FREUD UN LITERATO EN POTENCIA

Por Lida Prypchan

Discernir la complejidad del alma: Freud siempre reconoció que el Psicoanálisis y la literatura, tenían ese propósito común. Por ello no era raro que retomara expresiones de algunos poetas o que ilustrara algunos análisis con versos cuidadosamente elegidos. Para él los escritores dramáticos eran ante todo poetas: Sófocle, Ibsen, Shakespeare estaban entre sus poetas preferidos.

En un manicomio particular, se hallaba recluido un poeta dálmata, que enloqueció por una sombra. Su amada era una “reina de la pantalla” y desde la pantalla le sonrió. Desde entonces no tuvo vida y, su pasión desesperada por la sombra de su amada destruyó su existencia. En el mismo manicomio, se encontraba un personaje muy peculiar: era un monstruo, que debía tener medio siglo vestido de verde claro.

Su vida fue espectacular. En principio, era uno de los hombres más ricos del mundo; con esa fortuna en sus manos, decidió iniciarse en las más refinadas drogas de una cultura en putrefacción. Empezó a viajar, a conocer las más variadas ideologías que gobiernan el mundo, mantuvo conversaciones apasionadas con artistas, leyó una cantidad enorme de libros y, con toda esta dilapidación maniaca, adquirió, después de 7 años, un olfato perverso por las más radicales ideologías.

Después de mucho deambular, su espíritu – agotado del mundo – enfermó, pero nos legó unos escritos que con tinta verde realizó, dándonos sus impresiones sobre el mundo en que vivimos.

Les hablo de Gog, el personaje inventado por el fabuloso crítico Giovanni Papini. Esos escritos con tinta verde, se los entrega Gog a Giovanni Papini, quien es amigo del poeta dálmata que se encuentra recluido en el manicomio. Giovanni Papini se aprovecha de su personaje, ese monstruo desgarbado que hace juicios de genio.

En este libro titulado GOG, Giovanni Papini, traslada su ingenioso personaje a Viena para que le haga una visita a Sigmund Freud en su 70 aniversario y, como regalo, lleva un hermoso mármol griego que representa a Narciso. Desde que lo recibe, Freud le queda agradecido por tan espléndido regalo y, por ello lo invita a su casa. Una vez allí, Freud toma la palabra y nos revela el secreto de su vida.

Giovanni Papini, crea las circunstancias y pone en labios de Freud las opiniones que este merece. Veamos, pues, qué piensa este hombre de gran juicio sobre el creador del Psicoanálisis. Agregaré algunos datos que harán posible una mayor comprensión de la vida de Freud.

Busca una manera de estudiar el desarrollo anímico del ser humano y crea el Psicoanálisis. Crea su sistema, basándose en el método que Goethe utilizaba cuando escribía: el desahogo. Goethe, en su Werther, escribe para liberarse de su dolor, la literatura era para él catarsis. De esta forma, Freud hace que sus pacientes utilicen este método para curarse: la confesión, mientras Freud permanecía como un sacerdote, escuchando, aconsejando y callando secretos.

Pronto se dio cuenta de que las confesiones de sus enfermos constituían un maravilloso repertorio de documentos humanos. Documentos que él guardaba para sí, mientras el escritor Émile Zola publicaba novelas.

Llegó otra etapa de su vida en la que la poesía decadente comenzó a llamarle la atención, sobre todo la semejanza existente entre el sueño y la obra de arte y, la importancia del lenguaje simbólico. Para este momento, gobernaba el Romanticismo, el cual había proclamado la primacía de la pasión y dejaba de lado el amor.

En su oficio de investigador psiquiátrico y bajo la influencia de los novelistas naturalistas, dio una interpretación del amor menos sentimental y mística. Quería ver los linderos más repugnantes pero más comunes de la vida humana: la bestia en el hombre. Con un bisturí apartó la hipocresía de las buenas maneras y halló la sensualidad desprovista de máscaras.

Luego, quiso escribir sus conclusiones y es esta la mejor prueba de sus dotes de literato. La forma en que Freud escribe se inclina al ensayo, la paradoja, el dramatismo, y no tiene nada de la pedante rigidez y técnica del verdadero hombre de ciencia. De sus libros no podemos decir que “son tratados de patología”.

Es tal su espontaneidad y deleite al escribir, que se percibe lo cerca que se encontraba de las obras de imaginación y, existe una prueba irrefutable: quienes mejor han captado las ideas freudianas han sido los artistas, en especial los escritores.

En todos los hombres de ciencia, podemos encontrar la propensión a dejarse llevar por la fantasía, pero en el caso de Freud, vemos cómo este viajó de la mano de la fantasía y, cómo tradujo en teorías científicas las inspiraciones de la literatura moderna.

La inteligencia que poseía, le hizo sobreponerse a su destino para lograr su sueño: escribir siempre como un literato, ejecutando semejante tarea bajo la apariencia de un médico. Comparto que era de este estilo, por estar en completo acuerdo con las opiniones de Papini, y por la alegría que me causó encontrar un juicio tan acertado acerca del polémico investigador y descubridor de la psiquis, hasta entonces tan desconocida.

Las Ilusiones de Sigmund Freud

Cuando Freud estudiaba bachillerato, todos sus maestros veían en él un joven con grandes aptitudes para el arte, en especial para la poesía y la novela. Pero él estaba muy consciente de los obstáculos que retenían sus ilusiones de literato. Era de familia pobre y la poesía, según testimoniaban los más célebres contemporáneos, rendía poco o demasiado tarde. Además era hebreo, lo que le ponía en condiciones de manifiesta inferioridad, en una monarquía antisemita.

El destierro y el mísero fin de Heine lo desalentaban. Se decidió por las Ciencias Naturales. Se graduó de médico, pero nunca ejerció esta profesión. En cambio, concibió la idea de transformar una rama de la medicina – La Psiquiatría – en literatura. Literato por instinto y vocación y, médico a la fuerza y por necesidad, fue poeta y novelista bajo la figura de hombre de ciencia.