FEDOR DOSTOIEVSKI

Por Lida Prypchan
Los Dostoievski tenían sus raíces en la nobleza rusa. Además su genealogía muestra una larga línea de místicos, desequilibrados, genios y locos criminales. A través de mil vicisitudes y sacudidas, los Dostoievski fueron desposeídos de sus feudos y hundidos en la miseria o poco menos.

Mijaíl Dostoievski – padre del famoso escritor – poco tiempo después de haber ingresado en la clerecía, se escapó para entrar en la Academia Médico-Quirúrgica de Moscú. Cuando las tropas napoleónicas entraron en Rusia, en 1812, fue nombrado médico del ejército y luego fue trasladado a Moscú donde obtuvo la plaza de médico auxiliar en el hospital para pobres, dependiente del Hospicio. En el mismo año se casó con la hija de un comerciante que puso en manos de su yerno una buena cantidad de dinero.

Con los años, Mijaíl Dostoievski fue invadido por una avaricia enfermiza que se convirtió en una desgracia para los suyos y fatal para sí mismo. Se convierte en el tirano de los pobres del hospital y también de los suyos, particularmente de sus hijos y su mujer. La familia Dostoievski, vivía en unas habitaciones del entresuelo del mismo hospital. Allí, el 11 de noviembre de 1821 – según el calendario gregoriano – nació el segundo hijo del matrimonio, Fedor.

En la infancia de Fedor, los elementos de maravilla los pusieron la madre y la nodriza Aliova Federovna, quien familiarizó al chiquillo con los cuentos de hadas y el folclor ruso.

En unión de su hermano Mijaíl, la educación de Fedor transcurrió, entre la media pensión de preparatoria del francés Sanchard  y la pensión privada de Tchemak, verdadero sacrificio para el avaro de su padre, quien a pesar suyo, deseaba dar a sus hijos una educación de mayor nivel y eficiencia que la de los liceos oficiales en donde reinaban métodos obsoletos. En ésa época Fedor se entrega con pasión a la lectura, dedicándole tiempo a todas las obras de Moscú, que años más tarde, siendo Fedor un adolescente, quedaron absolutamente destruídas a causa de un incendio, ocasionándole  gran dolor al incipiente escritor.

Otro motivo de profundo pesar fue  la muerte del poeta Alexander Pushkin en 1837, de cuya obra Fedor conocía de memoria gran cantidad de versos. Ese mismo año enfrenta la mayor de sus penas: la muerte de su madre consecuencia de la tuberculosis. Esta muerte también sumió a su padre en la depresión y el alcoholismo.

La infancia de Dostoievski, estuvo sembrada de contradicciones, al igual que su vida entera. El doctor Janovsky, médico y amigo de Dostoievski, refiriéndose a su infancia dijo: “Fedor experimentó durante su infancia, muchas cosas sombrías y penosas, de aquellas que imprimen a un carácter ese rasgo que lleva a la neurosis, la epilepsia y la hipocondría”.

Juventud y Gloria

Haciendo un último esfuerzo, el avaro Mijaíl Dostoievski, condujo a sus hijos a San Petersburgo y los dejó en la Escuela de Ingenieros Militares. Fedor, que contaba con diecisiete años, leía demasiado y empezaba a escribir. Experimentó grandes apuros económicos y escribía carta tras carta a su padre pidiéndole dinero, quien retirado ahora en el campo, se había vuelto aún más mezquino.

Mijaíl Dostoievski quien se había vuelto asiduo al licor y estaba lleno de avaricia, se hacía odiar por sus siervos y un día, en que había apaleado a uno de ellos, los campesinos se reunieron para decidir su muerte. Le cogieron borracho y, trataron de ahogarle en alcohol… al fin maltratándole bestialmente, dieron fin a su vida. La familia renunció al proceso y los poderes públicos se hicieron los desentendidos. Su hijo Fedor, no habló jamás a nadie, ni escribió nunca nada relacionado con esta horrible muerte.

