LA FRIGIDEZ ¿SE CURA?

Por Lida Prypchan

Al pensar en frigidez no puedo menos que recordar a una escritora francesa, más conocida por sus aventuras amorosas con renombrados artistas de su siglo que por su ejercicio literario. Se trata de George Sand, la francesa que adoptó nombre de hombre, y que además se vestía como tal y fumaba.

Además era revolucionaria y obtuvo pocas pero significativas remisiones de penas de tipo político por parte de Louis Napoleón Bonaparte (Napoleón III).

Era la célebre amante de Chopin, que se acostaba a las siete de la mañana después de una larga jornada junto a su pluma y después de regar las plantas.

André Maurois escribió una fabulosa biografía sobre esta mujer y la llamó “Lelia o la vida de George Sand”. Lelia, según este escritor, era la mejor novela de su autora y trataba un aspecto muy íntimo de la escritora: su frigidez. Recoge detalle a detalle la traumática primera relación sexual de su vida, a los 19 anos, al casarse con un hombre que detestó desde siempre.

La frigidez es la contraparte de la impotencia psíquica en la mujer. Es relativamente común, pero escapa con frecuencia a la atención del médico, porque interfiere menos en las relaciones de pareja y muchas veces es aceptada por las pacientes como la expresión normal de una personalidad poco apasionada.

Existen muchas posibles causas para esta patología, entre ellas tenemos:

  1. La masturbación en la adolescencia: algunos autores afirman que en presencia de una mezcla de narcisismo y de autosuficiencia, con esta práctica se acostumbraría la persona a determinadas sensaciones y formas de placer. Otros opinan que la masturbación sería una sólo forma para la mujer de lograr el orgasmo clitoridiano.
  2. Aspectos de carácter ético: por ejemplo, hábitos sexuales impuestos casi como una obligación de acuerdo a los estándares del entorno inmediato.
  3. Una pareja torpe puede agraviar a la iniciada en su sexualidad y, creando una aversión hacia el acto sexual que podría dar origen a la frigidez.

En el caso del vaginismo, acompañado o no por sensaciones dolorosas durante el acto sexual, puede originarse en miedo y/o aversión hacia el acto sexual. Esta es con frecuencia, una reacción a dificultades en las relaciones de pareja, tales como relaciones conflictivas o problemas de consumo de alcohol o infidelidad en el seno de la misma.

La psicoterapia asociada a la re-aseguración, la sugestión y al consejo práctico de respirar profunda y tranquilamente durante el acto sexual, es útil en algunos de los casos de miedos leves. En otros casos está indicada una investigación más completa.

En algunos casos el orgasmo retardado, producido por una curva sexual prolongada de la mujer o la corta duración del acto puede confundirse con frigidez. Seria acertado aconsejarles que presten mayor atención al juego sexual que precede al acto.

La perturbación del orgasmo femenino puede deberse a una erección de muy corta duración del compañero sexual o al miedo al orgasmo. El miedo puede referirse a la pérdida del control esfinteriano, lo que generalmente es la expresión del miedo a perderse uno mismo en el orgasmo, como ocurre en pacientes histéricos y dominadores.

En la mayoría de los casos de frigidez, no es posible el estudio y la corrección completa, debido a la resistencia de los pacientes a dedicar al tratamiento el tiempo necesario, lo que es de lamentar, porque el tratamiento de la frigidez y de la impotencia psíquica no solo es interesante, sino que produce resultados muy positivos.

La hipnosis puede emplearse con éxito en pacientes sugestionables y permite modificar su actitud hacia el acto sexual y las actividades sexuales en general.