LAS MUJERES Y LA NOVELA

Por Lida Prypchan

La Cólera

El título puede tener diversos significados para nosotros, tales como: las mujeres y su modo de ser  o las mujeres y las novelas que escriben o las mujeres y las fantasías que se han escrito sobre ellas o quizás, estos tres sentidos están unidos de manera inextricable y, es éste último el modo en que ella enfoca el tema.

Pero ella -así nos lo advierte- no llega a ninguna conclusión específica, ni nos entrega, como solemos esperar de una conferencista, una semilla de verdad pura para que la guardemos entre las hojas de nuestros apuntes; lo que hace, es darnos su opinión acerca de un punto sin demasiada importancia -como lo expresa ella- al mencionar que, una mujer debe tener dinero y una habitación con un pestillo en la puerta, para poder escribir novelas o poemas, lo cual, como ven, deja sin resolver el gran problema de la verdadera naturaleza de la mujer y de la novela.

En su libro, lo que hace es mostrarnos cómo llegó a esta conclusión. No nos dice ninguna verdad, porque está consciente de que cualquier cuestión o tema relativo a los sexos se presta a controversia.

El tema  lo plantea desde varios puntos de vista, pero en líneas generales lo desarrolla de la siguiente manera:

  1. Se plantea varias interrogantes al inicio y, decide investigar qué dicen los hombres sobre las mujeres en sus libros. Al leerlos, encuentra que estos escriben con acaloramiento y pasión acerca de la inferioridad mental y física de las mujeres.
  2. Se devuelve al siglo XVI, la época de Isabel I de Inglaterra, época de tan fructífera literatura en que la mujer no escribió nada. Se plantea, entonces, cómo vivía la mujer en aquél siglo y la controversia que existía en la cual, aunque no escribiera novelas ni poesías, la mujer era el personaje principal en las novelas de grandes poetas y escritores, mostrándola como una persona importante con personalidad y carácter.
  3. El tercer punto se trata de: ¿qué le hubiese sucedido a una mujer con talento si hubiese querido ser artista en el siglo XVI?
  4. Antes de concluir el tema, habla de la importancia que tiene para el trabajo creativo que el artista sea hombre o mujer, lo que implica una mente andrógina, basándose en una afirmación de Coleridge.

Lo primero que hace Virginia Woolf es proponer un sinnúmero de preguntas: ¿por qué un sexo es tan próspero y el otro tan pobre?  ¿Qué efecto tiene la pobreza en la novela?  ¿Cuántos libros se escriben al año sobre las mujeres?  ¿Cuántos están escritos por hombres?  ¿Por qué atraen las mujeres mucho más el interés de los hombres, que los hombres el de las mujeres?  Para responder estas preguntas, buscó los libros que los hombres escribían acerca de las mujeres.

En ellos hablaban sobre la inferioridad mental y física de las mujeres. Pero lo que halló en esos libros fue, que de manera consistente había presente en todos ellos un elemento de acaloramiento, el cual se manifestaba de diversas formas: sátira, resentimiento, curiosidad,  reprobación y cólera. Pero ¿por qué estaban descontentos?  Teniendo en cuenta que en la época en que fueron escritos Inglaterra estaba bajo el control del patriarcado: suyos eran el poder, el dinero y la influencia.

Cuando estos autores escribían sobre la inferioridad de la mujer, lo que les preocupaba era su propia superioridad. La vida para ambos sexos es ardua y difícil y quizá lo más importante, para poder enfrentarnos a ella, sea la confianza en nosotros mismos. Y ¿cómo engendrar esta cualidad tan valiosa?  Pensando que los demás son inferiores a los creadores literarios.

De ahí, la enorme importancia que tiene para un patriarca, que debe conquistar, que debe gobernar, el creer que la mitad de la especie humana es, por naturaleza, inferior a él. Durante todos estos siglos, las mujeres han sido espejos, dotados del mágico poder de reflejar una silueta de hombre, del tamaño doble del natural. Sin este poder, los Superhombres y los Dedos del destino nunca habrían existido.

¡Los espejos son imprescindibles para toda acción violenta o heroica!

Reina en la literatura, esclava en la realidad

El segundo planteamiento que Woolf hace, se basa en “las novelas nunca escritas por mujeres en el siglo XVI”. En la Inglaterra del siglo XVI, en la época de Isabel I, las mujeres no escribieron ni una sola palabra de aquella maravillosa literatura, mientras que un hombre de cada dos, tenía disposición para la canción o el soneto. Pero, a pesar de no haber escrito nada, ardían como faros en las obras de todos los poetas y los escritores de esta época.

En realidad, si la mujer no hubiera existido, se la imaginaría uno como una persona importantísima, polifacética, tan grande como el hombre. Pero esta era la mujer de la creación literaria. En realidad, a la mujer de esa época la encerraban con llave, le pegaban y la zarandeaban por la habitación.

De todo esto, emerge un ser muy extraño, mixto; algunas de las palabras más inspiradas, los pensamientos más profundos  salen, en la literatura, de sus labios; en la vida real, sabía leer, apenas escribir y era propiedad de su marido.

El final de una mujer genial en el siglo XVI

Pero ¿qué le habría sucedido a una mujer con talento en el siglo XVI?  Virginia Woolf dice: “Se habría negado a contraer matrimonio con el joven escogido por sus padres; se habría escapado de su casa y habría ido a Londres, habría llegado a la puerta del teatro y habría expresado al director sus ansias de aprender a actuar, y éste se le habría reído en la cara. Una mujer con genio y talento, nacida en ese siglo, al tropezar con tantas dificultades, se habría vuelto loca y hasta suicidado o acabado sus días en alguna casa solitaria en las afueras del pueblo, medio bruja, medio hechicera, objeto de temor y burlas.

Una mujer con talento para la poesía, digamos, era una mujer desgraciada, en lucha contra sí misma, porque las circunstancias y, todos sus instintos propios, eran contrarios al estado mental que se requiere para liberar lo que se tiene en el espíritu.

La obra de creación y la mente andrógina

Antes de concluir con el tema Las Mujeres y la Novela, Virginia Woolf se refiere a la obra creativa y se vale de una afirmación de Coleridge: “las grandes mentes son andróginas, es decir, en el caso del hombre una mente masculina con elementos femeninos y, en el caso de la mujer una mente femenina con elementos masculinos”.

Quizás una mente masculina o femenina pura no pueden crear. En cambio, cuando se efectúa esta fusión, es cuando la mente queda fertilizada por completo y usa todas sus facultades. Desde luego, Coleridge quiso decir con esta frase que la mente andrógina es sonora y porosa; que transmite la emoción sin obstáculos; que es creadora por naturaleza, incandescente e indivisa. Pero si el que escribe es un hombre o una mujer a secas, puede considerar su labor como funesta o mortal, porque cuando se escribe con esta parcialidad consciente, está condenado a morir. Por brillante y eficaz, poderoso y magistral que parezca, un día o dos, se marchitará al anochecer.

Y cerrando el tema Las Mujeres y la Novela, dice su autora: “Hay que tener 500 libras al año y, una habitación propia para poder escribir novelas o poemas. Y lo digo, porque la libertad intelectual depende de cosas materiales y la poesía depende de la libertad intelectual”.