Por Lida Prypchan
Tanto el complejo de Edipo, como el de la castración, se encuentran muy probablemente en todas las sociedades humanas y, han de ser considerados como una fase normal en el desarrollo del niño.
Se entiende por castración la extirpación de los testículos. En el psicoanálisis, la castración significa la extirpación o la pérdida del pene. Vale la pena recordar a qué edad del desarrollo tienen lugar los temores y las fantasías sobre la castración.
La teoría freudiana subraya una serie de fases como son: la oral, la anal y la genital. En la fase oral, el recién nacido encuentra placer en la boca. En la fase anal, durante el primer año de edad, la satisfacción deriva de la sensación anal de la defecación. Pero es al final del primer año de edad, cuando el niño aprende a controlar su esfínter anal, que él le concede más importancia al ano. Ambas etapas conforman la etapa pregenital, que dura hasta los tres años.
Le sigue la fase genital, a partir de los tres años, en la cual el niño le concede importancia a su pene. Esta fase dura hasta los cinco años. Durante la misma, el niño convierte el pene en un objeto de interés sexual. La atracción sexual hacia la madre está asociada con los celos y el temor al padre, persona que se convierte en un rival sexual. Esto constituye el complejo de Edipo y es, en esta fase, donde comienza a cobrar importancia el complejo de castración.
Freud opinaba, que el temor a la castración se despertaba a muy temprana edad por las amenazas y los castigos relacionados con la masturbación. Cuando al muchacho se le indica que el interés sexual por la madre es también tabú, empieza a creer que si persiste en este interés puede ser castigado con la castración. El complejo de castración en el hombre es extremadamente profundo y persistente.
Según algunas leyendas y mitos, la castración es horripilante. En la mitología frigia Atis, dios de la vegetación, sangró hasta morir por haberse castrado a sí mismo.
Tanto el complejo de Edipo como el de castración se encuentran muy probablemente en todas las sociedades humanas. Y han de ser considerados como una fase normal en el desarrollo del niño. Freud afirmó que el complejo de castración era el principal motivo, pero no el único, del mecanismo de represión y que no sólo afectaba la integridad de la personalidad, sino que también podía dar lugar a manifestaciones neuróticas.
Creía que la formación sintomática en las neurosis fóbica, histérica y obsesiva, podía remontarse a la ansiedad frente a la castración. Pero actualmente no se cree esto. La neurosis es un problema mucho más complejo de lo que Freud pensaba (social y culturalmente) y no le dio importancia al ambiente social en que se desenvolvían sus pacientes neuróticos. Por ello queda corta su teoría de la neurosis, sin negarle que abriera el camino para que ahora los hombres que se dedican a esta materia, encuentren nuevas interpretaciones del problema de la neurosis.
Alfred Adler, colega de Freud, criticó esta teoría freudiana de la castración. Según Adler, basándonos en la idea central de su obra “Psicología individual”, el niño, amenazado con la castración por un rival más fuerte, puede contrarrestar sus sentimientos de inferioridad sexual y física mediante una lucha por la dominación de los demás, el poder y la confianza en sí mismo o la conquista sexual.
Melanie Klein, amplió y propagó la teoría de Freud. Según Klein, el temor a la castración se experimenta desde una edad más temprana que la propuesta por Freud, tanto en los niños como en las niñas, y que a dicha edad ya existe el conocimiento de los genitales en ambos sexos.