RICARDO WAGNER

Por Lida Prypchan
Fue músico, poeta y hombre de fe en su personalidad y su obra.

Nace el 22 de mayo de 1813 en la ciudad de Liepzig, Alemania. Queda huérfano a los 6 meses de nacido. Su madre se casa, por segunda vez, con un hombre inteligente y culto con especial afición por el arte, lo cual influye positivamente en el desarrollo intelectual de su hijastro Ricardo.

A Ricardo, en su primera adolescencia, se le conocen más sus inquietudes literarias, pero después de recibir clases de piano y violín y expresar su más honda admiración por Beethoven, decide dedicarse a la música, a pesar de que sus maestros le advirtieron que no poseía facilidades para la misma.

Trabaja arduamente y, al cabo de algunos años, presenta sus primeras obras tituladas: Las Bodas, Las Hadas. Es nombrado, además, maestro concertador en la Opera de Wurzburg.

En 1836 se casa con la cantante Guillermina Planer, con quien no llevará una vida como la que necesita: llena de tranquilidad y sosiego. Guillermina se queja constantemente de la severidad del carácter de Wagner. Para conservar la vida, Wagner debe partir al destierro hasta el año 1861.

Pasará muchas estrecheces económicas resueltas por Liszt y aunque hundido decide liberarse de muchos convencionalismos: quiere ser fabricante de óperas, partiendo de un sistema propio que le lleva a la consecución de grandes obras.

Lleva a la práctica sus doctrinas y, a finales de 1852, termina “El Anillo del Nibelungo”. Hacia 1857 lo invade un pesimismo schopenhaueriano y el ambiente reinante lo ahoga. Tiene graves problemas con su esposa Guillermina hasta que ella finalmente lo abandona para siempre. Wagner, muy atribulado, encuentra en casa de los Weswndonk un refugio para su alma.

Se muda a Venecia. Una vez finalizado su destierro vuelve a su patria donde hace algunas representaciones. Su situación económica va de mal en peor. Pero todo parece resolverse cuando el joven Rey de Baviera, Luis II, le tiende la mano a Wagner. Este, por su parte, intenta desempeñar su trabajo lo mejor posible, para así pagar con creces los favores del Rey.

Ricardo Wagner, en el aspecto económico, no tendrá nunca calma sino sólo los últimos años de su vida. De estas crisis monetarias saldrán por repentinas proposiciones de trabajo o ayuda de amigos, sobre todo de Liszt.

Hacia 1838 acepta el cargo de director de orquesta teatral de Rienzi con la que compone una obra con este mismo nombre. Con mucha fe en esta ópera, se muda a París creyendo que al tener en sus manos tan magnífica obra se le abrirían todas las puertas. Pero no será así. Pronto sus esperanzas se desvanecerán y tendrá que sufrir un calvario de adversidades por 3 años.

En 1842 vuelve a Alemania y en el Teatro Real de Dresde presenta su opera Rienzi. Le ofrecen otros trabajos y estrena “El Buque Fantasma”. Mientras tanto, a sus espaldas, preparan una coalición para hundirlo. Esta es la peor época de su vida ya que, unida a esta situación, pierde a su madre, lo cual le causa un profundo dolor e intenta suicidarse.

Wagner parte a Triebschen, al borde del lago de Lucerna, donde pasará 6 años. Conoce a la hija de Lizst, la cual se divorcia para casarse con él. Tienen un hijo. Este será un gran motivo de alegría para este hogar y además será motivo de inspiración para algunas obras de Wagner.

En esta época de tranquilidad, junto a su esposa Cósima, Wagner escribirá: el Idilio de Sigfrido, Los Maestros Cantores, Sigfrido y casi finaliza El Crepúsculo de los Dioses. En 1872 se edifica un coliseo para presentar El Anillo del Nibelungo, en Bayreunth.

En 1882 se estrena, también allí, Persifal, canto de cisne de aquel espíritu inquieto que al fin conoció la apoteosis.

Lleva en Italia 4 años durante los inviernos, por exigirlo así su delicada salud. Hallándose en Venecia, un ataque de apoplejía acabó con él. Acaeció el 13 de febrero de 1883. Wagner con su vida nos dio un ejemplo de lo que vale el poder humano cuando la perseverancia se pone al servicio de la inteligencia y la voluntad.