31 DE MAYO DE 1819

Por Lida Prypchan

Walt Whitman

 

Walt Whitman es el más grande de los poetas estadounidenses. Nació en una aldea cercana a Nueva York, de padre inglés y madre holandesa. Como única instrucción formal cursó los seis años de la escuela primaria antes de iniciarse en la vida laboral, primero como recadero de dos abogados y más tarde como aprendiz en una imprenta.

Autodidacta ávido para el arduo trabajo, encontró la fuente de su formación literaria deleitándose en la lectura de los clásicos griegos, así como de Shakespeare, Hegel, Cervantes, Dante…   Creció en una sociedad regulada por los más exigentes convencionalismos, pero tuvo el valor de llevar adelante la vida que quería.

A lo largo de su vida ejerció los cargos más disímiles, pero todo en él estaba centrado en madurar su facultad poética. En 1855 publica la primera versión de su principal obra poética “Hojas de Hierba”, obra sometida a continua revisión y ampliación por el resto de su vida, cuya edición definitiva se publicó en 1892.

Recibió muchas críticas adversas por esta obra, no porque ella careciera de ingenio, sino por la ignorancia y la mediocridad que reinaba en aquel momento. Pero quienes tenían realmente sentido crítico, pudieron reconocer en ella, una maravillosa obra. Así, por lo menos, se conoce la crítica de Emerson: “es la creación más extraordinaria de ingenio y sabiduría que los Estados Unidos ha producido hasta ahora”.

La obra de Whitman, aunque en extremo genial y pura, carente de malicia, desató grandes disputas y escándalos, hasta el punto de pedir la intervención de un cuerpo llamado Sociedad para la Supresión del Vicio, con el fin de destruir hasta el original de este horroroso libro, el cual, según ellos, “había lastimado su pudor virginal”.

Whitman, sin hacerle caso a esta falsa moral, continúa ampliando su libro. Tiene una sola interrupción: la Guerra Civil (1861-1865) en la que trabajó como enfermero voluntario y, durante la cual escribe el poema “Redobles de Tambor”, el ensayo “Perspectivas Democráticas” y, una carta a su madre llamada “El Curador de Heridas”.

Después de la guerra, vive en Washington hasta 1873 y, en este mismo año, por motivos de salud, se muda a Nueva Jersey y, recibe la muerte plácidamente el 26 de marzo de 1892.

SU OBRA

Whitman, como expresé al inicio de este artículo, no sólo es el más grande de los poetas norteamericanos, sino también el primero de ellos en orden cronológico. El resto lo fueron por accidente de su nacimiento, ya que sus obras no reflejaban con mucho, ni el ambiente físico de su vasto país ni los sentimientos e ideales de su pueblo.

Whitman, por el contrario, rechaza deliberadamente tanto los grandes modelos del Viejo Mundo como la herencia poética de Europa. Firme en ese convencimiento, trabaja en su obra durante 37 años. “Hojas de Hierba” es la confesión total de un hombre tolerante y comprensivo, que expresó su posición ante los eternos problemas del hombre. Y la solución de estos, la encuentra en la democracia. Una democracia – reconocía él mismo – que tardaría mucho en llegar. Una democracia que aún no existe en la tierra, ya que la actual no es más que un simulacro.

Su obra recibió muchas críticas destructivas, acusándolo de “haber escrito la más cruda sensualidad”. Pero estos jueces distaban mucho de saber lo que decían. Su ignorancia los cegaba.

Whitman, por su parte, se mantenía sereno porque bien sabía, y esto lo comprendió mucho tiempo atrás, que nada hay de pecaminoso en ese impulso fundamental de toda vida y, fue por ello que celebró con pasión los nobles atributos de su sexo sin que le importase ofender con ello la pudibundez de los puritanos, los tontos y los hipócritas.

Él mismo expresó su clara posición al respecto: “¿No es indecente la desnudez?  No, en sí misma no lo es. Indecentes son vuestros pensamientos, vuestros temores, vuestra respetabilidad”.

Whitman, es el poeta del optimismo, la alegría y la claridad. Las opiniones que importan, lo han consagrado no sólo como un clásico de la literatura de su patria o el Nuevo Mundo, sino también como una de las figuras sublimes de la historia humana.