ESBOZO DE UN CUENTO

Por Lida Prypchan

La señorita N. tenía 34 años cuando conoció al señor E., quien para ese entonces tenía 49 años. Hasta ese momento nadie, ningún mortal, había osado emparejarse con alguno de ellos. Razones no faltaban. Cabe agregar, que ambos eran de belleza e inteligencia inigualables. Habían desatado fuertes pasiones en sus semejantes o por lo menos, en aquellos a quienes inspiraron amor.

Parecerá ridículo, pero la razón por la cual caminaban solos por la vida, era por la excesiva importancia que le prestaban al hecho de retardar los acontecimientos. Les gustaba esperar, se negaban temporalmente  placeres con tal de poder disfrutarlos luego; si eran más tarde tendrían más gusto, se decían. Su afán por retardar los deleites alcanzó límites increíbles, al punto de no concederse descanso, de no complacerse en innumerables asuntos, así fueran tontos.

Para no desesperar durante la espera, cada uno de ellos, mucho antes de conocerse, ocupó su tiempo al máximo. Así el señor E., estudiaba Aeronáutica, aunque no era su carrera predilecta, pues ya las había estudiado todas. La señorita N., por su parte, se encontraba realizando un curso de Detectivismo. Una noche, una noche cualquiera, vestido sin ninguna notriedad, el señor E., se encontraba estudiando en casa de un amigo, mientras la señorita N., buscaba una dirección, necesitaba conseguir el apartamento en que vivía uno de sus clientes.

Fue así – y dicen que el azar no existe – como la señorita N. tocó el timbre del apartamento en que se encontraba el señor E. Rápidamente el cliente de la señorita N. se dio cuenta de mutua atracción que había entre ellos y procedió a presentarlos; se estrecharon las manos con firmeza y las mantuvieron así por un momento.

Salieron los tres a cenar, pues el cliente deseaba discutir unos asuntos con su detective. Durante la cena, en la conversación solamente participaron la señorita N. y su cliente, entre tanto el señor E. observaba a la señorita. Prefirió no hablarle, ya habría tiempo, pensó, y así fue que se mantuvo callado.