agudeza y espíritu crítico; además tiene buen sentido del humor y maneja con maestría la ironía. Muestra de ello son los párrafos dedicados a la sexualidad de las jóvenes judías de Norteamérica, a Eva Perón y a Bárbara Hutton.

El primero de ellos dice así: “La sexualidad de las jóvenes judías de Norteamérica, fue francamente más efusiva después de la creación del Estado de Israel. Antes, más de una muchacha judía, creía que su patria estaba en la vagina. El sexo y la historia están más unidos de lo que, por lo general se cree.”

Sobre Eva Perón escribe: “Muchos de los hábitos de Eva Perón fueron de cabaretera nocturnidad. Evita, como las mujeres de los más audaces burdeles, en algunas ocasiones, le arrebataba la billetera a los señores ricos que la visitaban, para luego entregar ese dinero, tan pícaramente hurtado, a los pobres. Y terminaba esas actividades de madrugada, como una lujosa y fatigada prostituta”.

Escribe sobre Eva Perón y sólo le dedica a Margaret Thatcher una línea que dice: “la muy brava Thatcher”. ¿Qué quiere decir con esto; no es una repetición de lo que dice la mayoría sobre la conocida política? Margaret Thatcher es un tema muy interesante y controversial del que E. Lerner pudo sacar partido por haber sido, además, una mujer polémica.

Acerca de Bárbara Hutton (la dueña absoluta de las tiendas de ten cents de la cadena Woolworth, quien se casó siete veces) escribe: “Bárbara, siempre fue flaquita. Y como lo heredado ocupó tanto espacio, tanto peso en el mundo, la flacura fue una compensación, una disculpa. Y como el espacio no lo quiso ocupar con su persona ni con dinero, lo llenó de hombres”. Luego continúa diciendo: “La señora Hutton nunca llegó a conocer a los hombres, pero sí alcanzó un cierto y absoluto dominio sobre el pegajoso ceremonial que sirve para unirse a ellos”. Me pregunto, ¿qué significa conocer a los hombres?

Me extrañó no encontrar en este libro una serie de temas y enfoques. Por ejemplo, escribe sobre el machismo y no hace referencia sobre el culto al falo (pene).

Por otro lado, no dice ni una sola palabra sobre el lesbianismo y su relación con la literatura femenina. Tampoco escribe acerca del aborto, siendo este un tópico o un punto de convergencia de problemas sociales, médicos, religiosos; el aborto, además, es víctima de las elucubraciones ignorantes de los hombres. Si los hombres tuvieran que traer hijos al mundo, seguramente ya estuviera legalizado el aborto.

Elisa Lerner, en su libro, le dedica un artículo a Mirla Castellanos. Una mujer como Mirla, que hace parte de la burguesía tradicional venezolana ¿necesita que escriban sobre ella? En cambio, María de Lourdes Devonish, magnífica cantante, compositora, artista rebelde y subestimada, está sometida a un injusto silencio mediático, porque sus letras dicen verdades en modo muy directo. Tampoco se refiere a Manuelita Saenz.

Lo que sí pude observar, a lo largo de este libro, es que su autora muestra una sola cara de la moneda al escribir acerca de la mujer y el hombre latinoamericanos. Muestra a la mujer como una víctima de la inconstancia y la torpeza del macho. Ha podido tener en cuenta que a veces, quizás con más frecuencia de lo que se cree, el hombre es víctima de la inconstancia y la torpeza de la mujer.

Creo que se trata de un tema complicado y controversial, que se presta a las generalizaciones, pero que no las perdona. Opino, además, que E. Lerner pudo profundizar y comprometerse mucho más al tratar todos estos temas.

Voy a poner un ejemplo de cómo una generalización puede ser nefasta en la imagen de un escritor: Soren Kierkegaard (filósofo y teólogo danés, 1813-1855), al referirse a la mujer escribe: “¡Qué desgracia ser mujer! Y cuando se es mujer, sin embargo, la peor desgracia, en el fondo, es no comprender que es una desgracia!”.

¡Qué insulto! Yo que pensé que S. Kierkegaard era más amplio. Esta frase lo que demuestra, a través de su generalización, son sus propias limitaciones frente a las mujeres. Y me parece un insulto, ya que no sólo nos llama desafortunadas, sino que nos considera tan oligofrénicas que ni siquiera tenemos capacidad para darnos cuenta de que somos unas desafortunadas.

La mejor intervención masculina acerca de la mujer, es esta frase de J.P. Sartre que dice: “Semi- víctimas, semi- cómplices, como todo el mundo”. Creo que frente a la muerte de nada sirve ser mujer u hombre.

Cuando escucho a una joven renegar de su condición de mujer, yo le digo con vanidosa presunción y seguro tono maternal: ¿Querida amiga, aún no te has dado cuenta de que nuestro mundo siempre ha estado reposando sobre el monte de Venus?