Más pobre y más atormentado que antes, Fedor sigue su carrera. Lee, escribe y sufre amarga miseria, pero sobre todo, penetra más y más en el alma de su pueblo, lo cual lo lleva a escribir su primer libro “Las Pobres Gentes”. El gran crítico Bielinsky, después de leer la obra de Dostoievski, llama sobre ella la atención del público y la señala entusiasmado como genial, por lo cual Fedor se despierta en la cumbre de la fama.

El escritor penetra con pie firme hacia el mundo de los desheredados y revolucionarios. Concurre a las reuniones clandestinas encabezadas por Petraschevski y en diciembre de 1848 es arrestado como conspirador por la policía del zar. Dostoievski y el resto de los conspiradores  son condenados a muerte.

En la plaza Semionovsky  una multitud acude a presenciar el espectáculo. En el centro de la explanada se levanta el patíbulo y los condenados son alineados sobre la plataforma. El auditor del consejo de guerra, después de haber pronunciado los nombres de los nueve conspiradores, lee nueve veces el veredicto; Dostoievski se estremece al sonar el suyo, no bien seguro de lo que ha oído.

Luego… alguien se acerca con paso lento. Una mano se ha posado sobre su pecho. A pocos pasos, los cosacos han formado el pelotón. Disponen el arma homicida y los tambores comienzan a redoblar. ¡Es un instante que dura un siglo!  Se oye un grito. ¡Alto!  Un oficial se adelanta y lee la orden en que el zar conmuta la pena de muerte por la de trabajos forzados en Siberia. Es el 22 de diciembre de 1849.

Cumplida la condena en 1856, obtiene permiso para regresar a Moscú y, después de unos exaltados y románticos amores, se casa con una viuda, esperando todo de aquel matrimonio, que no le dio sino nuevos dolores: la misma noche de bodas le repitió el ataque epiléptico que ya había sufrido durante su destierro en Siberia.

Su mujer, tuberculosa y neurótica, no aportó ni una brizna de paz al espíritu atormentado de Dostoievski… Siete años duró ésta unión, que terminó con la muerte de ella. Su hermano Mijaíl también muere, dejando a Fedor absolutamente solo en esta fase de su vida.

Sin embargo, tiene que trabajar para seguir viviendo. Refugiado en un nacionalismo absoluto, trabaja oscuramente como folletinista. En esta época se enamora más de una vez, pero en pugna con lo que para su temperamento enamoradizo representan su cara fea, su epilepsia y sus lacras físicas y morales.

Se enamora de una actriz, una nihilista y una bella revolucionaria, siendo todos estos amores funestos, y Dostoievski, sediento de cariño, no tiene otra opción que casarse con Ana Grigorievna, la taquígrafa a quien dictaba sus folletines.

Veinte años más joven que él, y acostumbrada a admirarle y venerarle desde los quince, María Grigorievna fue el único elemento de relativa paz y reposo en la agitada vida de Dostoievski.

El final

Con ocasión del homenaje nacional al poeta Pushkin, Dostoievski, encargado de pronunciar el discurso, hace vibrar a la nación con la fuerza y el valor de sus palabras. Tres meses más tarde, el 9 de febrero de 1881, muere de una hemorragia pulmonar.

El país entero toma parte en el duelo del gran desaparecido. Treinta mil personas acompañan los restos mortales del autor de “Las Pobres Gentes”. Escritores y estudiantes llevan el féretro sobre sus hombros. Quince coros conforman la comitiva haciendo sonar sus cánticos. El filósofo Soloviov  pronuncia las palabras definitivas, que contienen la alta significación humana y sagrada de lo que fue e hizo Dostoievski.

Al final de cuentas, la única auténtica biografía de Dostoievski está en sus obras. Él es “El Doble”, “El Adolescente”, “Iván Karamazov” y “Rodión Raskolnikov”. En su pecho anidan todas esas furias – locos, rebeldes iluminados – que pueblan sus novelas. Pero Fedor Dostoievski, doma las furias y logra plena victoria sobre ellas, llegando – y en eso puede comparársele a Beethoven – a la alegría suprema por el dolor supremo.