Por Lida Prypchan
“No hay nada más insoportable que las mujeres que se creen irresistibles y los hombres que se creen geniales”
Alguien sumamente inteligente
Muy buenas tardes, chicos y chicas, yo soy su nuevo profesor de Parapsicología. He hecho profundos estudios sobre los secretos del hombre y he llegado a la conclusión que, más secretos que yo no tiene nadie (risas), disculpen pero esta forma jocosa de expresarme la aprendí en Bulgaria, cuando hacía mi post-grade ad honorem y sin permisum, del genial profesor, y por cierto gran amigo mío, el doctor en Patafísica Enrollada: Van Musschenbroek, quien inventó el juego de la botella y otras genialidades difíciles de comprender por ustedes.
Ante todo debo decirles mi nombre, es muy posible que lo hayan escuchado antes; yo me llamo Yoco Yokohama Yucumani. No soy de otro lugar sino de aquí. Mi nombre se presta a confusión. Lo que pasa, es que mi madre conoció a mi padre cuando pasaba por un río de Venezuela llamado Yoco, luego, al casarse, pasaron su luna de miel en el puerto principal del Japón llamado Yukohama, de ahí partieron hacia el Perú y en el volcán Yucumani , mi madre dio a luz y me tuvo a mí.
Ya de muy niño comencé a hacer estudios experimentales, cuidado si no llegué a hacer alguno dentro del vientre materno que me contenía, yo allí tan aburrido y consciente de mi tremenda capacidad, sacaba porcentajes de pérdida de liquido amniótico, aumento de peso materno, evaluación de ingesta de medicamentos que traspasasen la barrera placentaria, el tipo de placenta de mi madre y hasta llegué a mantener conversaciones telepáticas con ella.
Mi madre me cuenta que yo nací en posición de pensador. Salí muerto de la risa y le dije: “Mami, una cosa tan simple como un parto y ahora con esos métodos psicoprofilácticos, cómo es que te tardaste tanto, ya yo estaba aburrido, quería anotar un pensamiento y tú no hacías más que intentar expulsarme hacia el exterior. Te ruego no intentes quitarme mi privacidad, tengo grandes compromisos por cumplir; además, has debido consultarme antes si yo quería nacer un día como hoy, recuerda que mi destino es pasar a la historia”.
Mi madre, lamentablemente, murió de cáncer, desafortunadamente no tuve suficiente tiempo para dedicarme a descubrir la causa de esta enfermedad. Mi padre también falleció, la verdad es que no acierto a recordar de qué, y no piensen que es maldad de mi parte, claro que no; me sucede que tengo tantas ideas en mi cerebro que casi he perdido la memoria pasada y creo que también la reciente…
Al cabo de un tiempo, sus alumnos decidieron pedirle que renunciara, porque ni les daba clases ni ellos entendían a cuenta de qué demostraba tantas pretensiones. El profesor después de escucharlos y reírse un buen rato les contestó: “Oigan bien chicos y chicas, ustedes no saben ni la cuarta parte de la mitad de los tres octavos de lo que yo sé. Yo, después que se inventó la suma, fui el primero que se atrevió a decir que dos más dos eran cuatro, ¡eso tiene mérito! Yo resolví el primer despeje de ecuaciones y eso que no soy matemático, y en el campo de la Parapsicología tengo postgrado en lectura de cigarrillos, lectura de pies y manos, lectura de cartas, lectura de fotos y transmisión de pensamientos”.
Su esposa Nataly sólo tenía un tema de conversación, bueno, quizás dos:
El primero, Yoco, y el segundo, su irresistibilidad. Cuando hablaba de Yoco decía: “es que Yoco es tan inteligente. Practica natación, tenis, baila break dance, canta como Wilfrido Vargas, hace poco se compró un telescopio, descubrió los puntos negros, sabe hablar papiamento al revés, se comunica con los muertos, se ríe de los vivos, almuerza con los sabios, juega con los niños, esquía con los pies desnudos, pinta a distancia, está haciendo un curso por correspondencia de corte y costura y habla hasta por los codos. Con razón – decía Nataly – me escogió a mí, él siempre me dijo que yo era irresistible, pero un poco insoportable”.