EL PÁJARO ENJAULADO

Por Lida Prypchan

Hace muchos años la poetisa Muriel Rukeyser dijo “¿Qué sucedería si una mujer contara la verdad sobre su vida?  El mundo se partiría por la mitad”. Rukeyser ayudó a que muchas mujeres se dieran cuenta que estaban atrapadas como pájaros enjaulados, y así ella expresó su necesidad de liberación.

Las jaulas pueden ser las convenciones de la sociedad que evitan que crezcamos para lograr la formación permanente de nuestra personalidad y lograr formas de madurez. También pueden serlo nuestros propios ideales rígidos o estándares perfeccionistas o las restricciones del modo en creemos que debería estructurarse nuestro entorno.

Las posesiones materiales o el deseo tenerlas, la seguridad económica, la fama o la avidez de fortuna son diversos modelos de jaulas; es cualquier estratagema que concebimos y realizamos para llenar el vacío interno en vez de enfrentar los retos que la vida presenta y enriquecer con ello nuestro espíritu. Una jaula es cualquier estructura mental que llega a ser calcificada, rígida, absoluta, que no tiene apertura.

Una jaula común es la que se construye por las proyecciones que nos imponen nuestros padres, parientes y cultura; por ejemplo, muchas damas jóvenes cuando llegan a la adolescencia, enfrentan la necesidad de sus madres – por lo general “pájaros enjaulados”- de convertirlas en el reflejo  de sus propias vidas.

Si la hija es diferente a la madre, ella debe rebelarse para salir de la “jaula” en la cual su madre intenta recluirla. A menudo, cuando la madre es un pájaro enjaulado, la hija se resiste a seguir el ejemplo de su madre, o al menos puede decidir encerrarse en una jaula distinta al modelo materno. La hija de una madre hogareña puede quedarse soltera y ser una mujer profesional de carrera (y encerrarse en la jaula de las posesiones materiales), mientras que la hija de una madre profesional adicta al trabajo, puede escoger la maternidad y la vida hogareña (e interactuar con un entorno menos ajetreado y ambicioso que el de su madre).

Es posible que la jaula que la madre ambicione para su hija consista en los sueños y deseos que ella misma no realizó y que anhela que su hija los realice en representación suya, o que esté hecha de imágenes negativas o ideas que la madre tiene de la hija.

Algunas hijas se rebelan exitosamente y afianzan su independencia con el pasar del tiempo, pero el costo de la relación madre-hija puede ser alto, con tensiones y dolores, con predicciones fatales y con el conflicto como factor predominante. Entonces, no sorprende que algunas hijas se vuelvan tímidas y prefieran permanecer enjauladas.

Las artistas con frecuencia se enfrentan a las limitaciones de las expectativas familiares o trabajan para trascender las restricciones físicas y/o mentales de sus jaulas por medio de sus creaciones.

¿Qué simboliza el pájaro libre?  El pájaro representa la posibilidad del peregrinaje espiritual;  puede guiarnos a la trascendencia. En la tradición hindú, el pájaro simboliza una existencia espiritual más alta. En el arte del antiguo Egipto, el pájaro simboliza el alma de los humanos. En África, los pájaros simbolizan el poder vital. El fénix simboliza la inmortalidad y el renacimiento del alma cuando resurge de sus propias cenizas.

La liberación del pájaro existente en nuestro interior representa la apertura emocional que requerimos para vivir la experiencia espiritual del conocimiento de nosotros mismos.

¿Cómo puede la mujer abrir la puerta de la jaula para liberar su espíritu femenino y emprender el vuelo?  El primer paso en esta transformación es identificar la jaula específica en la cual nos sentimos atrapadas y reconocerla como tal.

Por medio de las imágenes de los sueños podemos llegar a descubrir las características y dimensiones de las jaulas en que estamos atrapadas y reconocer la manera como estamos capturadas y hasta la vía de la liberación. Romper con la negación de que estamos atrapados corresponde a abrir la puerta de la jaula.

Para hacerlo, hay que reconocer que también hay ganancia cuando nos quedamos atrapados. Para algunas mujeres el vivir el síndrome del pájaro enjaulado les puede permitir regodearse con el rol de víctima y de esta manera justificar su propia pasividad y evitan tener que enfrentar los retos del cambio. Debido a que sus jaulas fueron construidas por su padre en el pasado o por su cultura, depende de su decisión quedarse en la jaula.

El acto de abrir la puerta de la jaula requiere valentía y compromiso. Exige la muerte de una vieja identidad y de un renacimiento, con la decisión de volar hacia lo desconocido. Con frecuencia, la puerta de la jaula tiene que abrirse con violencia. A veces toma mucha ira reventar las barreras.

Una vez que hayamos reconocido y expresado nuestra rabia, debemos transformarla antes que se endurezca en el resentimiento, la depresión, la enfermedad o la ansiedad, lo cual puede construirnos otra jaula con barras aún más resistentes.

Una de las tendencias del pájaro enjaulado es EL SECRETO. Se puede esconder la ira hasta de sí mismo, encubrir la propia frustración.

La experiencia del pájaro enjaulado puede enseñarle a la mujer muchas fortalezas secretas como la paciencia y la fuerza interior – cualidades esenciales para todo proceso creativo de crecimiento -, así como la diplomacia, la vulnerabilidad y la dulzura.

El sentido de estabilidad, límites y orden que adquiere el pájaro enjaulado es otra herramienta positiva y necesaria para el crecimiento. Aprender a conocer cuando los momentos adecuados para expresar y contener los sentimientos es esencial para una vida madura y sana.

Por nuestra calidad de seres humanos, vivimos la paradoja de la necesidad de libertad e independencia y el deseo de seguridad y de protección. Podemos aceptar limitaciones, sin por ello vivir dentro de una jaula de normas sofocantes. Todos tenemos partes encarceladas de nosotros mismos. Todos somos pájaros enjaulados hasta cierto punto.

Tenemos que adoptar roles diferentes. Llevar ropas distintas para cada ocasión para poder vivir dentro de una sociedad. Jung llama a esta adaptación necesaria del ego “la máscara que utilizamos para enfrentarnos al mundo”.

Debemos aprender a ponernos la máscara que refleje de manera más fidedigna lo que somos en vez de lo que otras personas quieren que seamos. Las partes de nosotros que no están desarrolladas, necesitan ser expresadas. Si nos reducimos a un solo papel o a una sola identidad nos trasformamos en nuestros propios carceleros. Es aquí cuando está dispuesta a emerger “la loca” que llevamos dentro.

Referencias Bibliográficas

  • Florenzano R. Técnicas de Psicoterapias Dinámicas. 2da Edición. Editorial Universitaria. Santiago de Chile. 1991.