Por Lida Prypchan
“Frances, una mujer apasionada” es una excelente película desde todos los puntos de vista, dirigida por Graeme Clifford, que trata sobre la trágica vida de la actriz de Hollywood, Frances Farmer, quien es magníficamente protagonizada por Jessica Lange.
La vida de esta actriz, aunque deprimente y conmovedora, deja un valioso mensaje personal, familiar y social que sería muy interesante analizar. Pero antes de hacerlo, quisiera comentar brevemente algo: el título en español. Este me pareció inadecuado, ya que no expresa el profundo contenido psicológico y social que transmite esta obra cinematográfica.
La trama se desarrolla en los Estados Unidos, parte en Seattle, parte en Hollywood y parte en Washington; sucede hacia el año de 1940 aproximadamente. Frances Farmer: una mujer bella, de poderoso atractivo personal, inquieta, impulsiva, ingenua y rebelde, espontánea e inteligente; es la única hija de un hombre bonachón, permisivo, pero apático y de una mujer impositiva, de espíritu perverso y mentalmente perturbada. Su progenitora es una actriz frustrada a quien la consciencia de ser una perfecta desconocida – condición que ella odia – la lleva a proyectarse en su hija como actriz colaborando de manera significativa en su destrucción vital.
A los 16 años Frances prepara un escrito ateo y lo lee en su colegio donde es repudiada por los presentes. La única persona que se levanta y aplaude apasionadamente es la madre y posiblemente, actúa así movida por su interés de figurar, de darse a conocer a través de Frances. A lo largo de la vida de Frances, un periodista llamado Harry York, estará enamorado de ella y a su lado compartirá sus momentos difíciles. De la vida de la actriz se deduce que el único ser humano, el único, que verdaderamente la quiso y creyó en ella fue este periodista.
Es contratada en Hollywood. Nuevamente es noticia. Realiza papeles que, a pesar de considerarlos mediocres, la llevan a la fama. La madre se divierte y se luce. Antes del vencimiento de su contrato en Hollywood lo incumple, debido a una interesante proposición de trabajo: una obra de teatro. Se enamora del escritor de la misma, un hombre inteligente que sostiene con ella buenas conversaciones, casado, que se marcha dejándole una nota con dos míseras líneas de explicación, y el director de la compañía le informa que ella no representará el papel ofrecido porque consiguieron una actriz rica que les va a financiar la obra.
¿Qué conclusión podemos extraer de este episodio? Que ella fue tremendamente ingenua: no se detuvo a pensar ni por un instante que se encontraba ante dos desconocidos materialistas, en un medio viciado, donde no les importaba engañar a quien fuera. Además ¿qué podía esperar enamorándose de un hombre casado? Podía esperar ser su amante apasionada, temporalmente y sin exigencias.
Regresa deprimida a Hollywood. Stress, alcohol y anfetaminas: en eso transcurren sus días. Es detenida en dos ocasiones: la primera, por golpear a un policía sin razón aparente; la segunda, por lesionar a la peluquera del estudio cinematográfico quien la trató despectivamente. Este segundo incidente le cuesta 180 días de prisión, pero antes de cumplírsele la condena, la madre obtiene un permiso judicial para trasladarla a una Clínica Psiquiátrica privada de la cual se escapa con el periodista.
Él le propone matrimonio, ella no acepta; vuelve a su casa y se encuentra con que ante la ley no posee derechos como ciudadana. Le dice a su madre que desea irse a vivir al campo, la madre se niega, objetando que debe volver a Hollywood. Discuten y Frances se larga.
La madre la interna en un manicomio (se trata de los hospitales psiquiátricos del Estado). Allí puede observarse el hacinamiento de los pacientes, el mal trato que reciben, la hoy obsoleta camisa de fuerza, el electroshock sin anestesia alguna, la actualmente desusada lobotomía y, la inhumana venta de enfermas a marineros por parte de los enfermeros. Lo que sí es importante que se conozca es que, la Psiquiatría actual no es ni remotamente la de antaño, ya que dio un vuelco enorme a partir de 1952 cuando se descubren los neurolépticos.
A partir de ese año quedan periclitados en su uso la camisa de fuerza, la lobotomía y el choque terapéutico insulínico. En cuanto al electroshock: sigue utilizándose, pero sólo en casos de depresión endógena que no responden al tratamiento con antidepresivos. Además, se realiza con anestesia.
A causa de la lobotomía, Frances regresa del Psiquiátrico sin afectividad. Regresa a Hollywood a pesar de que su madre ya ha muerto, quizás cumpliendo su designio fatal. Hace una última película y a los 56 años, sin nadie a su lado, muere.
Su vida nos demuestra como la familia puede, en vez de ayudar, destruir a una persona como Frances, quien evidentemente sufría de trastornos de conducta, posiblemente una anormalidad heredada de la madre que estaba mentalmente perturbada. Nos muestra la errónea actitud ante la vida de la madre: querer vehementemente que su hija fuera lo que ella no pudo ser. Actitud, por cierto, bastante frecuente en los padres.
La vida de Frances, evidencia, que uno puede ser uno mismo, pero que hay que serlo con inteligencia: saber cómo, cuándo y dónde; esa impulsividad y falta de control inexplicables no conducen absolutamente a nada provechoso.
Frances: una mujer producto de la herencia, de la frustración y maldad de una madre y de un medio hostil e inclemente: Hollywood.
Frances, una mujer hipersensible, desprotegida, desorientada y angustiada… una mujer que murió como nació: sola.