8-8-88

Por Lida Prypchan

Dos celebraciones en el día de hoy. El cumpleaños de Luis F. y la ruptura de la amistad con F. ¿Ha sido fructífera esta ruptura? La respuesta, aunque dolorosa, es que sí. El ramo de flores venía firmado por J. pero era de F. No hay duda de ello. No fue posible que actuara sin manipulaciones. Tenía que mandarlo J. para poder escudarse. No me gustó. Hasta esta máquina me conoce más que F. ¡Parece mentira!

Ayer visité a Luis para felicitarlo por sus cumpleaños. Estuve un rato en su casa, conversamos, se había enterado de que iba a dar clases en Pto. Cabello. Una joven que estudia con él le hizo la pregunta como si él estuviera más informado y para ese entonces él no sabía nada. Escuchó y comprendió la canallada de S. y R. Lo sorprendente es que me sigan saludando igual. Aquí las cosas son así. De cualquier forma me alegra que L. y M. hayan comprendido las razones por las que me quiero ir de este país, Venezuela. Ya no hay sitio para mí aquí. Hay sitio para los S., los R. y para todos aquellos que adulan, mienten, rodean y son canallas en sus intenciones. Mi honradez, mi falta de capacidad para la adulación hacen este medio imposible. El techo, en cuanto a mis aspiraciones, no quiero verlo construido por los caprichos y las apetencias de los demás, sino por los míos propios. Me sorprende que no tenga ningún complejo de culpa, ningún remordimiento.

Algún malestar sentía o no encontraba la casa de él, ahora al recapitular y observar la fecha entiendo la causa: la ruptura de la amistad con F. Más que descontenta debería estar contenta, sin embargo, me embarga la tristeza por haber perdido mis años con alguien que me hizo tanto daño. Efectivamente, de ser sincera tendría que reconocer que, por un tiempo, su amistad me ayudó en algunos sentidos. Pero al observar el final, no puedo más que reconocer que terminó haciéndome mucho mal.

Al observar el final pude comprender el principio. Una total y entera manipulación, nada de amor, nada de amistad, nada de compartir, puramente necesidad, el cubismo y la manipulación. He logrado perdonarme la idiotez tan suprema que demostré durante varios años, para mí no ha sido fácil. Perdonarse a uno mismo, tamaña idiotez, no es nada simple, hace falta coraje, hace falta autocrítica porque definitivamente el problema era mío, no de F.

Comencé el curso de Berlitz. Fue una buena decisión. Aunque la mejor decisión fue no contarle casi a ninguna persona acerca de mis planes para los próximos cinco o siete meses y mucho menos de los que tengo para los primeros meses del año que viene. Tengo pensado aprovechar al máximo el tiempo y para los próximos meses tener preparado el material de prensa.