EL CEREBRO: UN COMPUTADOR CON SECRETOS

Por Lida Prypchan
Un genio y una persona subnormal pueden tener un cerebro de aspecto idéntico: ni su tamaño ni su estructura en el microscopio son útiles para descifrarnos la capacidad intelectual. El corazón habla a través de las palpitaciones, pero el cerebro es silencioso, no nos muestra sus secretos aunque genera impulsos eléctricos que nos permiten estudiar su manera de funcionar.

En 1870 Erich Hitzig, un oficial médico prusiano, paseándose por un campo de batalla de Sedán, buscaba cadáveres cuyos cerebros estuviesen al descubierto. Con una batería eléctrica unida a dos ductos metálicos, descubrió que al estimular una parte del cerebro con una descarga eléctrica, los miembros de la parte opuesta del cuerpo realizaban ciertos movimientos.

Nuestros movimientos y sensaciones provocan impulsos eléctricos que viajan a través de una red de neuronas o células nerviosas hasta el cerebro (que es el centro de mando). Las neuronas se encuentran en todo el cuerpo, hasta en los sitios más escondidos, y todas están interconectadas conformando una red enorme. A través de ella llegan al cerebro los mensajes y él a su vez emite órdenes que son transmitidas a través de esa sofisticada red.

La neurona es radical en su manera de actuar: todo o nada puede generar o no impulsos. Aún no se sabe cómo el cerebro descifra los mensajes y toma sus decisiones. Sin embargo, se sabe qué ruta siguen los mensajes. Lo impresionante es la cantidad de cosas diferentes que el cerebro hace a la vez y la rapidez con que las hace.

El computador es un modelo del cerebro hecho por el hombre.

Particularmente tuve la oportunidad de jugar una partida de ajedrez con un computador que tenía siete niveles. Nunca le gané, ni siquiera en el primer nivel. El computador es una magnífica memoria, la cual tiene las reglas básicas del juego y una serie de alternativas de posibles movimientos para ganarle al adversario en medios de almacenamiento masivo. Lo que sucede es que el computador no se olvida de nada: tiene una memoria perfecta.

A lo largo de la vida, el cerebro se aprende de memoria una serie de datos que llegan a los órganos sensoriales. Estos datos se acrecientan con la edad. Pero como no somos un computador, nuestro cerebro recuerda una parte de la información que recibimos a través de la vida. Esto se explica comparándolo así: lo que usamos con mayor frecuencia es lo que más recordamos; lo que usamos con menor frecuencia, lo guardamos en cajas y nos cuesta recordarlo.

Miles de neuronas se disparan simultáneamente durante ciertas clases específicas de actividad mental. Esto genera de manera rítmica una serie de descargas eléctricas, llamadas ondas cerebrales, que se pueden registrar colocando unos electrodos en el cuero cabelludo y se amplifican gracias a un amplificador que va conectado a un sistema de plumillas, plasmándose en un papel. Este aparato se llama electroencefalógrafo y con este se estudian los cambios que se efectúan en el cerebro consciente. El trazo fuerte, lento y regular predomina cuando dormimos, soñamos despiertos o descansamos con los ojos cerrados. Cuando las sensaciones nos estimulan o estamos despiertos, el trazo es más acelerado e irregular. A través de la electroencefalografía, podemos detectar un foco epiléptico.

Las lesiones cerebrales producen cambios característicos, y lo mismo sucede con ciertos estados emocionales y ciertas mutaciones, en el metabolismo del cuerpo.